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12.11.06

Gregory Peck

Era de esos actores que caían bien a todo el mundo. Quizás porque, en la mayoría de sus películas, interpretó a hombres rectos, íntegros, nobles. Pero también supo encarnar con solvencia a personajes radicalmente opuestos: ¿se puede interpretar a alguien más sádico y despiadado que el Doctor Mengele en Los niños del Brasil?

Gregory Peck nació el 5 de abril de 1916 en La Jolla, California. Hijo de padres divorciados, se crió con su abuela, gran amante del cine, quien seguramente sembró en él esa primera semilla de pasión por la interpretación. Inició estudios de medicina en la Universidad de Berkeley, pero los abandonó para ingresar en la Neighborhood Playhouse de Nueva York, donde comenzó su formación como actor.

Tras un breve paso por Broadway —que resultó exitoso— debutó en el cine en 1944 con Días de gloria. Su consagración llegó pronto: por su segunda película, Las llaves del reino, fue nominado al Oscar, iniciando una de las trayectorias más brillantes del Hollywood clásico.

A lo largo de más de 70 películas, trabajó con algunos de los más grandes directores de su época y protagonizó títulos esenciales del cine del siglo XX:

  • Recuerda (1945) de Alfred Hitchcock

  • Duelo al sol (1946) de King Vidor

  • La barrera invisible (1947) de Elia Kazan

  • El proceso Paradine (1948) de nuevo con Hitchcock

  • Las nieves del Kilimanjaro (1952) de Henry King

  • Vacaciones en Roma (1953) de William Wyler

  • Moby Dick (1956) de John Huston

  • Horizontes de grandeza (1958)

  • Los cañones de Navarone (1960)

  • El cabo del terror (1962), junto a Robert Mitchum

  • La profecía (1976), un clásico del terror

  • Los niños del Brasil (1978), donde interpretó al mismísimo Mengele

Pero fue en 1962, con Matar a un ruiseñor, cuando logró su merecido Oscar por interpretar al abogado Atticus Finch. El personaje, símbolo de la integridad moral y la justicia, fue elegido años después por el American Film Institute como “el mayor héroe cinematográfico de todos los tiempos”. El propio Peck siempre afirmó que era su papel favorito, y no es difícil entender por qué: Finch encarna valores que hoy más que nunca siguen siendo imprescindibles.

Respetado, querido y admirado dentro y fuera de la industria, Gregory Peck fue una figura alejada de escándalos y siempre mostró una elegancia natural, tanto en sus interpretaciones como en su vida personal. En sus últimos años, se mantuvo activo impulsando campañas culturales y animando a los jóvenes a leer, participando en programas de lectura en bibliotecas públicas. De esa etapa se sentía particularmente orgulloso.

Su última gran aparición en cine fue en Viejo Gringo (1989), junto a Jane Fonda y Jimmy Smits. Años después, participó en un breve cameo en el Cabo del miedo (1991), dirigida por Martin Scorsese, remake de la película que él mismo protagonizó en 1962.

Gregory Peck falleció en la noche del 11 al 12 de junio de 2003, en Los Ángeles, a los 87 años. Nos dejó uno de los rostros más nobles y auténticos que haya dado el cine.

Descanse en paz uno de los grandes. Descanse en paz Atticus Finch.


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