Se habló en este blog de...

30.11.06

Starsky y Hutch

Anoche, mientras me aburría soberanamente viendo la televisión, el mando a distancia del Digital Plus me llevó hasta el dial 29, donde actualmente, con motivo del 50 aniversario de TVE, están repitiendo de forma alternada diferentes series y programas de otras épocas. Fue entonces cuando apareció en pantalla un fragmento de una serie policíaca de los años 70: Starsky y Hutch, que narraba las aventuras y desventuras de una pareja inseparable de duros policías. Una serie que fue todo un éxito en su momento.

La acción transcurría en una ciudad ficticia donde la corrupción, el contrabando y otras tropelías cometidas por un elenco muy variado de malhechores estaban a la orden del día. Protagonizada por Paul Michael Glaser y David Soul, que gracias a esta serie alcanzaron fama internacional, formaban un dúo de policías con métodos bastante diferentes entre sí, pero unidos por una estrecha amistad y un mismo compromiso con la justicia.

Imposible no destacar el Ford Torino rojo que conducían Starsky y Hutch, un auténtico icono que causó furor en la España de finales de los 70 y principios de los 80, inspirando a multitud de jóvenes a imitar la apariencia del coche pintando sus vehículos con una franja blanca sobre el rojo intenso.

Tampoco hay que pasar por alto el papel de Huggy Bear, el confidente y soplón que a veces les ayudaba y otras veces les metía en los mayores líos, un personaje entrañable y clave en la dinámica de la serie.

Hace unos años incluso compré el juego para PlayStation 2 basado en sus historias, aunque, como suele suceder con este tipo de adaptaciones, no hacía demasiado honor a la serie original. Tampoco convenció demasiado la adaptación para la gran pantalla que se hizo hace unos años con Ben Stiller y Owen Wilson, donde lo más destacable fue el cameo que hicieron los actores originales, Glaser y Soul. Lástima que ya no se emitan series así.

Por cierto, aún conservo una réplica en miniatura del coche, aunque sin la línea blanca porque al ser adhesiva se despegó al poco tiempo, un pequeño tesoro de aquellos años.


29.11.06

Diario de Jonathan Harker


Justo cuando llegué a esta conclusión oí al otro lado unos pasos pesados que se acercaban a la puerta, y a través de sus grietas vi el resplandor de una luz que se aproximaba igualmente. Luego sonó un ruido de cadenas y gruesos cerrojos al ser descorridos.Giró la llave con el chirriante sonido que produce un prolongado desuso, y se abrió la puerta.

(Bram Stoker) Drácula.1898

Cuando recordar no pueda


Cuando recordar no pueda,
¿dónde mi recuerdo irá?
Una cosa es el recuerdo
y la otra recordar.

(Antonio Machado).Cantares y Provervios.1924

27.11.06

007 Casino Royale


Nueva aventura del mítico agente secreto creado en los años 50 por Ian Fleming, y nuevo protagonista dando vida al icónico 007: Daniel Craig, hasta ahora bastante desconocido para el gran público. La película recupera el espíritu más clásico de los primeros Bond, aquellos encarnados por Sean Connery, aunque en mi opinión se queda bastante lejos del original y genuino James Bond.

El inicio del film es bastante frenético, con una persecución que recuerda al estilo de las películas japonesas, realmente espectacular. La trama, en general, resulta entretenida, aunque buena parte del metraje —un poco excesivo, en mi opinión— transcurre en un casino, donde no falta la emoción y el suspense característicos.

Se echa mucho en falta a personajes imprescindibles de la saga, como Moneypenny, secretaria de M, que en esta película vuelve a ser interpretada por Judi Dench, y también a Q (o en su caso a R), ya que tras el fallecimiento del actor Desmond Llewelyn, que encarnó al personaje en 17 ocasiones, el testigo pasó a John Cleese. Tal vez hayan prescindido de ellos para mostrar una renovación en muchos aspectos.

Este nuevo Bond es algo más rudo y tosco, y no me refiero solo al físico de su protagonista, que fue muy cuestionado antes del rodaje.

En definitiva, no defrauda, pero creo que con un poco más de chispa y ritmo se podía haber conseguido un resultado más ameno y memorable.


25.11.06

¿15 años sin Freddie Mercury?


Se cumplen hoy 15 años de la triste desaparición de una de las últimas grandes estrellas del rock con personalidad propia. Pero, a la vez, es también el aniversario del nacimiento de una leyenda. Porque durante todo este tiempo, su figura, su talento, su legado y ese espíritu inconfundible de rebeldía y provocación no solo no se han apagado, sino que siguen tan vivos como siempre. Han sido quince años de recopilatorios, libros, documentales, tributos, musicales inspirados en su obra, giras conmemorativas —como la de Queen + Paul Rodgers— y el anuncio de una película biográfica largamente esperada. Quince años en los que su voz, sus gestos, su fuerza y su carisma han seguido resonando con la misma intensidad con la que estremecía estadios llenos de almas electrificadas. ¿Se fue? ¿O acaso ha estado más presente que nunca? Para quienes seguimos escuchando su música como el primer día, la respuesta es evidente. “The show must go on”, cantaba en una de sus últimas canciones. Y así ha sido. El espectáculo ha continuado. Porque cuando el arte nace de la verdad, de la entrega absoluta y del genio, no hay muerte que lo detenga. Freddie Mercury, allá donde estés: gracias. Por tanto. Por todo.

23.11.06

Gila


Nació, no había nadie en casa
y el nació.
Y con razón, su madre se enfadó
"No quiero que se repita, y nazcas
Cuando yo no estoy".

Creció, las bromas de su pueblo
Me contó, por poco muere uno,
Y se enfadó
Que se marche, sí no tiene
Buen sentido del humor.

Voló, en un cohete que se fabricó
Con tuercas, con albal y con cartón
Y la luna desde entonces
Siempre le sonríe al Sol..

Camisa roja como el corazón
Tu vida se merece una canción
Tus cintas guardo en un cajón.

Marchó, en una guerra absurda se alistó
De risa al enemigo le mató
Con cañones sin agujero
Y una bala con cordón

Viajó en coche, en tren, en barco
Y en avión
Y junto a una señora
se sentó
Que le dijo con detalle
Pa' que sirve el cinturon.

Llamó, no sé ni qué telefono marcó
Tampoco sé muy bien de lo que habló
Sólo sé que nos reímos
Y aplaudimos cuando colgó.

Camisa roja como el corazón
Tu vida se merece una canción
Tus cintas guardo en un cajon.

J.A Ipiña (Tontxu)

21.11.06

Que vienen,que vienen,chssss,chssss...¡¡


Entre el miedo, algo de risa y bastante estupor me ha producido este vídeo. El lado oscuro también se ha apuntado a la era digital. No hay más que ver el elenco de personajes que lo promocionan para prever el tipo de contenidos y valores que esta cadena, Libertad Digital, está dispuesta a promulgar. Aunque, bien pensado, tal vez estemos ante una revisitación moderna de los tiempos gloriosos del circo. Lo digo por la cantidad de payasos —con perdón del noble oficio— que aparecen felicitando y deseando fortuna y larga vida a la criatura mediática. Una criatura que, curiosamente, lleva por bandera la libertad de expresión y la objetividad informativa, pero que elimina la opción de comentar en los vídeos promocionales que ha colgado en YouTube. Qué cosas. Libertad, sí... pero hasta donde les interesa. En fin, no seré yo quien les suba los índices de audiencia. Que cada cual vea, escuche y decida. Pero avisado queda el que aún conserve un poco de espíritu crítico: el envoltorio puede ser moderno, pero el contenido es de manual... y no precisamente de periodismo riguroso.

16.11.06

Juan Antonio Canta

Se llamaba Juan Antonio Castillo, aunque para la mayoría siempre fue "El Patuchas", apodo heredado de su etapa en el grupo cordobés Pabellón Psiquiátrico. Más tarde, cuando emprendió su camino en solitario, adoptó el nombre artístico de Juan Antonio Canta, con el que firmó una breve pero intensísima trayectoria musical marcada por la originalidad, la sátira y una sensibilidad poco común.

Showman, cantautor, juglar de cafés-concierto, hombre orquesta, performer... Se le podían atribuir mil etiquetas, pero ninguna hacía del todo justicia a su arte. Era un creador inclasificable, capaz de aunar el humor más disparatado con una profunda visión crítica del mundo que le rodeaba. Era parodia, sí, pero también ternura, poesía, audacia melódica y ruptura de normas. Un artista auténtico.

En su momento, como tantos, yo también me quedé con lo fácil: con la gracia, con la risa inmediata de su tema más conocido, "El rap de los 40 limones". No vi el trasfondo, no supe ver —o no quise ver— lo que realmente decía aquella letra. Pero con el tiempo uno aprende a escuchar un poco más allá del estribillo pegajoso, y se da cuenta de que aquel “un limón y medio limón” escondía más verdad, más crítica y más talento del que parecía.

El éxito le llegó de golpe, y por el sitio menos deseado: el programa de Pepe Navarro, con go-gós incluidos, le encasilló en un personaje que no era él, o al menos no del todo. Su canción más desenfadada se convirtió en éxito del verano del 96, pero a costa de reducir su obra a una caricatura. Y él, que era ironía pura, no pudo —o no quiso— romper la cuarta pared para guiñar al espectador. Se dejó arrastrar.

Muchos dicen de él que fue el más grande cantautor por descubrir, y no les falta razón. Incluso grupos como La Cabra Mecánica han versionado sus temas, reconociendo su talento. Además de músico, fue poeta y autor teatral. Varias de sus obras han sido representadas años después de su muerte, prueba de que su obra sigue viva y resonando entre los que alguna vez supieron escuchar más allá del chiste.

Falleció en su domicilio de Córdoba en las navidades de 1996. Su cuerpo fue hallado con indicios de ahorcamiento. Tenía solo 30 años.

Descanse en paz, Juan Antonio Canta. Malabarista de la palabra, creador irreverente, artista irrepetible. Que este recuerdo sirva como un humilde homenaje, diez años después, a quien mereció mucho más que la risa rápida de un público que no supo —o no quiso— mirar más allá del estribillo.

Un consejo: si alguna vez escuchas "El rap de los 40 limones", hazlo con otros oídos. Quizá te sorprenda lo que encuentras.



15.11.06

Murió Jack Palance




El pasado 12 de noviembre, a los 87 años, nos dejó Jack Palance, uno de esos actores cuya sola presencia en pantalla transmitía una mezcla de dureza, carisma y misterio. Era, sin duda, “el malo más bueno de la historia del cine”.

Con su físico rudo y su mirada penetrante, encarnó villanos inolvidables en decenas de películas, pero su papel más célebre probablemente fue en Raíces profundas (1953), donde su interpretación aún hoy sobresale como un ejemplo de malvado convincente y perturbador.

El momento más sorprendente de su carrera llegó mucho después, cuando con 73 años subió al escenario en los premios Óscar para recoger la estatuilla al Mejor Actor Secundario por su trabajo en Cowboys de ciudad (City Slickers) (1991). Y es entonces cuando dio un golpe de efecto inolvidable: en lugar de agradecer el reconocimiento con un discurso típico, se puso a hacer flexiones de pura potencia, demostrando con humor y dignidad el increíble estado físico que aún mantenía a esa edad.

Jack Palance fue todo un icono: duro fuera del plano y generoso dentro de él, capaz de dotar de matices a papeles que fácilmente podrían haber sido unidimensionales. Su partida deja un hueco difícil de llenar en el cine, pero sus interpretaciones perduran para inspirar a los que amamos los personajes de carácter, complejos y con cuerpo.

Descanse en paz un grande de verdad en el arte de encarnar al enemigo.

14.11.06

34


Hoy, 34. Estoy hecho un chaval.

13.11.06

Matar a un ruiseñor


Y finalizo esta serie de posts que han resultado todo un homenaje a una de las mejores películas de la historia del cine, con la ficha tecnica y la sipnosis del film. Quien haya tenido el gusto de verla no podrá negar el encanto de esta cinta,y quien no, espero que al menos le pique la curiosidad y sobre todo disfrute de una auténtica obra maestra del celuloide.

AÑO 1962 DURACIÓN 129 min. PAÍS:EEUU
DIRECTOR Robert Mulligan
GUIÓN Horton Foote (Novela: Harper Lee)
MÚSICA Elmer Bernstein
FOTOGRAFÍA Russell Harlan (B&W)
REPARTO Gregory Peck, Mary Badham, Brock Peters, Phillip Alford, John Megna, Frank Overton, Rosemary Murphy, Robert Duvall
PRODUCTORA Universal. Productores: Alan J. Pakula & Robert Mulligan
3 Oscar: actor (Gregory Peck), guión adaptado, dirección artística / Drama. Racismo / SINOPSIS: Gregory Peck es Atticus Finch, un abogado sureño que defiende a un hombre negro acusado de violación en esta adaptación al cine de una novela de la escritora Harper Lee galardonada con el premio Pulitzer. En una ciudad del sur de los Estados Unidos, en la época de la Gran Depresión, una mujer blanca acusa de violación a un hombre negro. Aunque la inocencia del hombre resulta evidente, el resultado del juicio es tan previsible que ningún abogado haría nada para evitarla... excepto Atticus Finch, el ciudadano más respetable de la ciudad. Su compasiva defensa le cuesta muchas amistades, pero le otorga el respeto y la admiración de sus dos hijos, huérfanos de madre.
Suprimido el video.Parece ser que youtube me ha pillado manía.

12.11.06

Gregory Peck

Era de esos actores que caían bien a todo el mundo. Quizás porque, en la mayoría de sus películas, interpretó a hombres rectos, íntegros, nobles. Pero también supo encarnar con solvencia a personajes radicalmente opuestos: ¿se puede interpretar a alguien más sádico y despiadado que el Doctor Mengele en Los niños del Brasil?

Gregory Peck nació el 5 de abril de 1916 en La Jolla, California. Hijo de padres divorciados, se crió con su abuela, gran amante del cine, quien seguramente sembró en él esa primera semilla de pasión por la interpretación. Inició estudios de medicina en la Universidad de Berkeley, pero los abandonó para ingresar en la Neighborhood Playhouse de Nueva York, donde comenzó su formación como actor.

Tras un breve paso por Broadway —que resultó exitoso— debutó en el cine en 1944 con Días de gloria. Su consagración llegó pronto: por su segunda película, Las llaves del reino, fue nominado al Oscar, iniciando una de las trayectorias más brillantes del Hollywood clásico.

A lo largo de más de 70 películas, trabajó con algunos de los más grandes directores de su época y protagonizó títulos esenciales del cine del siglo XX:

  • Recuerda (1945) de Alfred Hitchcock

  • Duelo al sol (1946) de King Vidor

  • La barrera invisible (1947) de Elia Kazan

  • El proceso Paradine (1948) de nuevo con Hitchcock

  • Las nieves del Kilimanjaro (1952) de Henry King

  • Vacaciones en Roma (1953) de William Wyler

  • Moby Dick (1956) de John Huston

  • Horizontes de grandeza (1958)

  • Los cañones de Navarone (1960)

  • El cabo del terror (1962), junto a Robert Mitchum

  • La profecía (1976), un clásico del terror

  • Los niños del Brasil (1978), donde interpretó al mismísimo Mengele

Pero fue en 1962, con Matar a un ruiseñor, cuando logró su merecido Oscar por interpretar al abogado Atticus Finch. El personaje, símbolo de la integridad moral y la justicia, fue elegido años después por el American Film Institute como “el mayor héroe cinematográfico de todos los tiempos”. El propio Peck siempre afirmó que era su papel favorito, y no es difícil entender por qué: Finch encarna valores que hoy más que nunca siguen siendo imprescindibles.

Respetado, querido y admirado dentro y fuera de la industria, Gregory Peck fue una figura alejada de escándalos y siempre mostró una elegancia natural, tanto en sus interpretaciones como en su vida personal. En sus últimos años, se mantuvo activo impulsando campañas culturales y animando a los jóvenes a leer, participando en programas de lectura en bibliotecas públicas. De esa etapa se sentía particularmente orgulloso.

Su última gran aparición en cine fue en Viejo Gringo (1989), junto a Jane Fonda y Jimmy Smits. Años después, participó en un breve cameo en el Cabo del miedo (1991), dirigida por Martin Scorsese, remake de la película que él mismo protagonizó en 1962.

Gregory Peck falleció en la noche del 11 al 12 de junio de 2003, en Los Ángeles, a los 87 años. Nos dejó uno de los rostros más nobles y auténticos que haya dado el cine.

Descanse en paz uno de los grandes. Descanse en paz Atticus Finch.


11.11.06

Robert Mulligan


Robert Mulligan nació en Nueva York el 23 de agosto de 1925, estudió en la Universidad de Fordham antes de servir en la Marina norteamericana durante la Segunda Guerra Mundial. Al finalizar ésta, trabajó en el departamento editorial del diario New York Times, aunque lo abandonó pronto para comenzar su carrera en el mundo de la televisión.

Empleado por la cadena CBS, Mulligan se forjó en la televisión en puestos auxiliares, trabajando como “chico de los recados”. Perseveró en su trabajo, aprendiendo los entresijos del medio, de tal forma que en 1948 ya se encontraba dirigiendo importantes series dramáticas. En 1959 ganó un Premio Emmy por su trabajo de dirección en "The Moon and Sixpence", una producción televisiva que supuso el debú televisivo en los Estados Unidos de Sir Laurence Olivier.

En 1960 Robert Mulligan dirigió su primera película para la gran pantalla y dos años después recibió un enorme reconocimiento así como sendas nominaciones como mejor director en los Premios Oscar y el Directors Guild of America por su obra "Matar un ruiseñor" (To Kill a Mockingbird) basada en la novela de Harper Lee.Gregory Peck se hizo merecedor del único Oscar de su carrera. La película también ganaría el Oscar al mejor guión adaptado. En 1972 sería nominado también para recibir un Globo de Oro como Mejor Director y un nuevo Directors Guild Award por su exitosa "Verano del 42” (Summer of '42).
Director con una carrera irregular otros títulos destacados de su filmografía son "Camino de la jungla"(1962), "La rebelde"(1965) y "Bésame y esfúmate"(1982).Su último trabajo como director data de 1991,"Verano en Luisiana".

10.11.06

Harper Lee




Nelle Harper Lee nació el 28 de abril de 1926 en Monroeville, Alabama: la menor de los cuatro hijos del editor periodístico y abogado Amasa Coleman Lee (modelo del ya legendario Atticus Finch de "Matar a un Ruiseñor) y de Frances Finch. Al morir prematuramente la madre, el padre se hizo cargo de los chicos. En la escuela primaria, Harper se hizo amiga de un chico que vivía con unas tías, Truman Person, quien años después, adoptado por su padrastro, cambiaría ese apellido por el de Capote y se haría muy famoso como escritor y como personaje.

Harper, en la huella de su queridísimo padre, estudió abogacía, pero seis meses antes de graduarse dejó la universidad para ir Nueva York con la idea de dedicarse a la literatura. Se instaló en un modesto apartamento sin agua caliente que pagaba con su sueldo de empleada en dos aerolíneas, al tiempo que empezaba a emborronar una serie de historias inspirada en personajes y situaciones de su infancia. Estos textos pasaron por las manos de dos editores antes de ser publicados, en 1960, bajo el título" Matar a un ruiseñor". Exito de público y de crítica, Premio Pulitzer en 1961, magistralmente llevada al cine en 1962 por Robert Mulligan con un excelente Gregory Peck, la novela generó a Harper Lee una fama que no deseaba y a la que trató de sustraerse por todos los medios.
Este libro ha generado un culto que se mantuvo a lo largo de décadas y en la actualidad sigue interesando sobre todo a los lectores más jóvenes de EE.UU. Anualmente se realizan en Alabama concursos de ensayos sobre "Matar a un Ruiseñor", a cuya entrega de premios suele asistir la escritora, actualmente una dama jovial de 80 años que sigue negándose a aparecer en televisión o a dar reportajes a la prensa gráfica (resultó un acontecimiento que hace poco le concediera una entrevista al New York Times). Lee se siente muy agradecida por esta devoción y le encanta escuchar a chicos y chicas que le dicen que ella es una persona muy importante de sus vidas, que su libro les enseñó a tener principios y a defenderlos, que su relato no ha perdido vigencia.

9.11.06

Atticus (y IV)


Atticus tiene razón. Los Ruiseñores no se dedican a otra cosa que a cantar para alegrarnos. No devoran los frutos de los huertos, no anidan en los arcones del maíz, no hacen nada más que derramar el corazón, cantando para nuestro deleite. Por eso Atticus dice que es pecado matar a un Ruiseñor.

Harper Lee (Matar a un Ruiseñor,1960) Fotografía del film dirigido por Robert Mulligan en 1962.

8.11.06

Atticus (III)



A la luz de una lámpara sin pantalla, Atticus estaba sentado, recostado contra la puerta de la fachada.Se sentaba en una silla de su oficina y leía, sin prestar atención a los insectos nocturnos que danzaban sobre su cabeza.

Harper Lee (Matar a un Ruiseñor,1960) Fotografía del film de 1962.

7.11.06

Atticus (II)


Miré abajo y vi a Atticus deambulando por allí con las manos en los bolsillos. Después de dar una vuelta por las ventanas siguió a lo largo de la baranda hasta el recinto del jurado.Miró al interior, inspeccionó al juez Taylor en su trono, y regresó al punto de partida.Yo capté su mirada y le saludé con la mano. Él correspondió a mi saludo con un movimiento de cabeza, y reanudó el paseo.

Harper Lee (Matar a un Ruiseñor,1960) Fotografía del film de 1962

6.11.06

Atticus


Atticus no hacía las mismas cosas que los padres de nuestros compañeros, nada que pudiera despertar la admiración de nadie: jamás iba de caza, no jugaba al póker, ni pescaba, ni bebía, ni fumaba... Se sentaba en la sala y leía.


Harper Lee (Matar a un Ruiseñor,1960) Fotografía del film de 1962.

2.11.06

The Wicker man

Película floja, previsible y saturada de tópicos que hemos visto mil veces. Tenía potencial para desarrollar algo mucho más interesante, pero lamentablemente se queda en una historia que a los diez minutos ya empieza a aburrir.

Se trata de un remake del film británico de culto de 1973 —que aún no he visto, pero que espero sea bastante más sugerente y perturbador que esta versión insípida—. La premisa podría haber dado lugar a un thriller inquietante, pero lo que encontramos es una historia deslavazada sobre una secta que actúa impunemente en una isla, en pleno siglo XXI, con una impunidad más propia de un relato fantástico que de una narración mínimamente creíble.

Nicolas Cage, en uno de sus muchos papeles fallidos de esa época, ofrece una interpretación muy lineal, sin matices ni credibilidad. El resto del reparto no ayuda a mejorar el resultado, y se limita a cumplir sin destacar.

Tal vez pueda tener cierto atractivo para una lectura simbólica sobre el matriarcado extremo o el enfrentamiento entre géneros —que podría gustar a algunos sectores más radicales del feminismo—, pero incluso esa línea está tratada de forma torpe y sin profundidad.

En definitiva: una película fallida que deja con la sensación de haber desperdiciado una buena idea.


El monte de las ánimas

Jesús Lozano, entonces profesor del colegio Salesianos y actualmente director de la coral Fontanesa de Fuente del Maestre —con quien tuve el placer de coincidir en un par de ocasiones el último año—, fue quien nos leyó por primera vez aquella leyenda de Bécquer. Fue en cuarto de EGB, cuando aún creíamos que los fantasmas eran cosa de las películas de sábado por la tarde y no de los rincones oscuros de la literatura.

No recuerdo con certeza si fue por estas fechas, aunque algo me dice que sí. Lo que sí tengo grabado es que aquella lectura nos dejó en silencio, absortos, en un estado de fascinación que pocas veces se conseguía en una clase de lengua. Su voz pausada, su manera de entonar cada frase, de suspender el tiempo justo antes de una aparición espectral, hizo que aquella leyenda se nos quedara clavada como un alfiler invisible en la memoria.

Y es que esta noche —ya lo era entonces y lo sigue siendo ahora— es la más propicia para volver a leer a Bécquer. Una noche de vísperas, de sombra larga, de susurros que viajan entre las rendijas del tiempo. Las leyendas del poeta sevillano, llenas de romanticismo oscuro, de amores imposibles, de ecos de ultratumba, cobran vida propia en veladas como esta, en las que el otoño parece detenerse a escuchar.

La leyenda que nos leyó —quizá El Monte de las Ánimas, quizá Maese Pérez, el organista— no importa tanto por su título como por lo que nos hizo sentir: esa mezcla de escalofrío y belleza, de temor y admiración, de no saber si querías seguir escuchando... o taparte los oídos.

Gracias, don Jesús, por aquella lectura. Y gracias a Bécquer, por escribir para todas las noches como esta.

1.11.06

Halloween

Según he podido saber, la fiesta de Halloween se remonta a más de 2.500 años, cuando el calendario celta marcaba el final del año al concluir el verano, precisamente el 31 de octubre. Era el momento en que el ganado era recogido de los prados y conducido a los establos para pasar el invierno. Se creía que, esa noche, los espíritus de los muertos salían de los cementerios y buscaban cuerpos vivos donde reencarnarse. Para evitarlo, los pobladores celtas ensuciaban sus casas y las decoraban con huesos, calaveras y otros elementos siniestros para espantar a los espíritus y evitar ser poseídos. De ahí viene la tradición de decorar las casas con motivos macabros y también los disfraces terroríficos.

Sin embargo, Halloween como fiesta de masas no empezó hasta 1921, cuando se celebró el primer desfile oficial en Minnesota. A partir de ahí, otros estados se fueron sumando, y ya en los años 80 la televisión hizo el resto: casi toda serie americana que se preciase tenía su capítulo especial de Halloween. En poco tiempo, la calabaza con cara de pocos amigos se convirtió en un icono tan reconocible como la botella de Coca-Cola.

Hoy en día, Halloween es una de las fechas más importantes del calendario festivo en Estados Unidos y Canadá. Y, cómo no, desde hace años estamos asistiendo a su importación progresiva por estas tierras. A base de especiales de televisión, películas de terror “de temporada”, secciones enteras de disfraces en grandes superficies y fiestas temáticas en pubs y discotecas, nos la están metiendo doblada con bastante habilidad.

Anoche, sin ir más lejos, escuché petardos por mi zona. Y no, no era San Juan ni ningún equipo local había ganado la Champions. Me pregunté, no sin cierto temor, si también eso tendría que ver con la fiestecita en cuestión.

A este paso, Santa Claus mandará a los Reyes Magos a la cola del INEM, celebraremos el Día de Acción de Gracias con pavo relleno, sacaremos banderitas con barras y estrellas el 4 de julio, nombraremos rey y reina del baile en las fiestas de fin de curso, y cambiaremos la tostada con cachuela por un donut con pepitas de chocolate. Y sin rechistar.

Que no se me malinterprete: todo lo que sea celebrar, bienvenido sea. Pero estaría bien que, al menos de vez en cuando, también pusiéramos en valor nuestras propias tradiciones, esas que tienen siglos de historia y no vienen con envoltorio de plástico made in USA.


31.10.06

Infiltrados

No es habitual que comience diciendo que acabo de ver una película excelente, y menos aún que me haya dejado la misma sensación de satisfacción que me provocaron en su día Uno de los nuestros o Casino, también dirigidas por Martin Scorsese, quien sin duda es uno de los mejores directores de la historia del cine, al menos para mí.

Esta nueva obra de Scorsese es muy completa y consigue enganchar desde los primeros minutos. Destaca en su guion, en la trama —con algún giro inesperado muy propio de este tipo de films—, en la fotografía, en la acción, en la música y, sobre todo, en un reparto que brilla especialmente, con Leonardo DiCaprio a la cabeza. Es una película de actores, y gran parte de su genialidad reside precisamente en sus interpretaciones, a pesar de la ligera sobreactuación de Jack Nicholson, que en esta ocasión no llega a resultar molesta.

Scorsese imprime su toque de maestro, esa marca personal que solo unos pocos directores saben dar a este género tan particular.

Matt Damon está de nuevo excelente, a la espera de la tercera entrega de la saga Bourne, y la elección de secundarios es muy acertada, con destacadas presencias como Martin Sheen y Alec Baldwin.

En definitiva, me ha gustado mucho la película y sin duda la recomiendo. Si sois amantes del género policíaco puro y duro, no os va a defraudar.

30.10.06

El regreso

Primeras imágenes del proceso de grabación del que será, en 2007, el nuevo y más esperado trabajo de Michael Jackson.
Tanto sus detractores como sus admiradores lo esperan con impaciencia, sabiendo que, cuando el Rey del Pop entra en el estudio, el mundo musical contiene la respiración.

En lo personal, yo me quedo con su música. Porque su música —más allá del ruido mediático, de los juicios paralelos o de las teorías conspirativas— ha formado parte de mi vida durante tantos años que ya no sabría entender ciertos momentos sin su banda sonora de fondo.

En cuanto a calidad, no tengo dudas: Michael nunca defrauda cuando se trata de componer, producir o innovar. Su último álbum de estudio, Invincible (2001), fue un trabajo prodigioso, lleno de matices, fuerza y sensibilidad, que tuvo, sin embargo, la desgracia de ser defenestrado por la todopoderosa Sony Music, en un conflicto contractual que oscureció injustamente su recepción comercial.

Este nuevo proyecto parece representar un nuevo comienzo en todos los sentidos: artístico, personal y espiritual. Un regreso al estudio, pero también una reivindicación. La oportunidad de volver a hacer lo que mejor sabe hacer: música que trasciende épocas, géneros y etiquetas.


24.10.06

La Dalia negra

La comparación entre esta película y L.A. Confidential es inevitable, ya que ambas son adaptaciones cinematográficas de novelas de James Ellroy. No puedo opinar sobre el libro en cuestión, pues no lo he leído, a diferencia de L.A. Confidential, cuya adaptación me pareció bastante fiel a la novela original.

La Dalia Negra está dirigida por Brian De Palma, un director capaz de lo mejor y de lo no tan bueno, pero que casi nunca deja indiferente a nadie a lo largo de su filmografía. Destacan títulos suyos como El precio del poder, Los intocables de Elliot Ness, Corazones de hierro o Misión imposible.

Esta película es, ante todo, un homenaje al cine negro más puro. Aunque no llega a brillar del todo, resulta muy correcta en su planteamiento de suspense e intriga. Es cierto que en algunos momentos puede hacerse un poco lenta y pesada, incluso tediosa, pero mantiene la tensión suficiente para mantener el interés.

La ambientación es excelente, y la banda sonora, aunque suene familiar, encaja a la perfección con la atmósfera que la trama quiere crear. En cuanto al reparto, destaca sobre todo la cada vez más prestigiosa Hillary Swank, sin duda merecedora de otra nominación por este papel. Scarlett Johansson, que está cada vez más omnipresente, cumple con creces, y Josh Hartnett podría estar firmando aquí su mejor interpretación hasta la fecha.

En definitiva, una película aceptable y recomendable para los amantes del buen cine negro de siempre.