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6.3.07

Adios maestro.

Hay un librito que suelo ojear con frecuencia, como quien visita a un viejo amigo cuya ironía no envejece: La cadena, de José Luis Coll. Más que un diccionario, es un juego de espejos lingüísticos, un artefacto de humor inteligente, sencillo en apariencia, pero afilado como un bisturí. Coll, con mirada aguda y verbo preciso, encadenaba palabras y definiciones como eslabones de una reflexión lúdica, crítica, a veces sarcástica y en ocasiones —sí, también— lírica. Con él, el lenguaje volvía a ser una fiesta y una trampa, una verdad disfrazada de chiste o un chiste que escondía verdades incómodas.

Uno de los ejemplos que mejor resume su ingenio:

RETROCEDER: Intentar llegar al lugar de donde nunca debimos haber...
SALIDO: Dícese del hombre que hace el amor frecuentemente con su propia...
ESPOSA: Argolla metálica que se aplica a las muñecas del reo, o mujer que hace reo al...
MARIDO: Héroe...

Y así, palabra tras palabra, frase tras frase, La cadena nos atrapaba con la sutileza de quien ha observado mucho y ha juzgado poco, pero ha entendido todo.

Hoy, José Luis Coll ha fallecido en Madrid a los 75 años. Se va un nombre imprescindible del humor español del siglo XX. Para el recuerdo queda su inconfundible tándem con Luis Sánchez Pollack, el inimitable Tip. Juntos, Tip y Coll fueron una revolución sin estruendos: elegancia, ingenio, juego de palabras y una mirada absurda —pero lúcida— sobre la vida cotidiana. Una pareja cómica de las que ya no se estilan, capaces de convertir una conversación sin sentido en alta literatura del disparate.

También nos deja sus brillantes intervenciones en programas de debate —donde hacía del comentario agudo un arte—, sus colaboraciones radiofónicas, sus artículos cargados de sátira, y sus otros libros no menos celebrados, como Epitafios o El eroticoll, donde la mordacidad y el ingenio se daban la mano con un toque de provocación.

En su memoria, seguiré felicitando a mis amigos el día de su cumpleaños con otra de sus definiciones brillantes, heredada de ese libro que tanto disfruto:

AÑOS: Unidades de medida que advierten, pero no perdonan.

Nos deja uno de los grandes. Un artesano de la palabra, un domador de la lógica, un observador tierno y feroz de la condición humana. Gracias por enseñarnos que el humor también puede ser una forma de inteligencia. Que la tierra te sea leve, maestro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Reconozco que nunca me gustaron excesivamente Tip y Col. Hacían demasiado humor de la política, aburrida hasta no poder más, pero reconozco también que en su día hacer ese tipo de humor era muy arriesgado y soy consciente de que han sido muy importantes en este país. Tampoco me gustan las acelgas, pero todo el mundo conoce sus grandes virtudes.

Hoy en día, el humor está en peligro de extinción. Y desde hace un par de días, un poquito más.

Seguro que en algún lugar, vete tú a saber donde, se estarán partiendo de risa los dos, Tip y Col, sin duda junto con Gila, Eugenio o el gran olvidado Pepe Carrol.

Por ellos...


Gaizka

José Antonio Paredes dijo...

Descanse en paz.

Hacía tiempo que no leía por estos lares, pero me he puesto más o menos al día. Por cierto, estaría bien hacer un esquelas.blogspot.com, o hacer un especial esquelas de CAMBIARÁN LOS VIENTOS... Bueno, para el aniversario de la página nos pensamos un homenaje