24 años no son nada

La Historia se repite, a veces. Veinticuatro años después de jugar una final de Baloncesto en unos juegos olímpicos, la selección Española volverá a hacerlo tras derrotar a Lituania por 91-86. En el momento de escribir este post se está jugando la otra semifinal entre Estados Unidos y Argentina. Ni que decir tiene, salvo gigantesca sorpresa que los nuestros volverán a pelear por el oro con la selección Norteamericana, tal como sucedió hace dos décadas.
De aquella final tengo el grato recuerdo de ver con mis hermanos tan sólo la primera parte por televisión, ya que la segunda la escuchamos por la radio mientras viajábamos a nuestras tradicionales vacaciones de Agosto en Bolonia (Cádiz), cuando saliamos de casa a las cinco de la mañana para hacer el viaje con la fresquita en el Renault 12 de mi padre. Aunque estábamos seguros que los Yankis pasarían sobre nosotros como una apisonadora, como así fué, siempre quedaba la esperanza de al menos hacerles sudar algo a aquel equipo, antesala de lo que sería el mítico Dream Team de Barcelona 92 con un Michael Jordan como toda una estrella a punto de explotar.(Foto inferior de aquella final)
Antes de esa final, logicamente, se jugó la semifinal contra la Yugoeslavia de un joven llamado Drazen Petrovic, y ese partido si que fué toda una gesta de aquella generación de jugadores como Romay, Corvalán, Iturriaga, Arcega, Solozabal, Sibilio, Creus, De la cruz, el fallecido Fernando Martín y alguno más que ahora no recuerdo bajo el mando del también desaparecido y recordado Antonio Díaz-Miguel.
Este Domingo, a las 8,30 de la mañana también me levantaré para ver el partido, esta vez sólo, y no sé por qué algo de nostalgia se apoderará de mi. Recuerdos de otros tiempos, de aquel verano de 1984, de la infancia, de un mundo que en poco se parece al de hoy, de aquellos que ya no están y también para darme cuenta una vez más, que veinticuatro años, aunque parezca un espacio de tiempo considerable, no son nada.