
Hace unos días, mencionaba la figura de Luis Rosales, ese excelente poeta granadino que, además, fue amigo personal de Federico García Lorca. La amistad que les unía era profunda y sincera; tal es así que fue en la casa de la familia Rosales donde Federico se ocultó durante aquellos días aciagos, tratando de eludir un destino que, lamentablemente, nadie pudo evitar: su detención y posterior asesinato.
Hace poco, en Semana Santa, mientras paseaba por Jerez de los Caballeros, me encontré con una inscripción en azulejos decorando la fachada de una casa. Era un breve poema de Luis Rosales, que no puedo evitar pensar que debe ser motivo de orgullo para todos los habitantes de esta bella localidad de la provincia de Badajoz.
Ignoro la vinculación exacta que tuvo Luis Rosales con Jerez de los Caballeros, pero ese pequeño homenaje poético evoca la universalidad de su obra, que trasciende lugares y épocas, y se arraiga con fuerza en los corazones de quienes lo leen. Me pareció un instante detenido en el tiempo, un susurro del pasado que aún resuena en las calles de esta ciudad.
Esos momentos en que la poesía se encuentra con el recuerdo, y el recuerdo con la historia, nos invitan a reflexionar sobre la fragilidad de la vida y la importancia de preservar la memoria de quienes nos legaron tanto con sus palabras y sus silencios.
3 comentarios:
Algo tendria que ver,eso no lo sabremos,pero muy curioso ese azulejo,bonita poesia.
buenas palabras ... es inspirador no solo para los del lugar
Alguna cosa vivió en esas calles, algo pasó en su vida allí mismito, bonitas palabras!
un besote
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