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10.11.06

Harper Lee




Nelle Harper Lee nació el 28 de abril de 1926 en Monroeville, Alabama: la menor de los cuatro hijos del editor periodístico y abogado Amasa Coleman Lee (modelo del ya legendario Atticus Finch de "Matar a un Ruiseñor) y de Frances Finch. Al morir prematuramente la madre, el padre se hizo cargo de los chicos. En la escuela primaria, Harper se hizo amiga de un chico que vivía con unas tías, Truman Person, quien años después, adoptado por su padrastro, cambiaría ese apellido por el de Capote y se haría muy famoso como escritor y como personaje.

Harper, en la huella de su queridísimo padre, estudió abogacía, pero seis meses antes de graduarse dejó la universidad para ir Nueva York con la idea de dedicarse a la literatura. Se instaló en un modesto apartamento sin agua caliente que pagaba con su sueldo de empleada en dos aerolíneas, al tiempo que empezaba a emborronar una serie de historias inspirada en personajes y situaciones de su infancia. Estos textos pasaron por las manos de dos editores antes de ser publicados, en 1960, bajo el título" Matar a un ruiseñor". Exito de público y de crítica, Premio Pulitzer en 1961, magistralmente llevada al cine en 1962 por Robert Mulligan con un excelente Gregory Peck, la novela generó a Harper Lee una fama que no deseaba y a la que trató de sustraerse por todos los medios.
Este libro ha generado un culto que se mantuvo a lo largo de décadas y en la actualidad sigue interesando sobre todo a los lectores más jóvenes de EE.UU. Anualmente se realizan en Alabama concursos de ensayos sobre "Matar a un Ruiseñor", a cuya entrega de premios suele asistir la escritora, actualmente una dama jovial de 80 años que sigue negándose a aparecer en televisión o a dar reportajes a la prensa gráfica (resultó un acontecimiento que hace poco le concediera una entrevista al New York Times). Lee se siente muy agradecida por esta devoción y le encanta escuchar a chicos y chicas que le dicen que ella es una persona muy importante de sus vidas, que su libro les enseñó a tener principios y a defenderlos, que su relato no ha perdido vigencia.

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