
Pues sí, es cierto. Me lo comentaban hace poco en una distendida charla, y no me hizo falta ser un iluminado de tres al cuarto para saber que, efectivamente, llevaban razón. Me dijeron algo así:
“A veces el ser humano cambiaría todo lo que tiene por todo lo que desea; pero todo cuanto posee es él mismo. A veces para bien, a veces para mal. Y el cambio, a ese precio, siempre va a resultar irrealizable”.
Palabras ciertas. Una vez más nos recuerdan —o “nos percatan”, que diría alguno con verbo andaluz y trago en mano— que somos y estamos aquí por una suma de circunstancias, normas, costumbres y demás vicisitudes que ya venían puestas de fábrica. ¿Injusto? Más que posible. Pero aceptar tanto a uno mismo como a esas condiciones irreemplazables puede ser, con suerte, un síntoma de buena salud mental. O al menos, de resignación digna.
Aceptar el simple y sencillo hecho de seguir disfrutando de la vida sin evaluar constantemente a los demás, sin estar más pendiente del otro que de uno mismo, ya es bastante. Pobrecillo —y “tonto-gilipoyas”, como decía Pérez, QEPD— el que desea el mal ajeno para su propio bien... Amén.
1 comentario:
Pues sí, hay que disfrutar de la vida siendo quien somos. Sólo así podremos reconocernos en los recuerdos.
Me alegra de saber de nuevo de ti.
Un abrazo.
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