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8.2.07

La araña


.Siempre es grato disfrutar, en una tarde invernal y tras una auténtica mañana de perros pasada por agua, de una de esas películas de serie B americanas de los años 50, hechas con más corazón que medios.

En este caso, se trata de una cinta dirigida por Bert I. Gordon en 1958, en la que un hombre desaparece misteriosamente al volver a casa una noche. Su hija Carol, junto con su novio, se lanza en su búsqueda, adentrándose en una inquietante cueva. Pronto descubrirán la causa de la desaparición: una araña gigante que no tarda en sembrar el pánico y la destrucción en la ciudad.

Como muchas otras películas del género y la época, fue rodada en blanco y negro, probablemente porque ni siquiera se plantearon hacerlo en color, dados los evidentes límites presupuestarios. Pero lo que sí posee es ese encanto visual y nostálgico que caracteriza a tantos títulos de la época, como El increíble hombre menguante o Ultimátum a la Tierra.

Lo más reseñable —y entrañable— son sus efectos especiales básicos y artesanales, que hoy en día provocan más sonrisas que sustos. Basta ver el fotograma del primer plano del ataque de la araña para entenderlo: cartón-piedra, maquetas y mucho ingenio.

Aun así, es de agradecer que en aquellos años hubiera realizadores capaces de contar este tipo de historias con tan pocos medios, creando películas que hoy son auténticos clásicos para los coleccionistas y amantes de la ciencia ficción.

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