
De toros poco entiendo, sin heredar una afición y una sabiduría paterna que seguramente supera a la de muchos puristas que se acomodan en el siete de Las Ventas. Quizá por eso, desde un discreto segundo plano, siempre me han llamado la atención los entresijos de la fiesta.
Ayer escuché en televisión que vuelve José Tomás, toda una extraña y fascinante leyenda viva de la tauromaquia. De él se dice, entre los más viejos y doctos aficionados, que "ni ha nacido ni nace un torero así".
Mucho se habla de José Tomás como un hombre enigmático, reservado, casi tímido, con aficiones poco comunes más allá del toreo. Cuentan que, antes de alguna corrida importante, se le veía en el centro de Madrid, tranquilo, jugando a las máquinas de petaco sin mostrar el menor signo de nerviosismo, casi desapercibido para quienes le rodeaban.
Dicen también que en la plaza parecía tener la mente en otro mundo: un torero "ido", distraído, incluso despistado. Pero, cuando llegaba la hora de la verdad, se plantaba en el lugar exacto donde iba a pasar la bestia, la miraba fijamente y parecía desafiarla con leves susurros. Veía la muerte pasar a centímetros de su cuerpo, sin el más mínimo atisbo de miedo.
Puro arte. O al menos eso sostienen los entendidos, lo nunca visto desde tiempos de Manolete o Belmonte —y ya habían pasado lustros desde entonces.
Esa forma de jugarse la vida, muchas veces innecesariamente, es lo que ha convertido a José Tomás en una leyenda que roza lo místico, envuelta en un blindaje absoluto sobre su vida privada, de la cual se sabe poco o nada, pese a los rumores y especulaciones que nunca han tenido confirmación.
En 2002, tras siete temporadas en la cima, se retiró en el más absoluto silencio, sin razones aparentes. La afición, especialmente la madrileña, quedó desolada, aguardando año tras año un regreso que parecía ya improbable. Pero el milagro ha ocurrido: este año anunció su vuelta a los ruedos el próximo 17 de junio en la Monumental de Barcelona, cobrando, según dicen los que conocen el negocio, no menos de 20 millones de las antiguas pesetas por tarde.
Dicen que no vuelve por dinero. Pero la duda está en la leyenda que ha tejido durante estos años de ausencia, y en si podrá volver a maravillar a la afición con tardes míticas que engrandezcan aún más su leyenda.