Pues en esto que en una de esas tardes inapetentes a uno,
que últimamente ha perdido cierto gusto por el cine,
no por nada en especial, sólo porque uno ve la cartelera y es rara la ocasión en la que me apetece ver algo nuevo.
Casi nada me seduce ni apenas nada me origina una mínima curiosidad. En esto que veo disponible un remake de Dirty Dancing. ¿En serio? ¿tan escasos de ideas andan en la meca del cine?
No es que la original sea una película para quitarse el sombrero, en ninguna de sus vertientes, pero bueno, no deja de tener ya ese tufillo a clásico y a icono del cine ochentero que junto con su banda sonora, en una de esas tardes, tal y como esta, y sin nada mejor que contemplar, te dejas llevar por la ya algo manida historia de la chica remilgada y el empleado de animación de un complejo turístico, algo pendenciero y hortera.
Hay que dejar claro que se trata de un teleflm estrenado directamente en televisión, supongo que en alguna plataforma de pago, es decir que ni ha pasado, a dios gracias, por salas de cine. Y es que el resultado de este despropósito roza lo ridículo. Interpretaciones absurdas de unos actores rematadamente malos.
Las coreografías, uno no es que entienda mucho de baile, pero vamos, en fiestas de mi barrio he visto números mejores. Ni tan siquiera la presencia del veterano Billy Dee Williams (Lando Calrisian para fans de Star Wars) logra darle un puntito de hechizo a esta funesta nueva versión que coincide con el 30 aniversario del estreno de la cinta original protagonizada por el recordado Patrick Swayze.
Para colmo, le sobra más de media hora de metraje, por ser algo benevolente y no decir que el metraje completo es el que sobra.
En definitiva, si os pensáis que viendo este telefilm vais a tener un viaje de nostalgia a través del tiempo, el baile y la música, os daréis un ostión del bueno. Avisad@s estáis.
