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6.12.09

Una tarde en los canchales






Hace unas semanas, cámara en mano, me acerqué a la zona conocida como “Los Canchales”, muy cerca de la localidad de La Garrovilla (Badajoz), con la intención de presenciar uno de esos espectáculos naturales que te reconcilian con el mundo: la llegada de las grullas. Miles de ellas, agrupadas en los llanos, ofrecían una estampa que difícilmente se olvida. Sin embargo, por lo esquivas que son y la considerable distancia a la que se encontraban, fue imposible captarlas con una calidad fotográfica decente. Otra vez será.

Pero la naturaleza es sabia, y a veces te regala otras maravillas sin haberlas pedido. En este caso, el atardecer se convirtió en el protagonista inesperado. El juego de luces, la textura de las nubes y la tímida caricia del sol en retirada crearon un escenario perfecto para dejarse llevar y apretar el disparador.

De todas las instantáneas que tomé aquella tarde, hay una en especial que me tiene enamorado: la primera. No tiene filtros, ni retoques, ni ediciones mágicas. Solo la luz tal cual fue, dibujando una sinfonía de colores que parecía sacada de un cuadro impresionista. A veces no hace falta más que mirar y dejarse sorprender.

Aquí os dejo algunas de esas imágenes. Si queréis verlas con mayor detalle, clicad sobre ellas. Espero que os transmitan, aunque sea un poquito, la misma calma y asombro que sentí yo aquel día entre grullas lejanas y cielos que hablaban por sí solos.


5 comentarios:

Unknown dijo...

Qué pasada! Eso sí, el paisaje también hizo, como comentas, su parte, te lo puso fácil porque estaba precioso...

Almendra Puck dijo...

Preciosas fotos, aunque una pena que fuera imposible inmortalizar a una de esas grus grus de cerca...

LlunA dijo...

ohhhhhhhh Preciosas!!!

Calle Quimera dijo...

Preciosas fotos, Alberto, parecen postales...

Besos.

Kamenah dijo...

La segunda foto es realmente una maravilla, Alberto!!!