26.2.10

Muchas gracias a todos.

En esta vida, todo tiene un comienzo y un final, por mucho que a veces nos resistamos a aceptarlo. Hace ya tiempo que este blog dejó de ser para mí lo que fue en sus inicios: un espacio de evasión donde refugiarme y dar rienda suelta a esos sueños, ideas y frustraciones que me han acompañado a lo largo de los años.

Cambiarán los vientos nació en una época de mi vida en la que empezaba a retomar el rumbo de muchas cosas, una etapa que, como todo, también llegó a su fin, arrastrando consigo otras tantas. No me gustan las despedidas —¿a quién le gustan, en realidad?—, y con este que es, en principio, mi último post, no quiero decir adiós a nadie, porque si este blog ha durado más de lo que esperaba, ha sido gracias a todos vosotros que habéis pasado por aquí en más de una ocasión.

No creo que sea un adiós definitivo a la blogosfera. Tal vez, en un futuro, vuelva con energías renovadas, quizás con otro blog, no sé si parecido o dedicado a una temática concreta. No es un adiós, porque muchos de vosotros os sigo teniendo cerca, sea vía Messenger, Facebook o cualquier otro medio, y no quiero perder ese contacto.

No es un hasta siempre, porque seguiré visitando vuestros blogs, con mayor o menor frecuencia según las circunstancias.

Quiero dar las gracias a todos, sin excepción, desde mi amigo Manu (Sonotoflón), que fue el primero en asomarse por aquí, pasando por gente maravillosa como María, Vale, Jaime, Laura, Rocío, Raúl, Rubén Guerra, Carmen Herrera, Kato, Belén, Avalón, Etnicardia, Salva, Álvaro, Cecilia, Manuel Sánchez, Maki, y muchos más que seguro olvido mencionar, pero a quienes agradezco infinitamente que hayan dedicado un minuto de su tiempo a leer las cosas, muchas veces sin sentido, que plasmé aquí.

Aunque suene a tópico, si en algún momento ofendí sin querer, pido disculpas sinceras. Y si ofendí con razones fundadas, que se fastidie una vez más.

Los vientos soplan, cambian de rumbo, aparecen y desaparecen. Que cambien los vientos no depende de mí, ni de nadie. Al igual que hace cuatro años, aparece de nuevo el telón; esta vez para bajarlo definitivamente, cerrar la puerta y tirar la llave al río, donde reposan más de 500 posts con sus buenos y malos momentos.

Aquí, un amigo,

Alberto López Cordero.


15.2.10

We are the World 25 for Haiti.


Veinticinco años después, se repite aquel gesto que llegó muy dentro del corazón de millones de personas. Un acto de solidaridad, de esperanza, que trascendió fronteras y que nos unió como humanidad. Veinticinco años después, seguimos siendo el mundo: algunos de los que estaban entonces ya no están, y algunos de los que están hoy no estaban en aquel momento.

Es la ley de la vida, esa que marca el paso del tiempo y la esencia del ser humano. Quizás dentro de otros veinticinco años se vuelva a repetir una iniciativa así, tal vez seamos nosotros quienes la recordemos y celebremos, o quizá sean otros, generaciones futuras que habrán heredado este compromiso y esta memoria. Y puede que, tristemente, nadie se acuerde.

Pero sea como sea, fuimos, somos y seguiremos siendo el mundo. Un mundo que late con la fuerza de quienes no olvidan, con la esperanza de quienes creen en la unión y con la certeza de que, a pesar del tiempo y los cambios, la solidaridad es un hilo invisible que nos conecta y nos define como humanidad.