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16.11.06

Juan Antonio Canta

Se llamaba Juan Antonio Castillo, aunque para la mayoría siempre fue "El Patuchas", apodo heredado de su etapa en el grupo cordobés Pabellón Psiquiátrico. Más tarde, cuando emprendió su camino en solitario, adoptó el nombre artístico de Juan Antonio Canta, con el que firmó una breve pero intensísima trayectoria musical marcada por la originalidad, la sátira y una sensibilidad poco común.

Showman, cantautor, juglar de cafés-concierto, hombre orquesta, performer... Se le podían atribuir mil etiquetas, pero ninguna hacía del todo justicia a su arte. Era un creador inclasificable, capaz de aunar el humor más disparatado con una profunda visión crítica del mundo que le rodeaba. Era parodia, sí, pero también ternura, poesía, audacia melódica y ruptura de normas. Un artista auténtico.

En su momento, como tantos, yo también me quedé con lo fácil: con la gracia, con la risa inmediata de su tema más conocido, "El rap de los 40 limones". No vi el trasfondo, no supe ver —o no quise ver— lo que realmente decía aquella letra. Pero con el tiempo uno aprende a escuchar un poco más allá del estribillo pegajoso, y se da cuenta de que aquel “un limón y medio limón” escondía más verdad, más crítica y más talento del que parecía.

El éxito le llegó de golpe, y por el sitio menos deseado: el programa de Pepe Navarro, con go-gós incluidos, le encasilló en un personaje que no era él, o al menos no del todo. Su canción más desenfadada se convirtió en éxito del verano del 96, pero a costa de reducir su obra a una caricatura. Y él, que era ironía pura, no pudo —o no quiso— romper la cuarta pared para guiñar al espectador. Se dejó arrastrar.

Muchos dicen de él que fue el más grande cantautor por descubrir, y no les falta razón. Incluso grupos como La Cabra Mecánica han versionado sus temas, reconociendo su talento. Además de músico, fue poeta y autor teatral. Varias de sus obras han sido representadas años después de su muerte, prueba de que su obra sigue viva y resonando entre los que alguna vez supieron escuchar más allá del chiste.

Falleció en su domicilio de Córdoba en las navidades de 1996. Su cuerpo fue hallado con indicios de ahorcamiento. Tenía solo 30 años.

Descanse en paz, Juan Antonio Canta. Malabarista de la palabra, creador irreverente, artista irrepetible. Que este recuerdo sirva como un humilde homenaje, diez años después, a quien mereció mucho más que la risa rápida de un público que no supo —o no quiso— mirar más allá del estribillo.

Un consejo: si alguna vez escuchas "El rap de los 40 limones", hazlo con otros oídos. Quizá te sorprenda lo que encuentras.



4 comentarios:

Maya dijo...

Me sigue tirando un pelín más Johan Sebastian.

Alberto López Cordero dijo...

Es como comparar las churras con las merinas, no tiene nada que ver una cosa con la otra.

Anónimo dijo...

Me acuerdo.salía en el misisipi con pepe navarro.

Sonofotlon dijo...

Hola Alberto. Ojalá puedas conseguir ese video, me gusto la historia de él. Estando en argentina no puedo conseguirlo y me hiciste intrigar. Por lo que te leo personas así valen la pena tenerlas siempre presente. Es feo ver que un gran artísta pase desapercibido por la vida sin que nadie se detenga a prestar la atención correspondiente a su obra que seguramente nos llevará mas allá del facilismo.
Muy buenos sus artículos.