
Dicen que una leyenda es una narración oral o escrita, con una mayor o menor proporción de elementos imaginativos y que generalmente quiere hacerse pasar por verdadera o basada en la verdad, o ligada en todo caso a un elemento de la realidad. Se transmite habitualmente de generación en generación, casi siempre de forma oral, y con frecuencia experimenta supresiones, añadidos o modificaciones.
Supongo que en el caso de Michael Jackson pasará lo mismo con el paulatino e inmisericorde paso del tiempo. Se añadirán tantas fábulas, tantas invenciones, tantas historias falsas, que dentro de unas décadas casi nadie sabrá distinguir entre lo que fué real y lo que fué inventado. Saldrán falsas biografías. Películas levemente inspiradas en hechos, testimonios de pega, e incluso objetos y curiosidades que el rey del pop jamás tuvo en sus manos.
Es el precio que debe pagar un mito, un fenómeno mundial que ha sido capaz hoy de tener delante del televisor a miles de millones de personas de todas las nacionalidades, convirtiéndose en el evento televisado con más audiencia de la historia.
Ha habido grandes y emotivos momentos en esa celebración, porque más que un funeral, que también lo era, ha sido el reconocimiento unánime a la estrella más grande de todos los tiempos, a alguién que lo dió todo por los demás y que a cambió recibió un trato muy injusto por la sociedad, que lo mismo que levanta mitos, los destruye con una voracidad sin escrúpulos.

No ha sido un adiós, es el comienzo de una nueva era, con muchas cosas aún por descubrir que dejó guardadas, sobre todo para esos que le seguimos durante sus momentos más difíciles. Porque ahora todo se quiere olvidar. Aquí no pasó nada señores, ahora todos rinden pleitesía y muestran respeto a su figura. Una pena.
Gracias Michael, por estos últimos 25 años, por grandes e inolvidables momentos de mi vida con tu música de fondo, por hacernos la vida más agradable con el simple hecho de encender un aparato de música, por no importarte darlo todo y quedarte sin nada. Por al fín y al cabo, dejarte la vida en intentar hacérsela a los demás un poco más facil.
In our darkest hour
In my deepest despair
Will you still care
Will you be there
In my trials
And my tribulations
Through our doubts
And frustrations
In my violence
In my turbulence
Through my fear
And my confessions
In my anguish and my pain
Through my joy and my sorrow
In the promise
Of another tomorrow
I'll never let you part
For you're always in my heart












