Se ha dormido el sol sobre la frontera,
y el Guadiana calla, como rendido;
tus manos, leves, tienen el sonido
de quien aún sueña, pero ya espera.
Cruza el otoño su primavera
de luces breves y amor contenido;
y el mundo, aunque incierto y dividido,
parece justo si estás, siquiera.
No sé qué haremos con los inviernos,
ni qué palabra pondrá el destino,
ni a qué puerto nos lleven los días.
Pero hay calor en tus ojos tiernos,
y en su reflejo, puro y vecino,
se hace feliz lo que no sabías.
