Hay una Ley Universal que dice: "Si escribes el problema claramente, entonces el asunto está medio resuelto". Se llama Ley de Kidlin.
Úsala a tu favor.
Hay una Ley Universal que dice: "Si escribes el problema claramente, entonces el asunto está medio resuelto". Se llama Ley de Kidlin.
Se llama Mohamed Katir y es tan español como tú o como yo. Su padre llegó en patera, jugándose la vida cruzando el estrecho. Ayer, Mohamed ganó la medalla de bronce en 1.500 metros en el Mundial de Atletismo. Bienvenidos a los que suman. Para restar, ya tenemos a bastantes. ¡Por muchas medallas más!
Las redes sociales, ese universo paralelo que decidimos inventar hace ya más de una década —posiblemente con más ilusión que criterio—, siguen siendo nuestro vertedero emocional favorito. Allí volcamos sueños truncados, fotos de desayunos innecesarios, indirectas muy directas y filosofías dignas de un posavasos. Hace unos días, mientras hacía scroll sin rumbo fijo, me encontré con una imagen que me recordó una de mis más temerarias hazañas: una postura casi acrobática que adopté en la Alhambra de Granada con el único objetivo de conseguir una foto “medio decente”. Aclaro: decente para el estándar 2011, porque hoy esa foto no pasaría ni el filtro del filtro.
Después de casi treinta y cinco años de servicio, Pete ‘Maverick’ Mitchell (Tom Cruise) sigue siendo una leyenda cuyo nombre precede su llegada. Fue uno de los mejores aviadores de la Armada, condecorado y responsable de hazañas que ya forman parte del folclore militar.
Sin embargo, esta vez no esperaba volver a la academia Top Gun, donde le reclutan como instructor de vuelo para formar a una nueva generación de jóvenes pilotos de combate, hombres y mujeres por igual. Allí conocerá a Bradley ‘Rooster’ Bradshaw (Miles Teller), el hijo de Goose, su antiguo compañero fallecido, mientras intenta adaptarse a las nuevas tecnologías y a la guerra de los drones.
Sé que el tráiler lleva ya un par de meses rodando por ahí, pero no quería perder la ocasión de compartirlo, porque quién no ha visto alguna vez la mítica película de 1986.
Otra de esas secuelitis de Hollywood, lo sé, probablemente peor que la original —que, para ser honestos, era más bien un videoclip de hora y media para ensalzar a su protagonista— pero, al fin y al cabo, es una excusa perfecta para reencontrarte con el adolescente que fuiste, aunque sea por un rato.
Y ya que uno está en edad de sopitas, buen vino, paseítos por el río y desconectar de estos tiempos chungos, crueles y canallas, Top Gun: Maverick aparece como un pequeño respiro nostálgico en el mar de calamidades actuales.
Para Anguita hoy todo serán loas y alabanzas, pero en su día fue objeto de miles de insultos y descalificaciones por parte de quienes se llamaban demócratas. Los mismos que hoy utilizan Venezuela como espantajo, antes agitaban el fantasma de la URSS para meter miedo a quienes pensaban distinto, a los que se atrevían a imaginar otra forma de hacer política, fuera del blanco o el negro.
Descanse en paz un buen hombre, coherente hasta el final, con el que tuve la fortuna de coincidir varios veranos en Bolonia (Cádiz). Siempre tenía un saludo afectuoso y un recuerdo amable para mi familia. Esa cercanía y esa educación, más allá de la política, también dejan huella.
A la espera de si habrá o no secuela de Gladiator —aunque, francamente, lo veo poco probable por ahora—, ya que, pese a que el proyecto lleva tiempo sobre la mesa con diferentes guiones, resucitar a Máximo Décimo Meridio resulta cada vez más ilógico e inverosímil. Aunque, claro, en esto de la “sequelitis” hemos visto cosas mucho más absurdas.
Por otro lado, Russell Crowe, con algún kilito de más, regresa con un thriller psicológico que podría ser la primera película en estrenarse en cines estadounidenses tras la crisis del COVID-19, siempre y cuando la pandemia lo permita, claro.
El tráiler no ofrece nada nuevo bajo el sol; más bien parece un remake de Carretera al infierno o cualquiera de las muchas cintas de psicópatas al volante que ya conocemos. Pero, como siempre, le daremos el beneficio de la duda.
La dirección corre a cargo de Derrick Borte, responsable de películas como London Town y American Dreamer.
Habrá que ver si el film consigue algo más que llenar los cines medio vacíos con esa fórmula de “psicópata en carretera” que Hollywood parece adorar.
He tenido el placer de visitarla en dos ocasiones; aunque en mi última visita, el pasado verano, sólo pude contemplarla brevemente desde el exterior, ya que el amable señor encargado de la tienda —que, eso sí, permanecía abierta— nos explicó que por problemas en el sistema de refrigeración la casa tenía un horario de verano bastante reducido.
Este lugar, lleno de simbolismo y cargado de una intensa emotividad, fue testigo de la gestación de algunas de las obras más significativas de Federico, como Así que pasen cinco años, Bodas de Sangre, Yerma o El diván del Tamarit.
Fue también desde aquí que el gran poeta tuvo que huir a principios de agosto de 1936, refugiándose en casa de los Rosales, para acabar siendo apresado y llevado al gobierno civil de Granada, antes de su trágico asesinato en algún punto entre Víznar y Alfacar.