El pasado sábado, tras la manifestación que relato en el post anterior, apenas tuve tiempo para respirar a fondo los aires de Madrid. La ciudad, como de costumbre, bullía en todas sus esquinas, y en esa prisa compartida de los regresos, de los cafés a medio tomar y las conversaciones interrumpidas, me topé con una estampa digna de una crónica costumbrista del siglo XXI.
Junto al autobús que esperaba nuestro regreso —ese azul que asoma tímido al fondo a la izquierda de la imagen—, apareció la alta, estilizada y celebérrima figura de Nieves Álvarez, rodeada por un pequeño séquito y envuelta en una sesión fotográfica callejera, de esas en las que el glamour pretende que la acera se convierta en pasarela.
Y claro, yo, que de paparazzi tengo poco pero de curioso mucho, me acerqué sin más pretensión que la de inmortalizar el momento, como quien recoge una postal inesperada del viaje. Pero ¡ay, amigos! La musa no quiso ser cazada. Cada vez que alzaba mi modesta cámara, ella, con gesto entre displicente y teatral, se cubría el rostro con la mano como si mi intención fuera robarle el alma y subastarla en algún mercadillo de souvenirs digitales. Diva hasta en el recelo.
Pude, si hubiera querido, captarla en algún instante de descuido —no faltan reflejos cuando hay algo que atrapar—, pero preferí quedarme con esta imagen: la de su mano levantada en un ademán digno de Greta Garbo, ocultando su anguloso y huesudo rostro como si su mera presencia no hubiera invadido ya el espacio y el relato.
No hay cheque, contrato ni editorial de moda que medie en esta imagen. Sólo el testimonio de un cruce de caminos fortuito entre lo ordinario y lo aspiracional, entre el viajero anónimo y la figura tallada por la industria de la perfección. Así son las calles de Madrid: escenario para todos, incluso para los que no quieren ser vistos.
Saboría, que diría mi abuela. Pero también, qué diablos, un poco de sal en esta anécdota madrileña de sábado cualquiera.
16 comentarios:
Pues claro... no hay pasta, pues te quedaste sin la foto... aisss
Besos
Desde luego que vaya malage, hijo mío... Pero ya sabes lo que pasa en este mundillo, todo el mundo cobra por todo sin el menor rubor.
Besos.
Qué poco corazón.
Comprende... no estaba maquillada para la ocasión ;·) y tú no ibas a usar el photo shop para hacerle el "favor" de esas fotos que se publican ¿verdad?
Besitos
jejeje si es que hay mujeres demasiado estiradas....
Belén: Bueno, tampoco quise insitir en hacersela, ya que estabamos en la calle. no en un sitio privado y no me apetecía hincharle el ego demasiado. Besos.
Calle Quimera: Pues de mi lo único que se podía haber llevado es un pasquín de la manifa. Si es que esta tía sabe lo que es una manifestación, que lo dudo.
Lucía: ...si es que son...
Piel de LETRAS: Qué va¡¡ si estaba monísima de la muerte, superpeinadita y requetemaquillada.
Lluna: Sí, esta se va a parir un día por la mitad de tanto estirarse,je,je,je..
Cuando la fama llama... La vanidad responde...
A lo mejor sólo se estaba protegiendo del sol, que le llegaba al rostro ;)
uich!!!
Besos
Mira que paradójico!
Al taparse la cara se reveló a si misma, con sus intereses, sus materialismos y ambiciones, y la captaste finalmente de forma certera como es de verdad. Sin proponerselo te regaló su mejor retrato.
Buena foto!
Que tía más antipática.Y es que el dinero los hace tontos del culo.Salud¡¡¡.
Pues yo no estoy de acuerdo, como los demás... Yo siempre digo que tienen que estar hasta las narices, y que es normal. Yo me encuentro con bastante gente famosa y les miro un poquitín y ya. Creo que tienen derecho a la intimidad, están en su tiempo libre y que debe agobiar bastante el que tengas ojos puestos sobre ti...
Llámame desaboría...
Un beso.
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