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6.10.25

Guillermo Fernández Vara

 Coincidíamos muchas mañanas, allá por el año 2006, cuando aún trabajábamos en la antigua oficina de Correos de Mérida, bajando a desayunar a la calle San Salvador, en ese tramo en el que el bullicio de la ciudad todavía se estaba desperezando. Él, con su inseparable maletín, subía con paso tranquilo pero firme por la calle San Juan de Dios, rumbo a la Asamblea de Extremadura. Siempre, sin excepción, nos regalaba un “buenos días” cordial, de esos que no se dicen por compromiso ni de pasada, sino mirando a los ojos, reconociendo al otro como parte del mismo paisaje diario.

Aquellas escenas cotidianas, que entonces parecían tan simples, cobran hoy un valor inesperado al conocer la noticia de su fallecimiento. Guillermo Fernández Vara fue, antes que nada, un hombre cercano. Antes incluso de ocupar la presidencia de la Junta de Extremadura, cargo al que accedería poco después, ya transmitía una serenidad y una educación que llamaban la atención en tiempos políticos en los que la estridencia parecía imponerse.

Médico de profesión y político por vocación de servicio, Vara fue durante años una de las figuras más reconocibles y respetadas de la vida pública extremeña. Presidió la Junta de Extremadura en varias etapas, dejando una huella marcada por la estabilidad institucional, el diálogo y una visión tranquila pero firme de la política. No era un hombre de titulares altisonantes, sino de convicciones silenciosas, constancia y respeto por las instituciones y las personas.

Con su marcha, se va una parte importante de la memoria política y social de Extremadura. Queda su legado, su ejemplo y, para quienes lo vimos de cerca aunque fuera en un cruce de calles al empezar la jornada, la imagen de un hombre sencillo en medio de grandes responsabilidades.

En tiempos como los actuales, en los que la crispación política parece haberse instalado como norma y el ruido sustituye al diálogo, la figura de Guillermo Fernández Vara adquiere un valor aún mayor. Su talante templado, su manera de escuchar antes de responder y su respeto por el adversario contrastan con una escena pública cada vez más dominada por la confrontación y el eslogan fácil. Recordarle hoy no es solo rendir homenaje a su trayectoria, sino también reivindicar otra forma de hacer política: más serena, más humana y, sobre todo, más útil para la convivencia.

Descanse en paz, Guillermo Fernández Vara.


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