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4.5.20

Trailer de Perry Mason




Perry Mason no es, como podría pensar algún despistado, un personaje sacado de un chiste de Chiquito de la Calzada. Aunque el nombre suene a vaquero con bufanda o a pianista de salón de los años 40, lo cierto es que se trata del protagonista de una de las sagas de novelas policíacas más influyentes del siglo XX. Nacido de la pluma de Erle Stanley Gardner en los años 30, Perry Mason era, y sigue siendo, un abogado criminalista que resolvía los casos más enrevesados con temple, ingenio y una ceja siempre arqueada en modo “lo tengo todo controlado”.

Los más veteranos —esos que aún distinguen entre Raymond Burr y Marlon Brando sin necesidad de Wikipedia— lo recuerdan por la mítica serie de televisión que arrasó en la pequeña pantalla entre finales de los años 50 y mediados de los 60. Raymond Burr se metió en la toga de Mason con la naturalidad de quien ha nacido para ello: serio, sobrio, y con una mirada que podía reducir al silencio al fiscal más lenguaraz. Más adelante, en los años 80, ya entrado en carnes y con ese aire de abuelo resolutivo, Burr retomó el papel en una serie de telefilmes que mantenían el espíritu clásico del personaje, aunque ya sin tanto ritmo como en su época dorada.

Pero, como suele pasar con los iconos, Perry Mason no podía quedarse en blanco y negro.
Ahora, en plena era de plataformas, cuando uno ya no sabe si está viendo cine, serie o tráiler eterno de algo que jamás comenzará, HBO ha decidido resucitar al mítico abogado. Eso sí, con nueva cara: Matthew Rhys, que viene de demostrar su solidez en The Americans, es quien se pone esta vez en el pellejo de Mason. Y al volante de la producción ejecutiva, ni más ni menos que Robert Downey Jr., en modo “industrial del entretenimiento” tras colgar el traje de Iron Man.

La nueva versión no es un simple “remake” con filtro de Instagram. Se trata de una reinterpretación más oscura, más psicológica, ambientada en un Los Ángeles de los años 30 que huele a sudor, polvo, corrupción y whisky barato. Es decir, el caldo de cultivo perfecto para un abogado que aún no lo es del todo, y que carga más con traumas que con jurisprudencia. Un Perry Mason más humano, más roto, y por lo tanto, más moderno.

Su estreno está previsto para el próximo 22 de junio, y en un mundo donde las salas de cine languidecen como videoclubs sin luz y la pandemia del COVID-19 ha dejado tocado al sector audiovisual, no queda otra que seguir apostando por el streaming… o volver a leer. Yo apuesto por ambas.

Veremos si esta nueva encarnación está a la altura del mito, o si simplemente se queda en otra de esas revisiones con estética cuidada pero alma escasa.
Perry Mason no necesita fuegos artificiales. Le basta con un buen caso, una sala de juicios, y esa última pregunta certera, lanzada justo antes del fundido a negro.