
De nuevo he tenido que permanecer sin conexión durante varios días, esta vez causado por el router que decidió estirar la pata sin previo aviso. En unos de ellos fuí al cine a ver la nueva entrega de Rambo, no sé si por nostalgia ochentera, por ganas de pasar un rato entretenido, por habérselo prometido a mi sobrino Manuel o por algo tan sencillo como ser seguidor de toda la vida de las pelis de Stallone.
Y uno, a sus 35 tacos acude al cine olvidando ligeros prejuicios sobre Stallone y el mítico "no siento las piernas", frase que jamás pronunció el ex-boina verde y que fué fruto de la parodia de Santiago Urrialde en el célebre programa de televisión "Esta noche cruzamos el Mississippi".
Rambo fué todo un referente de el cine de acción de los años 80, y sirvió de base para que surgieran otros géneros no sé si mayores o menores, pero que aún en el año 2008 tienen sobrada vigencia. Y ahora casi 20 años después de la última aparición del personaje en la gran pantalla, Stallone lo hace regresar de una manera colosal, frenética, inteligente, terriblemente realista y muy dura y cruel. Stallone nos muestra muy habilmente la violencia de esta parte del planeta sin intenciones de hacer ningún tipo de apología y sí consiguiendo concienciar en parte de la precariedad y el ínfimo valor que tiene la vida humana en algunos lugares.
Los días de la guerra fría ya quedaron atrás, ya no se lucha contra el gigante Soviético, aunque aún habrá quien se atreva a visionar esta película con un ligero aroma político Americano, pero nada más lejos de la realidad.
Sigo pensando que Stallone es un director con talento bastante maltratado y sobre todo desaprovechado, tal vez a consecuencia de una época dorada que no compatibilizaba estrellato con genialidad. En sus dos últimos films lo ha demostrado. Que sean muchos más.
