Lo he admitido en más de una ocasión: sí, yo también veo programas del corazón. Suelo seguir “Aquí hay tomate” con bastante asiduidad, y con menos frecuencia, y más por complacer, “Dónde estás corazón” y “Dolce Vita” —antes conocida como “Salsa Rosa”.
Desde hace varias semanas emiten en Tele 5 un programa llamado “Hormigas blancas”. Un espacio dedicado a rebuscar en todo tipo de imágenes de archivo, noticias antiguas y declaraciones de las “celebridades” del famoseo español.
He leído algo sobre cómo se realiza este trabajo documental y me parece fabuloso. El equipo investiga en hemerotecas años comprendidos entre 1950 y 2000. Tras una primera selección de 300 publicaciones, trabajan sobre unas 150, entre ellas algunas revistas ya desaparecidas como Ama, Gaceta Ilustrada, Catherine, Bocaccio, Garbo, Miss, Jano, Los Españoles, Por Favor, Play Lady, Doña, Cotilleo Semanal, Libera, Vale, Chiss, Sal y Pimienta, Protagonistas o Primera Plana, entre otras.
Además, el programa ha adquirido imágenes de archivo emitidas en España, en televisiones hispanoamericanas e incluso en la BBC británica, con material de “año de la pera”, que complementan las hemerotecas para recrear épocas históricas y recordar aspectos de los personajes que seguro prefieren que no vuelvan a salir a la luz.
Esta semana le tocó el turno a Isabel Preysler, cuya biografía no voy a resumir porque doy por hecho que todo “quisqui” la conoce. Pero sí quiero contar la única vez que la vi en persona.
Fue hace unos doce o trece años, en la inauguración de una sucursal de una famosa marca de cerámicas y baldosas (que ha anunciado durante mucho tiempo —y como no me pagan, no la nombro). Nos consiguieron unas invitaciones para el ágape inaugural, al que acudía la Preysler como madrina o maestra de ceremonias.
Cuando llegó, el revuelo fue generalizado: el personal, los fotógrafos y las cámaras acudieron raudos y veloces, como hormigas (no sé si blancas o no) al lado de la filipina. Mi cuñado Rafa y yo, que no somos precisamente el centro de atención ni admiradores de estas celebridades, optamos por escondernos en un rincón apartado, dejando que nuestras “jefas” contemplaran el terso cutis de la ex de Julio Iglesias.
Pues bien, no sabemos cómo, sin darnos cuenta, como una estampida, toda la muchedumbre que idolatraba a la musa nos llevó hasta nuestro rincón. Allí estábamos, Rafa y yo, contra las cuerdas, solos con la Preysler, cual guardaespaldas, acribillados a flashes y cámaras, bajo cientos de miradas.
Fueron unos segundos de cierto “agobio mediático” y popular, jejeje… Por suerte no ha vuelto a repetirse semejante situación. Y si al menos hubiese sido la Michelle Pfeiffer, habría merecido la pena.
2 comentarios:
Así nos va, encumbrando a especies como esta que el único mérito que tienen es conseguir vivir como una reina sin dar ni golpe.
Siempre he tenido curiosidad de cómo era la vida de esta señora en Filipinas, qué le hizo venir aquí y cómo consiguió meterse en la Jet. Menuda máquina de hacer dinero la marca "Preysler".
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