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26.8.06

La casa del lago


Será una romanticada. Será cursi. Será lenta. Será lacrimógena. Será todo lo que cualquier crítico con cinismo a flor de piel pueda tachar de “melosa” o “facilona”. Pero qué queréis que os diga: me ha gustado mucho. Así, sin excusas ni justificaciones.

La casa del lago no engaña a nadie. Es una historia de amor imposible, fantástica en el sentido más literal del término. El tiempo, ese implacable enemigo de casi todo lo que vale la pena, aquí se convierte en cómplice del deseo. El pasado y el futuro cruzan cartas, el buzón se vuelve oráculo, y la muerte acecha en un rincón del calendario. Todo está servido para que los escépticos pongan los ojos en blanco. Y, sin embargo, funciona.

Keanu Reeves y Sandra Bullock están... correctos. Limitaditos, sí, como suelen. Pero quizá por eso la historia no chirría: porque no intenta deslumbrar con interpretaciones monumentales, sino sostener una emoción sutil, una esperanza frágil, casi infantil, como la de quien espera una carta en papel cuando ya nadie escribe.

El guion tiene algo de cuento sin moraleja, algo de susurro a destiempo, algo de “¿y si…?”. Y a mí eso, últimamente, me seduce más que muchas películas con pretensiones de grandeza.

¿Será la edad? Quizá. O quizá sea que uno empieza a agradecer las historias que no tienen prisa, que se detienen en una carta, en un árbol, en una mirada que tarda dos años en encontrar respuesta.

Llámalo romanticismo. Llámalo debilidad. Llámalo necesidad de creer que a veces, solo a veces, el amor también puede escribir en los márgenes del tiempo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Será... el sereno, pero a mi también me gustó... y no tenemos la misma edad eh?

Te llevo como mínimo 10 años...

Saludos!!!