30 de septiembre.
Se acabó lo bueno. Las vacaciones llegan a su fin y toca plegar velas, cerrar la sombrilla y guardar las chanclas en el fondo del armario hasta nuevo aviso. Queda atrás un mes cargado de momentos irrepetibles, de esos que se instalan en la memoria como postales vivas: días de salitre y paseo por La Antilla, puestas de sol en El Portil, y esa maravillosa sensación de no saber qué hora es en la encantadora isla de Gran Canaria.
Ya iré contando con calma y por entregas lo vivido, saboreado y respirado durante estas semanas, que han dado para mucho más que relax. Ha habido paseos, lecturas, pescadito frito, encuentros, silencios y algún que otro pensamiento de esos que se te cuelan entre la brisa y el café.
Mañana toca volver al tajo, y sinceramente no me apetece mucho. Pero casi mejor así, sin tiempo para asimilar el cambio. Me consuelo pensando que durante unos días aún tendré en el rabillo del ojo las imágenes, olores y voces de estas vacaciones, como una especie de eco cálido antes de sumergirme del todo en la rutina.
Volvemos al ruedo, y por supuesto también me pondré al día con todo lo que se ha cocido en este universo bloguero. Gracias de corazón a quienes os acordasteis de este espacio y me mandasteis buenos deseos durante el mes de septiembre. Da gusto volver cuando uno se siente esperado.
Nos leemos pronto.