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27.9.06

Paquirri y Yiyo

Un año más, y ya van 22, vuelven a repetirse en televisión las mismas imágenes que conmocionaron a toda España. Se conmemora otro aniversario de aquella fatídica tarde en Pozoblanco (Córdoba), el 26 de septiembre de 1984, un día que marcó para siempre la historia de la tauromaquia y la memoria colectiva del país. Año tras año, los reportajes en distintas cadenas recuerdan con cruel parsimonia la trágica cogida y posterior muerte del diestro Francisco Rivera “Paquirri”.

Aquellas imágenes desgarradoras, en las que Paquirri veía cómo se le escapaba la vida y señalaba a los médicos con una mezcla de dolor y valentía, siguen clavadas en la retina de todos. Su vida se apagó en el trayecto de Pozoblanco a Córdoba, y esa tarde de tormento y tragedia se ha convertido en un símbolo imborrable del peligro y la dureza que rodean la profesión taurina. Testimonios conmovedores, imágenes inéditas, fotografías de aquel día y entrevistas retrospectivas vuelven a inundar las pantallas y las revistas, cuyos tonos amarillentos parecen querer reflejar el paso inexorable del tiempo.

Pero la fatalidad no quedó allí. Apenas un año después, en la madrileña plaza de Colmenar Viejo, otro integrante del cartel de Pozoblanco fallecía también a causa de una mortal cornada, esta vez a manos de un toro llamado “Burlero”. Se trataba de José Cubero “Yiyo”, un joven con apenas 21 años que prometía un brillante futuro. El tercer integrante del cartel, Vicente Ruiz “El Soro”, arrastra hoy las secuelas de aquella trágica época: camina con muletas tras no haber podido recuperarse completamente de varias lesiones de rodilla y numerosas operaciones.

A estas desgracias se sumó el asesinato del ganadero encargado de aquella tarde en Pozoblanco y otros episodios dolorosos que ensombrecieron aún más la historia de ese día.

Han pasado ya más de dos décadas, y quizás sea momento de dejar descansar en paz a estas dos figuras emblemáticas de la fiesta nacional más representativa de España. Que el recuerdo sea honor y homenaje, pero que la tragedia deje paso al respeto y la reflexión sobre la vida y la muerte en el arte y el peligro del toreo.


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