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14.3.07

Se vende el castillo de Drácula

No es broma. El castillo en el que residió —al menos durante parte de su inquietante existencia— Vlad Tepes, más conocido como Vlad el Empalador, figura histórica que inspiró a Bram Stoker para dar vida al eterno conde Drácula, ha salido al mercado inmobiliario. Así, como quien vende un dúplex en la periferia o un apartamento con cocina americana. La diferencia, eso sí, radica en el precio... aunque, siendo sinceros, tal y como está el mercado inmobiliario en España, pronto dejará de ser tan abismal.

Tras la caída del régimen de Ceaușescu en 1989, la princesa Ileana —quien durante años vivió exiliada— volvió a Rumanía con la firme intención de recuperar su legado patrimonial. Uno de sus principales objetivos: el castillo de Bran, una joya de piedra encaramada en los Cárpatos y con siglos de historias reales y ficticias clavadas en sus muros. No fue fácil. Hubo que enfrentarse a un sinfín de trámites, litigios, gestiones y burocracia rumana de la más densa. Pero en mayo del pasado año, por fin, la familia Habsburgo recuperó su propiedad tras desembolsar unos modestos 20 millones de euros. Peccata minuta para quien se precie de tener linaje y ambición.

El plan, naturalmente, era venderlo por una cifra bastante más elevada, alegando que el mantenimiento del castillo no es precisamente como el de una casa de campo en La Vera. Ya hay inversores interesados y propuestas para convertirlo en parque temático. No se sabe aún si rendirá culto a Vlad Tepes, figura histórica de oscura brutalidad, o al conde Drácula, icono pop, gótico y eterno, amante del buen vino... si es rojo y con cuerpo.

Yo, por mi parte, ya he hecho números. Sólo me faltarían unos 100 millones de euros —nada que no resuelva una buena primitiva— para hacerme con él. Prometo ser un propietario ejemplar: empezaría por alicatar la sala de ataúdes, sanear la cripta y convertir la torre oeste en salón de baile. Imaginen ustedes los fines de semana rurales con vistas a los Cárpatos, copas de sangre (o de Rioja, que viene a ser parecido) y noches eternas al ritmo de Bauhaus o The Cure.

Así que ya saben. Si algún alma caritativa desea contribuir a esta noble causa, acepto donativos. A cambio, prometo invitaros a la inauguración. Dress code: capa negra, mirada penetrante y mucha, mucha sed.


2 comentarios:

Manu Espada dijo...

Siempre he pensado en ir a visitar este castillo, vaya, ahora me lo puedo comprar. Me lo pensaré.

Sonofotlon dijo...

estaba en dudas si comprarme el castillo o pedir una pizza, con el hambre que tenía decidí comprarme la pizza.
Me gustaría conocer ese castillo, ya que siento un fuerte atrayente por la historia y la arquitectura de ellos.