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23.11.10

Los hermanos Frog


Más de veinte años matando vampiros deben hacerse eternos. O, al menos, eso es lo que uno imagina que pensarán los hermanos Frog.

La historia viene de lejos, concretamente de 1987, cuando en aquella mítica película The Lost Boys (Jóvenes ocultos), Sam Emerson (Corey Haim) conoce a dos chavales peculiares de Santa Carla: Edgar (Corey Feldman) y Alan Frog (Jamison Newlander). Los hermanos regentan la tienda local de cómics y, tras enterarse de que Sam es nuevo en la ciudad, le obligan prácticamente a llevarse un par de volúmenes sobre vampiros, asegurándole —como quien da un consejo que puede salvar la vida— que esa lectura un día le será útil. Y vaya si lo fue.

Hoy, en pleno 2010, los hermanos Frog siguen dando guerra contra los chupasangres. En las dos últimas entregas de la saga, el protagonismo recae en Edgar Frog, convertido con el tiempo en un tipo hosco, solitario y malhumorado. Las cicatrices del pasado —la pérdida de amigos, el desgaste de una batalla interminable, la rutina de la sangre— pesan, incluso en los personajes ficticios.

El tiempo no perdona. Ni en la vida real ni en la pantalla. Pero lo curioso es que, pese a los años, a las secuelas baratas, a los efectos especiales reciclados y al guión de saldo, uno sigue queriendo a los Frog como si fuesen viejos colegas. Porque hay algo reconfortante en reencontrarse con aquellos personajes que nos acompañaron en la adolescencia, aunque sea con más arrugas, menos presupuesto y algo de polvo encima. Su cruzada también es, en cierto modo, la nuestra.

Quizá hoy tengo el día un poco friki. ¿Pero quién no lo es? Ahora resulta que si te gusta el cine, eres friki del cine; si te entusiasman los cómics, eres friki del cómic; si pescas, friki de la pesca; y si fumas como una chimenea, friki del tabaco. Ya no hay aficiones: hay frikismo.

Pues sí, "semos" frikis, ¿y qué? También lo eran los hermanos Frog. Frikis vocacionales, incansables, entregados a su causa. Y como ellos, los que los vieron por primera vez hace más de veinte años y siguen aún aquí, con la estaca preparada y el VHS oxidado en una caja del trastero.

Así que que vuelvan los hermanos Frog. Que vuelvan todas las veces que haga falta. Porque en este panorama de cine clonado, a veces lo único que necesitamos es una ración de nostalgia, una buena pelea contra vampiros y una sonrisa cómplice que nos recuerde que seguimos aquí.

En la parte de arriba, los hermanos Frog en un fotograma de The Lost Boys (Jóvenes ocultos) de 1987. En la inferior, otra imagen de The Lost Boys: The Thirst (Jóvenes ocultos: Sed de sangre) de 2010. Más de veinte años separan ambas escenas, pero hay algo que se mantiene intacto: su espíritu.

1 comentario:

Penny Lane dijo...

Ya echaba yo de menos estos minireportajes educativo-culturales :)

Me suenan muchísimo.

Por cierto, todo el mundo es friki =)