El video tiene ya veinte años, pero perfectamente podría haber sido grabado hace un año, un mes o incluso ayer. Eso es lo aterrador: hay cosas que, a lo largo de todo este tiempo, apenas han cambiado. Y, en muchos casos, han empeorado.
Solo hace falta mirar la crudeza de algunas imágenes para darse cuenta de la realidad que sigue latente en cada rincón del mundo. No es pesimismo ni catastrofismo, sino realismo puro y duro. La verdad que nos rodea no se queda en las portadas de los periódicos o en las noticias de la televisión; está ahí, muy cerca, aunque a veces prefiramos ignorarla.
El autor de la canción que acompaña este video nos quiso decir algo esencial: si de verdad queremos que todo cambie para mejor, debemos empezar por nosotros mismos. Por ese hombre del espejo, el "Man in the Mirror". Porque todas esas tragedias, esas injusticias que nos muestran en prensa, radio, televisión e internet, no están tan lejanas ni ajenas como nos gustaría creer. ¿Quién sabe si el día menos pensado podríamos ser nosotros o alguien cercano quienes suframos alguna de esas realidades?
Vale la pena recordar que hace veinte años, conflictos como el de los Balcanes o la Guerra del Golfo aún no habían estallado. Y sin embargo, las imágenes de hoy reflejan las mismas heridas, la misma desesperanza. ¿Hay solución para todo esto? ¿O estamos condenados a resignarnos a un destino que parece estar en manos de los mismos de siempre?
Al menos, creo que muchos compartimos la esperanza que transmite la última parte del video: que algún día, por fin, se vea una luz en el horizonte. Una luz que guíe hacia la paz y la justicia para todos, y que permita dejar atrás estas escenas que, aunque datan de 1987, bien podrían ser actuales.
Sin duda, esta canción es una de las mejores de la historia. Su mensaje sigue vigente, nos interpela y nos llama a la acción.