Ocurrió una mañana del pasado verano, en una terraza Onubense a la hora del desayuno.
-El dulce sabor de la venganza, le decía mientras ojeaba el periódico, junto a un zumo de naranja recién exprimido y el expreso bien cargado.
-Esa satisfacción es lo que mueve el mundo, reconócelo, es lo que ha tentado a infinidad de personajes históricos a tomar la justicia por su mano mientras disfrutan del mal ajeno. Tú fíjate bien, si te enchufas un clásico policíaco de aquellos que ya sólo ves si te los descargas, porque ni en la 2 a las tres de la mañana los emiten, puedes comprobar que la venganza es lo que obsesiona a los anti héroes, a los nacidos para perder, los que saben que ni hay justicia ni hay Dios que ponga las cosas en su sitio, y mucho menos el tiempo, que dicen que también lo hace. Yo llevo treinta y cinco años esperando que el tiempo, Dios o algún ente actúe en mi favor, pero nada, aquí si no te mueves no cambian las cosas.
-Pero vamos a ver, le dijo su amigo mientras le observaba medio en broma, medio en serio. -A tu edad, ¿te crees James Cagney en "Contra el imperio del crimen"? Hay cosas contra las que no nos podemos enfrentar, está claro.
-No es que me crea James Cagney. En todo caso me creería Cliff Robertson en "Bajos fondos", pero tampoco. Dicen que la venganza potencia el crimen, que en un gran porcentaje suele estar asociada con los asesinatos, tiroteos, trifulcas, peleas y demás. Mira Donald Trump, ¿por qué cojones te crees que semejante chalado ha llegado al poder? Por venganza. Pero no por su propia venganza. La venganza de los blancos patriotas, los de las barras y las estrellas pinchada en el jardín de su casa. Y mira al DiCaprio. ¿Por qué te crees que al final le han dado el oscar por "El Renacido"? Pues por lo mismo, por venganza. Hasta los cojones estaba ya de que si en la tabla de Titanic había hueco para los dos. No iba a dejar pasar la oportunidad de llevarse el galardón cuando la película trata sobre eso precisamente, venganza. Y fíjate la que arma el tío, que atraviesa montes, ríos y salta como James Bond para vengar la muerte de su hijo, y para compensar lo de la puñetera tabla. Que sí, joder, que cabían los dos, que lo he visto en Internet.
-Y mira Edmundo Dantes. Eso sí que fue una venganza y lo demás coña marinera.
-¿Edmundo Dantes? ¿El de "El baile del pañuelo"?
- No, joder, ese era Leonardo, Leonardo danés, que por cierto conozco a un primo suyo que vive en San Vicente de Alcántara.
-Joder, es que entre Leonardos, el Dicaprio y este, me estoy haciendo un lío de tres pares.
-Edmundo Dantés, el Conde de Montecristo. ¿Habrás leído el libro de Alejandro Dumas?
-Pues no, creo que vi una película o miniserie hace años. Un tío que lo encierran en una mazmorra,¿no?
- Sí, esa.¿y te parece poco motivo para escaparse y vengarse de los que lo metieron entre rejas hasta que las barbas le llegaron al suelo?
-Hombre, no sé, no deja de ser una novela, película o serie.
-Da igual, la venganza, esa que no impone la justicia para compensarte de algo. En todas las sociedades antiguas, el principal método para disuadir asesinatos era permitir a la familia del asesinado vengarse del asesino. Es algo humano, va con nosotros desde que nacemos.
-Pues no sé que decirte ni que pensar de todo esto. Puede que la venganza sea humana, puede que haya quien encuentre un placer orgásmico en castigar a quien se ha portado mal contigo. Será todo lo humano que me digas, un mecanismo que ha ido evolucionando con nosotros desde que no existía nada que impartiera justicia. Lo será, pero creo que perdonar es aún más humano que la venganza.
Se levantaron de la mesa y se marcharon dirección a la playa. Nunca supe de qué se trataba dicha venganza ni si se llevó a cabo. Ni volví a verlos durante el resto del verano.
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