La psicosis es, en términos psiquiátricos, un estado mental marcado por la pérdida del contacto con la realidad.
Quienes la sufren pueden experimentar alucinaciones, delirios, cambios en la personalidad y un pensamiento desordenado y caótico. Todo muy serio y complejo, sí. Pero parece que Hollywood no se cansa de explotar ese concepto para estirar hasta la saciedad las historias más insólitas.
Porque, seamos honestos: ¿no nos basta ya con tres películas dedicadas a los delirios y locuras de Norman Bates, el desgarbado y perturbado protagonista de la saga Psicosis?
En la tercera entrega lo vimos marcharse esposado en la parte trasera de un coche patrulla, probablemente para no volver a pisar la calle jamás. Y eso parecía el cierre definitivo. La última película tuvo una recaudación bastante floja, a pesar de contar con un guion digno y un reparto decente.
Pero no, no basta. Ahora nos llega una cuarta parte. Sí, una cuarta parte.
¿Pero cómo? Norman está encerrado. Por segunda vez. ¿Qué nos queda? ¿Un Psicosis IV carcelario?
No parece necesario. Pero, ¿y si en vez de estirar la historia para adelante, contamos sus orígenes?
Ah, claro, la vieja fórmula de la precuela. Ya lo hizo Francis Ford Coppola con El Padrino II, revelando los secretos de Don Vito Corleone.
¿Pero la historia del joven Norman Bates generará la misma expectación? Eso está por ver.
El plan es sencillo y poco arriesgado: será un telefilme, estreno directo en televisión y luego al vídeo doméstico.
Y ya tienen a su elegido para interpretar a Norman joven: Henry Thomas, el famoso Elliot de E.T., el extraterrestre de Spielberg.
La película promete un trasfondo psicoanalítico profundo, mostrando el oscuro pasado de Norman y su madre, así como su lucha interna en el presente, atormentado por voces que lo incitan a continuar con sus asesinatos.
Todo un drama psicológico que, al menos en teoría, debería cerrar el círculo.
¿Seguro?
Uff, con estas franquicias nunca se sabe.
Tal vez en el futuro nos propongan otra secuela más, o incluso un remake del film original del maestro Hitchcock.
O quién sabe, quizás la conviertan en una serie de televisión.
Esta historia del joven Norman, con sus sombras y sus demonios, bien podría dar para varias temporadas.
Nunca se sabe, señor Perkins. Nunca se sabe.