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31.8.08

Continuará...


Un año más, finalmente, ha llegado el momento de desconectar. De verdad. De echar el cierre durante un tiempo, físico y mental, a la rutina. Hoy es 31 de agosto, y mientras en la televisión y los diarios aparecen las típicas imágenes de la operación retorno —colas de coches, niños medio dormidos en estaciones, frases recicladas de cada año—, uno se dispone a hacer la maleta. Pero no para volver, sino para irse. Para marcharse por fin unos días, y dejar que el cuerpo respire, que la cabeza se airee y que el alma se oxigene.

Llega septiembre. El mes que, para muchos, marca el inicio real del año. Más que enero. Porque es ahora cuando florecen los propósitos: comer mejor, andar más, hacer limpieza en el móvil y en la vida. Septiembre es un umbral, una puerta entreabierta entre lo que fue y lo que está por venir. Es esa delgada línea —que no sé si es roja, gris o del color del mar al amanecer— que separa los días de chiringuito y siestas largas, de los relojes puntuales y los atascos con banda sonora de despertador.

Pero para mí, septiembre siempre ha sido otra cosa. El mes de mis vacaciones por excelencia. El momento en que todo el mundo vuelve y yo, como contracorriente amable, me voy. Cuando las playas se vacían, las calles se relajan y el sol sigue calentando, pero sin estridencias. Cuando el pescado sabe aún mejor, el aire huele distinto y el mundo parece bajar un poco la voz.

Y así me marcho. Con la maleta medio hecha y muchas ganas de vaciarme por dentro para volver a llenarme de otra manera. De paseos al alba por la orilla, de lecturas sin prisa ni avisos sonoros, de pescadito frito —onubense, por supuesto, el mejor del mundo, no insisto más—, de curas de sueño sin despertador. Tal vez alguna película. Tal vez una libreta en la mochila. Tal vez nada.

Intentaré espantar esas nubes negras que en los últimos tiempos se han empeñado en hacer sombra. Con suerte, el aire limpio del sur soplará fuerte, y se las llevará bien lejos, allá donde vieron naves ardiendo más allá de Orión.

Y aunque mi idea es desconectar casi por completo, puede que algún día me dé por leeros en silencio, como el Gran Hermano, pero el bueno, el de Orwell, no el del programilla de marras. Leer sin comentar, observar sin interrumpir. Como quien se asoma a una ventana conocida.

Así que, lo dicho: nos vemos. No sé cuándo, pero volveré. Porque al final, uno siempre vuelve, por ganas, por costumbre o por cariño. Que paséis un mes de septiembre fabuloso, los que volváis a la rutina y los que, como yo, aún la esquivamos un poquito más.

Abrazos grandes para ellos y besitos dulces para ellas.

Nos leemos pronto.

Yo, para todo viaje
—siempre sobre la madera
de mi vagón de tercera—,
voy ligero de equipaje. (Antonio Machado)

29.8.08

50 años

El tiempo, ese verdugo silencioso, pasa para todos. Incluso para aquellos artistas que mantenemos congelados en nuestra memoria como si fueran inmunes al desgaste. En nuestras retinas siguen siendo jóvenes, vibrantes, magnéticos. Están atrapados en una canción, en un paso de baile, en una imagen de videoclip o en una portada de vinilo. Y de algún modo, forman parte de nuestra propia banda sonora vital.

Escribir sobre uno de estos artistas —sobre uno de esos pocos que han alcanzado la cima y que allí arriba siguen, aunque los años hayan pasado— no es tarea fácil. Habría que dedicarle páginas, libros, documentales enteros. Porque estamos hablando de alguien que no sólo revolucionó el escenario, sino que se convirtió en referente universal, en icono de la cultura, en símbolo para varias generaciones que crecieron con su música, su estética, sus movimientos imposibles y su vulnerabilidad latente.

Como todo genio, tiene sus luces y sombras. Y quien quiera trazar su retrato sólo con una brocha blanca o negra, errará el enfoque. Hay quien no puede —o no quiere— separar al artista del ser humano. Hay quien olvida que detrás de cada superestrella hay también un niño, una herida, una fragilidad envuelta en oro y focos. Y así, en la adversidad, en medio del ruido, la sospecha o el juicio público, se le condenó por adelantado. La justicia mediática, esa tan rápida y tan cruel, no suele leer los matices.

Y sin embargo, ahí sigue. Intocable en lo esencial. Porque el talento —el talento de verdad— no se entierra bajo escándalos ni se disuelve con el paso del tiempo. Permanece. Como un eco. Como una luz.

Hoy cumple 50 años. Y aunque suene absurdo —y hasta poético—, tal vez él nunca debió cumplirlos. Tal vez el destino le reservaba la eternidad a los 27 o a los 33, como a tantos otros. Pero siguió. Contra todo. En su piel, en su silencio, en su aislamiento. Un Peter Pan que se resistía a envejecer, en un mundo que se empeñaba en hacerlo crecer a la fuerza.

A veces me pregunto si su leyenda sería aún más gigantesca si la muerte lo hubiera sorprendido en pleno esplendor. Pero es una pregunta cruel, ¿verdad? ¿Acaso la leyenda no está ya escrita, tatuada en la memoria colectiva, con sus errores y sus aciertos? ¿Importa acaso el color de las nubes que la envuelven, si la tormenta nos hizo bailar igual?

Porque hay artistas que nos acompañan más allá de su vida o de la nuestra. Artistas que no envejecen del todo, aunque el calendario avance. Artistas que nos recuerdan quiénes fuimos, cada vez que suena una canción.

Y hoy, que cumple 50 años, no puedo evitar sentir un nudo en la garganta. Porque no sé si celebrar ese medio siglo o lamentar que el tiempo haya pasado también para él.

26.8.08

Leyendas urbanas

A lo largo del año recibo infinidad de correos en cadena que insisten, con tono apocalíptico y cierta mala leche, en que si no los reenvío a un número determinado de personas, caerá sobre mí la maldición del Chimpancé Hebreo, la ira de la suegra de Tutankamón o el fantasma de algún palacio lúgubre, normalmente el de Linares, que parece tener más espectros censados que habitantes vivos. Y claro, uno ya no sabe si reírse o echarse agua bendita.

Internet ha sido, desde sus inicios, un caldo de cultivo estupendo para el florecimiento de todo tipo de leyendas urbanas. Y con la llegada de YouTube, el asunto ha alcanzado cotas de surrealismo que rozan lo cinematográfico. Hay vídeos que parecen sacados directamente de festivales de terror de serie B, aunque algunos están tan bien hechos que merecerían un Goya, o por lo menos una ovación en Sitges.

Especialmente memorable es uno que vi hace tiempo: una supuesta niña en un cementerio mexicano, grabada en visión nocturna por un chico que se está filmando a sí mismo mientras explora el lugar. La escena está tan bien lograda que por un momento dudas si es una broma o un nuevo expediente sin resolver de Cuarto Milenio. La cara del chaval cuando ve a la niña es tan creíble que dan ganas de invitarle a un casting.

Hoy me ha llegado otra de esas “gilipolleces cósmicas”, como me gusta llamarlas. Un montaje cutre con mensaje incluido en el que se me advierte, con la sutileza de un verdugo, que si no lo reenvío antes de medianoche a 23 contactos, sufriré siete años de desgracia, se me secarán los geranios y vendrán los cobradores del frac aunque no deba nada.

Y yo me pregunto: ¿la gente los reenvía por auténtico pavor supersticioso o simplemente para seguir la bola y comprobar cuántos incautos siguen cayendo en la trampa digital?

En fin, si ves este mensaje y no lo reenvías, no pasará absolutamente nada... salvo que un duende travieso entre en tu casa, te apague el wifi y te obligue a hablar con la gente cara a cara. Y eso, amigos, sí que da miedo.


24.8.08

Ganar perdiendo


Esa es la sensación que tengo ahora mismo, cuando apenas han pasado unos minutos desde que ha terminado la final olímpica de baloncesto en los Juegos de Pekín 2008. El marcador final ha sido de 107-118 a favor del todopoderoso equipo de Estados Unidos. Pero que nadie se equivoque: esta no ha sido una derrota cualquiera. Ha sido una batalla colosal, un espectáculo majestuoso, un duelo de titanes.

España ha jugado de tú a tú contra un combinado que muchos consideran imbatible, una constelación de estrellas NBA lideradas por Kobe Bryant, LeBron James, Dwyane Wade o Chris Paul. Pero durante los 40 minutos de juego, los nuestros —nuestros campeones— han demostrado tener el talento, la garra y la sangre fría necesaria para hacer temblar a los gigantes.

Y lo han hecho. Con corazón, con inteligencia, con una defensa feroz y un ataque brillante. Nos ha faltado poco. Muy poco. Y si alguien hoy no ha estado a la altura, han sido los árbitros. No lo digo como excusa de mal perdedor —porque no hemos perdido nada más allá del oro—, sino como un hecho visible. Las decisiones cuestionables, los criterios desiguales y ciertas concesiones descaradas al rival han empañado en parte lo que podría haber sido una gesta inolvidable.

Pero a pesar de todo, hoy hemos vivido uno de los mejores partidos de baloncesto en muchos años. Una final que ya forma parte de la historia. Porque este equipo —nuestro equipo— ha vuelto a demostrar que lo suyo no es flor de un día. Que no son promesa: son presente y futuro. Con figuras consolidadas como Pau Gasol, Navarro, Rudy Fernández, Felipe Reyes, Garbajosa, Raúl López y, por supuesto, mi paisano Calderón, cuya ausencia por lesión hoy se ha notado y mucho. Y con jóvenes prodigios como Ricky Rubio, que con tan solo 17 años ha jugado con una madurez pasmosa. Qué pedazo de jugador se está forjando.

Hace 24 años, en Los Ángeles 1984, España se colgaba la medalla de plata frente a otra generación de oro... americana. Hoy repetimos la hazaña, pero esta vez el sabor es diferente. No sólo porque les hemos plantado cara, sino porque sabemos que tenemos equipo para rato. Un grupo unido, valiente, que ha demostrado que el baloncesto español está en lo más alto del mundo.

Hemos ganado mucho más que una medalla. Hemos ganado respeto. Hemos ganado admiración. Y sobre todo, hemos ganado futuro. Hoy, más que nunca, podemos decir con orgullo: somos los mejores. Aunque el oro brille en otras manos, el corazón del baloncesto late en rojo.


22.8.08

24 años no son nada


La Historia, a veces, se repite. Veinticuatro años después de aquella inolvidable final olímpica de baloncesto en Los Ángeles, la selección española vuelve a plantarse en la lucha por el oro. Esta vez, tras una durísima semifinal en la que hemos derrotado a Lituania por 91-86, con más sufrimiento que brillantez, pero con el carácter que define a los equipos grandes. En el momento en que escribo estas líneas, aún se está disputando la otra semifinal entre Estados Unidos y Argentina, pero seamos realistas: salvo una hecatombe baloncestística, todo apunta a que nos volveremos a ver las caras con los norteamericanos.

Y eso, inevitablemente, me devuelve a 1984.

De aquella final guardo un recuerdo nítido y entrañable. Éramos chavales. Mi hermano y yo vimos la primera parte por televisión, embobados ante la pantalla, en plena madrugada veraniega. La segunda mitad la seguimos por la radio, mientras emprendíamos el viaje hacia nuestras vacaciones de agosto en Bolonia, Cádiz. Salíamos de casa a las cinco de la mañana en el Renault 12 de mi padre, con las ventanas bajadas y las mochilas apretadas en el maletero. Y allí íbamos, cruzando media Andalucía con la voz del comentarista narrando cómo los gigantes americanos, con Pat Ewing, Alvin Robertson o Sam Perkins, nos pasaban por encima con aquella superioridad tan suya. Aun así, aquel grupo —los Epi, Corbalán, Fernando Martín, Iturriaga, Solozábal— nos hizo soñar. Hicieron historia.

Sabíamos que era casi imposible plantarles cara, pero se hizo lo que se pudo. Y sobre todo, se encendió una chispa. La que años después explotaría con la generación dorada que nos ha llevado a lo más alto del baloncesto mundial.

Hoy, esa chispa arde con más fuerza que nunca.

La selección de 2008 ha madurado, ha aprendido de sus derrotas y ha asumido su grandeza. Con Pau Gasol liderando como lo que es, uno de los mejores jugadores del planeta, con Navarro encendido, con Rudy haciendo diabluras en el aire y Ricky Rubio, ese niño con mirada de adulto, asombrando al mundo con apenas 17 años. Sin olvidar a Felipe Reyes, Garbajosa, Calderón (lesionado pero presente), y a todos los que han hecho posible esta nueva hazaña.

Tal vez los estadounidenses vuelvan a ser favoritos. Tal vez vuelvan a tener más músculo, más NBA, más leyenda. Pero esta vez no somos los invitados. Esta vez venimos a competir de igual a igual. Y pase lo que pase en la final, ya hemos ganado algo que no se mide en puntos: el respeto de todos.

Bolonia sigue allí, el Renault 12 ya no. Pero el baloncesto —y los recuerdos que trae— sigue encestando en lo más hondo de nuestras emociones.


Antes de aquella final olímpica de 1984, que muchos aún recordamos como si fuese ayer, se jugó una semifinal que, para muchos, fue una auténtica gesta. España se medía nada menos que con la Yugoslavia de un joven llamado Dražen Petrović, que por entonces ya apuntaba maneras de genio y que años después acabaría convertido en leyenda. Aquel partido fue una proeza de una generación de jugadores que nos hicieron soñar despiertos: Romay, Corbalán, Iturriaga, Arcega, Solozábal, Sibilio, Chicho Creus, De la Cruz, el añorado Fernando Martín y algún otro nombre que la memoria a veces juega a ocultar. Todos ellos bajo la batuta de otro inolvidable, Antonio Díaz-Miguel, aquel seleccionador de voz suave y convicción firme que supo llevarnos a lo más alto cuando nadie lo esperaba.

Aquel grupo nos llevó a la primera gran final de nuestra historia. La disputamos contra los Estados Unidos y, aunque sabíamos que ganar era una utopía, la ilusión fue tan real que aún hoy se recuerda con el brillo de las gestas imposibles.

Este domingo, a las ocho y media de la mañana, volveré a hacer lo mismo. Me levantaré para ver la final de Pekín 2008, esta vez en soledad, con el café humeando en la cocina y el televisor como única compañía. Y no sé muy bien por qué, pero sé que algo de nostalgia se apoderará de mí. No sólo por el baloncesto, sino por lo que rodea esos recuerdos: aquel verano de 1984, la infancia, los veranos largos, las radios que narraban hazañas mientras cruzábamos España en coche, los que ya no están, los que éramos antes de saber todo lo que ahora sabemos.

A veces uno se da cuenta de que veinticuatro años, aunque sobre el papel parezcan mucho, en realidad no son nada. Apenas un suspiro. Aquel niño que madrugó para escuchar una semifinal con su hermano sigue estando dentro. Hoy ve el partido desde otro lugar, con otra edad, pero con la misma pasión.

Porque el tiempo pasa, sí, pero hay emociones que no caducan. Hay recuerdos que se quedan, como una medalla invisible colgada del alma.


21.8.08

Ayer vendrá




La tarde va a morir; en los caminos
se ciega triste o se detiene un aire
bajo y sin luz; entre las ramas altas,
mortal, casi vibrante,
queda el último sol; la tierra huele,
empieza a oler; las aves
van rompiendo un espejo con su vuelo;
la sombra es el silencio de la tarde.
Te he sentido llorar: no sé a quién lloras.(Luis Rosales)

Con profundo respeto hacia las víctimas y sus familiares del terrible accidente de aviación de ayer en Madrid.

19.8.08

Y Fermín Cacho me respondió.


Esta tarde el Campeón Olímpico de los 1500 metros en Barcelona 92, Fermín Cacho respondiendo las preguntas de los lectores en www.elpais.com analizaba la final de los 1500 metros en la que el Español Juan Carlos Higuero ha terminado quinto. Yo por probar envié mi pregunta hace un rato y cual ha sido mi sorpresa cuando he visto que ha sido una de las seleccionadas. Aquí os pongo pregunta y respuesta:
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Si en esta carrera hubiera estado el Fermín del 92 se los hubiera merendado a todos. ¿no crees que esta prueba anda algo devaluada en los últimos tiempos?. Un saludo Campeón. Alberto López Cordero 28. 18:34h.

No sé si me los hubiese merendado a todos, pero sí hubiese competido con otra actitud y otra forma. También es cierto que en los tiempos en que yo corría se corría muy rápido, ha sido la época del atletismo mundial en que más se corría, ahora falta eso. Y creo que lo que falta ahora es echarle más ganas y creerse lo que se está haciendo.
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No sé, pero a mi me ha hecho cierta ilusión que todo un campeón Olímpico, que por cierto, guardo aquella carrera en video después de tantos años, me haya respondido aunque sea a una pregunta simple y chorra. 23 añitos tenía Fermín Cacho cuando ganó aquella mítica medalla de oro en la prueba reina de atletismo. Hoy, retirado hace varios años sigue ligado al mundo del atletismo, ya que pocos como él pueden enseñar a las nuevas generaciones, que ójala dentro de unos años nos den las mismas alegrías.

18.8.08

Elvis, un muerto muy vivo

31 años después de su muerte, Elvis Presley sigue siendo objeto de miles de avistamientos, casi como si fuera una virgen de El Escorial o un OVNI.

Según he leído, el famoso cantante ha sido visto en lugares tan dispares como:

  • Una gasolinera en Montana.

  • Un supermercado en Cambridge.

  • Saliendo de un "Pizza Hut" en Southampton, Inglaterra.

  • En una oficina en Oslo.

  • Leyendo poesía en la Universidad de Penn State.

  • Haciendo autostop en Texas.

  • Manejando un camión en Tasmania.

Lo que me sorprende es que aquí en España, periodistas de la talla de Lydia Lozano no hayan al menos recibido algún testimonio de alguien que le haya visto bañándose en la playa de Torremolinos, vendiendo en un mercadillo, limpiando cristales en la Castellana, de gorrilla en Sevilla o haciendo el Camino de Santiago para redimirse de todos sus pecados.

Son muchas las teorías que sustentan a estos ilusionados que aseguran que Elvis está vivo, o que al menos no murió en 1977, entre ellas:

  • En su lápida está mal escrito su segundo nombre: debería ser Aaron y no Aron.

  • Su tumba está entre las de su padre y su abuela, y no junto a su madre, como había pedido.

  • Aunque al morir pesaba 250 libras, en el certificado de defunción figura con “solo” 170, y el certificado original desapareció.

  • Testigos de su funeral dijeron que el ataúd estaba excesivamente frío, lo que alimentó la teoría de que dentro había un cuerpo de cera mantenido con aire acondicionado.

  • Dos horas después de anunciar su muerte, un hombre muy parecido a Elvis compró un pasaje a Buenos Aires usando el alias “John Burrows”, que el propio cantante utilizó en varias ocasiones.

  • El día después de su muerte, una de sus exnovias recibió una rosa enviada por “Lancelot”, el apodo que solo ellos dos conocían.

  • Era gran seguidor de la numerología y, si sumas los números de su fecha de muerte (16-08-1977), obtienes 2001, título de su película favorita, donde un hombre reflexiona sobre la inmortalidad en un baño — curiosamente, el lugar donde se encontró el cuerpo de Elvis.

  • Poco antes de morir, perdió diez millones de dólares en un negocio inmobiliario vinculado a la mafia; se cree que ayudó al gobierno a desmantelar la red a cambio de una nueva identidad.

  • Tras su muerte, un cantante enmascarado llamado Orion empezó a dar conciertos similares a los de Elvis, y desapareció misteriosamente tras un reportaje televisivo en 1981.

  • Hasta hoy, nadie ha cobrado su seguro de vida.

Desde luego, imaginación no falta. Pero Elvis no es el único en la lista de supuestos “no-muertos”. En España también tenemos casos y el último en “desaparecer por su propia voluntad” fue Jesús Gil, aunque dudo que este personaje pasase desapercibido en cualquier isla paradisíaca.


16.8.08

Y claro, al final aparecieron los videos.

Tal como comenté, esta mañana, al abrir la página del blog, por fin estaban todos los vídeos que desde hace unos diez días había intentado subir sin éxito. Desconozco la razón por la cual, desde mi cuenta de YouTube, se produjo este retraso, que aunque no es la primera vez que ocurre, nunca se había prolongado tanto.

En fin, lo que tengo claro es que a partir de ahora seguiré subiendo los vídeos siguiendo el método que me explicaron hace un tiempo, el cual parece no dar ningún tipo de problema.


15.8.08

El polémico spot de Snikers con M.A

Este vídeo era otro de los que tenía pendiente desde hace varios días. En los tiempos que corren, uno debe andar con pies de plomo con lo que dice o hace, porque siempre aparece el típico moralista o enteradillo de turno al que todo le parece escandaloso, ofensivo o atentatorio contra la moralidad, el honor o cualquier otra cosa que, seguro, el protestante en cuestión jamás predicaría con el ejemplo, sino todo lo contrario.

Da miedo parodiar, hacer un chiste, un simple comentario o recurrir a la ironía o el sarcasmo —siempre desde un lugar divertido y con sentido del humor— sin intención de ofender, simplemente para mirar la vida desde un ángulo más ameno.

Este ha sido el caso del spot de televisión de la empresa Mars, propietaria también de la marca Snickers.

En el anuncio aparece M.A. Baracus, es decir, Mr. T (sí, el de El Equipo A), montado en un tanque y disparando chocolatinas Snickers a un corredor que practica marcha, supuestamente de una forma "amanerada". Mientras le lanza las chocolatinas, M.A. le increpa diciéndole que es “una desgracia para la raza humana” y que lo hará “correr como los hombres”.

Pues bien, según algunos, esto resulta ofensivo para los homosexuales, y han montado tal revuelo que la empresa ha decidido retirar el anuncio para no alimentar más polémicas. Curiosamente, esa polémica es precisamente lo que buscan algunos, que habrán visto una oportunidad para lanzar sus dobles moralidades.

Juzgad vosotros mismos, pero si esto es motivo para ofenderse, desde luego se acabó el humor, la parodia y cualquier forma cómica de ver la vida, gracias a cuatro amargados.


14.8.08

Dos hombres y un destino. La escena de la bicicleta

Hace un par de días, con motivo del pequeño tributo que le dediqué a Paul Newman, tenía pensado añadir además de las fotografías que ya compartí, este vídeo —o mejor dicho, esta escena— de la película Dos hombres y un destino, una de mis favoritas, dirigida en 1969 por George Roy Hill.

La escena en cuestión, que sin duda mucha gente conocerá de sobra, muestra a Butch Cassidy (interpretado por Paul Newman) ofreciendo un pequeño y divertido paseo en bicicleta a Etta Place (Katherine Ross), quien en realidad era la pareja de su compañero de fechorías, The Sundance Kid (Robert Redford). Todo ello mientras suena de fondo la célebre canción de B.J. Thomas, Raindrops Keep Falling on My Head (Gotas de lluvia sobre mi cabeza), tema que logró uno de los cuatro Óscares con los que fue galardonada la película. Además, la película se llevó premios por mejor fotografía, guion original y banda sonora original, esta última compuesta por Burt Bacharach.

Poseo desde hace tiempo una edición especial en DVD, en caja metálica, uno de esos pequeños tesoros que guardo como oro en paño. Espero que os guste tanto como a mí; apenas son tres minutillos de nada, pero seguro que os arranca una pequeña sonrisa.


13.8.08

¡¡Resuelto gracias a Drea¡¡

 

En mi total e inmensa ignorancia informática, desconocía que existían otras formas mucho más sencillas y prácticas de subir vídeos desde YouTube a un blog. Por suerte, una amiga —que también tiene blogs magníficos como "Bloglobosofía", "A dos pasos del paraíso" o "Extremadura Perdura", donde también colaboro y que os recomiendo echar un vistazo en mis enlaces— me envió un correo completísimo, con instrucciones claras y hasta ilustradas, explicándome cómo subir el vídeo simplemente pegando el código que proporciona YouTube. Así de fácil, sin líos ni complicaciones.

Mil gracias por la ayuda, amiga.

Y para celebrarlo, os dejo este vídeo: The Miracle de Queen, un curioso y divertido videoclip de 1989 en el que los chicos de la banda son sustituidos por otros más jóvenes… salvo en la estelar aparición final, cuando se unen los miembros reales con sus pequeños “clones”. Una joya para fans y curiosos.


No suben los videos de Youtube

No sé qué está pasando, pero llevo más de una semana intentando subir vídeos desde YouTube a mi blog y nada. Selecciono el vídeo, le doy a subir y aparece el mensaje de siempre: “Este vídeo aparecerá en breve en tu blog”. Pero luego… no aparece ni rastro. Ya me ha pasado antes, alguna vez se ha retrasado un par de días en alojar el contenido, pero esta vez la espera se está haciendo eterna: ¡más de siete días y nada!

No sé si ocurrirá como en otras ocasiones y de repente se “instalen” todos los vídeos de golpe, incluidos algunos que ni siquiera quería subir y que sólo puse para probar si funcionaba. Si alguien sabe qué puede estar pasando o conoce otro método para subir vídeos de YouTube sin hacerlo desde la propia página, le agradecería que me lo contase.

Algunos posts sin su vídeo correspondiente casi pierden sentido, y hubiera quedado mucho mejor poder completar el tributo a Paul Newman con alguna escena de sus innumerables películas.

¡Cagontó!

12.8.08

Paul Newman


Paul Newman se apaga. O al menos eso es lo que afirman fuentes cercanas al actor, quien, a sus 83 años, no ha podido superar una grave enfermedad que arrastra desde hace tiempo y para la cual los médicos le han dado apenas unas semanas de vida. Hablar de un gigante de la gran pantalla como él daría para mucho más que un simple post. Mi intención, sin embargo, es rendir un pequeño tributo a alguien que nos ha hecho y nos seguirá haciendo pasar grandes momentos a todos los amantes del buen cine.

La filmografía de Paul Newman está llena de grandes películas, muchas de ellas ya míticas y legendarias, pero yo guardo un cariño especial por su inolvidable papel de Butch Cassidy en la genial cinta Dos hombres y un destino, junto a Robert Redford, con quien también compartió pantalla en El golpe, ambas dirigidas por el magnífico George Roy Hill. Películas así, sencillamente, ya no se hacen.

Paul Newman no fue solo un mito, una leyenda y un icono del cine, sino también un actor excepcional que durante décadas nos regaló interpretaciones memorables, cargadas de talento y humanidad. Ojalá pueda recuperarse, pero más allá de eso, su legado perdurará para siempre.

11.8.08

Wall-E


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Viendo Wall-E, la primera duda que me asalta es si en Pixar realmente saben a qué tipo de público va dirigida esta cinta. No es que no haya escenas divertidas que sin duda harán las delicias de cualquier niño —que las hay y muchas—, pero creo que ese aspecto queda en un segundo plano. La película me da la impresión de ser, más bien, un mensaje o una autoreflexión profunda que, al menos para los adultos, resulta clara y reveladora.

Wall-E nos presenta una visión de un futuro, quizás no tan lejano, en el que estaremos cada vez más aferrados a la tecnología y lo virtual, en detrimento de las cosas que realmente merecen la pena en la vida. De hecho, esa realidad ya está ocurriendo: basta con dar un paseo por el barrio donde uno se crió para darse cuenta de que los niños casi ya no juegan en la calle. Para eso tienen consolas, internet, y hasta pueden relacionarse virtualmente, haciendo “amistades” digitales en lugar de esos viejos amigos de la calle que compartían juegos y aventuras reales.

Pocas veces una película con tan poco diálogo ha dicho tanto. Ese idealismo y esa advertencia deberían hacernos reaccionar, reflexionar y, ojalá, cambiar algo en nuestra forma de vivir y relacionarnos.

En cuanto a la parte técnica, Wall-E se sitúa sin duda entre las mejores películas de animación de la era moderna. Otro acierto más para Pixar. Tras maravillarme con Ratatouille, han vuelto a hacerlo con esta joya futurista, que combina sensibilidad, humor y una crítica social que no deja indiferente.

9.8.08

La Momia -La tumba del emperador Dragón-


Esta tarde hemos ido al cine y, para no devanarnos demasiado los sesos sobre qué película elegir, nos decantamos por esta nueva secuela de La Momia y, por extensión, las aventuras de Rick O’Connell y su familia. No quiero entrar en detalles demasiado exhaustivos sobre lo que sobra o falta en el film, pero lo fundamental —y básico en este tipo de producciones— es que no parece que se hayan esforzado mucho en esta nueva entrega.

De hecho, el esquema y el planteamiento principal del argumento resultan casi calcados de la primera película, salvo que esta vez la acción se traslada de Egipto a China. Eso sí, la historia es bastante más dinámica, con un ritmo trepidante que no da tregua desde el principio hasta el final, prácticamente sin un respiro en la acción.

La película peca un poco de infantil, aunque hay que tener en cuenta que este tipo de films está pensado principalmente para un público joven. Sin embargo, en ciertos momentos la historia se acerca peligrosamente a la ridiculez, con situaciones y personajes que pueden provocar una sonrisa más por lo absurdo que por lo intencionado.

En definitiva, de las tres entregas sin duda esta es la peor, aunque tampoco merece ser destrozada. Más bien, es para sentarse, desconectar, y disfrutarla con una bebida fresca, en una de esas tardes de verano en las que apetece algo ligero y sin complicaciones.

7.8.08

La camiseta del Motel de Norman


Hoy me he llevado una pequeña sorpresa al recibir, contra reembolso por supuesto, una camiseta que había pedido hace ya tanto tiempo que prácticamente me había olvidado de ella. La camiseta es sencilla, como podéis ver, pero a mí me gustó desde el primer momento en que la vi.

Si alguno se pregunta a qué hace referencia la impresión que lleva —“Bates Motel — Vacancy”—, aunque es un icono bien conocido para muchos, os cuento un poco más. El Bates Motel era el pequeño y solitario establecimiento que regentaba Norman Bates, el inquietante personaje interpretado por Anthony Perkins en la mítica película Psicosis (1960), dirigida por el genial Alfred Hitchcock.

La película narra la historia de Marion Crane (Janet Leigh), una secretaria modesta que aprovecha sus breves descansos en el trabajo para verse con su amante, Sam Loomis (John Gavin). La pareja desea formalizar su relación, pero sus dificultades económicas se lo impiden. Como Marion goza de la confianza total de su jefe, este le encarga ingresar en el banco 40.000 dólares, el dinero que un millonario ha pagado por una propiedad que acaba de adquirir la inmobiliaria.

Tentada por la oportunidad y tras una vacilación inicial, Marion decide huir con el dinero en su automóvil. Durante la huida, una tormenta la sorprende en plena noche, y agotada por la tensión decide pernoctar en un motel junto a la carretera, el aislado y poco concurrido Bates Motel. Allí conocerá a Norman Bates, un joven de aspecto tímido y reservado que afirma vivir con su madre enferma, quien habita en la antigua y lúgubre mansión justo al lado del motel.

Lo que sigue es historia del cine: la famosa escena de la ducha, el suspense intenso y la perturbadora revelación que convirtió a Psicosis en una obra maestra inolvidable.

Así que ya veis, esta sencilla camiseta no es sólo una prenda, es un pequeño homenaje a una de las películas más influyentes de todos los tiempos y a un personaje que marcó para siempre la historia del cine de suspense y terror.




El resto, supongo, casi todos lo conocen, al igual que sus tres secuelas, que guardo como oro en paño en una edición especial en DVD. En mi casa, además, preside el cartel original de la película, enmarcado y bien visible, un pequeño altar dedicado a esta obra maestra del cine de suspense.

Si yo fuera Norman Bates, sin duda aprovecharía cualquier recurso para promocionar el motel. Por ejemplo, este tipo de merchandising: camisetas, tazas, llaveros… ¡todo lo que sirva para ampliar una clientela que, desde que construyeron la autopista, se ha vuelto prácticamente inexistente! Ya casi nadie se detiene en aquel motel perdido al borde de la carretera.

Por supuesto, ofrecería a los viajeros un alojamiento limpio, cómodo y, cómo no, una ducha calentita para reparar los estragos de un largo y fatigoso viaje. Tal vez, el último.

Porque, en el fondo, nadie sabe qué secretos oscuros se ocultan tras aquellas paredes…

5.8.08

¿Vuelven Los Goonies?


De una posible secuela de Los Goonies —la entrañable película dirigida por Richard Donner y producida por Steven Spielberg en 1985— se han escuchado rumores desde hace décadas. Aquellos niños aventureros que nos hicieron vivir un emocionante y divertido rato ya dejaron de serlo hace tiempo, y muchos se preguntaban si alguna vez volveríamos a verlos juntos en pantalla.

Ahora, con el paso de los años, el rumor vuelve a cobrar fuerza. Se especula que la nueva generación de “Goonies” tomaría el relevo, pero que los protagonistas originales también participarían, quizás interpretando a los padres de los nuevos chicos o asumiendo otros roles importantes dentro de la historia. En la fotografía superior podéis ver cómo lucen hoy los miembros del grupo original, entre los que Josh Brolin se ha convertido en uno de los actores más reconocidos —recordado, por ejemplo, por su papel junto a Javier Bardem en No es país para viejos.

Por otra parte, lo que sí es una realidad confirmada, y que ya ha empezado a generar expectación, es la continuación de Jóvenes Ocultos (The Lost Boys), uno de mis films favoritos de los años ochenta. Esta secuela cuenta con la participación de Corey Feldman, otro de los “Goonies”, quien retoma su papel original. Aunque la nostalgia y el cariño hacia la primera parte son enormes, hay cierto recelo: ¿podrá esta continuación estar a la altura o desmerecerá en comparación con la original? Mis dudas, sin duda, son más que comprensibles.

Lo que está claro es que las películas ochenteras siguen teniendo un lugar especial en nuestro recuerdo y en la cultura popular, y que cualquier intento de revivirlas siempre genera una mezcla de ilusión y escepticismo.

4.8.08

T4, o Terminator Salvation. Primer cartel

Bueno, como podéis ver, he sobrevivido también al fin de semana rural y de terror. En estos días prometo compartir algunas fotos de la noche de miedo, porque os aseguro que si alguien despistado llegara a aparecer por confusión en la casa la noche del sábado, todavía estaría corriendo… no sé si del susto, de la risa o de la impresión.

Por otra parte, para los amantes de las sagas con solera y tradición, aquí tenéis el primer cartel promocional de Terminator Salvation, del que ya publiqué hace unas semanas el espectacular, aunque brevísimo, teaser trailer. Por lo que podemos ver, el estreno está previsto para mayo de 2009 y en la única imagen del cartel aparece un T-600, un modelo diferente al que interpretaba Schwarzenegger, que era un T-800.

Recordad que Christian Bale es el cabeza de reparto, actor al que todos esperamos con impaciencia en la esperadísima secuela de Batman Begins, titulada El caballero oscuro, la cual ha batido todos los récords de taquilla en su estreno en Estados Unidos, manteniéndose en el número uno durante tres fines de semana consecutivos, algo poco frecuente en estos tiempos.

Sin duda, la expectación por verla es enorme y promete ser uno de los grandes estrenos del año.

31.7.08

Fin de semana rural y de terror


Mañana viernes nos vamos a pasar el fin de semana a una casa rural muy cerquita del pueblo de Azuaga. En las dos o tres últimas ocasiones que hemos visitado otras casas rurales, siempre han aprovechado para tematizar el fin de semana. Esta vez, el terror es el tema elegido, así que imagino que más de uno aparecerá ataviado con disfraces y utensilios varios para pegar sustos por doquier, especialmente cuando caiga el sol.

Curiosamente, y según cuentan algunos oriundos de la zona, la casa rural a la que vamos tiene una historia particular. Al parecer, antes de ser habilitada como alojamiento, la familia que la habitaba era apodada “los raros” (sí, con toda la originalidad del mundo). Y, según una sola persona, que parece tener bastante credibilidad en el pueblo, el abuelo —o tal vez el padre, no está muy claro— era algo así como un brujo, hechicero o quién sabe qué, que no le daba buena espina a los vecinos. Por eso sufrían rechazo, miradas de soslayo y, cómo no, multitud de habladurías.

Dicen que por eso la casa es tan barata, ya que nadie quiere pernoctar allí. Aunque, la verdad, 180 euros diarios no me parece ninguna ganga. En fin, si no nos lo hubiera contado un conocido de Usagre, ni siquiera habríamos sabido nada, y la temática del terror ya estaba decidida; sin ese dato, habría sido una casa rural más entre tantas.

Hay quien teme que, con tanto susto, se termine invocando alguna especie de entidad maligna. Pero yo creo que el único “invocado” va a ser San Cogorzo, bendito patrón de los borrachánganas, cuando llevemos alguna copita de más.

En fin, si no sobrevivo a esas dos noches, prometo seguir escribiendo desde el más allá… que no debe estar tan mal cuando nadie ha vuelto para contarlo.

En la foto de arriba, la casa de mi amigo Norman Bates, en la de abajo, la casa en la que vamos a pasar este fin de semana.

27.7.08

Los siete magníficos

Federico Martín Bahamontes. Vencedor Tour de Francia 1959
Luis Ocaña. Vencedor Tour de Francia 1973
Pedro Delgado. Vencedor Tour de Francia 1988
Miguel Indurain. Vencedor Tour de Francia 1991,1992,1993,1994 y 1995
Oscar Pereiro. Vencedor Tour de Francia 2006
Alberto Contador. Vencedor Tour de Francia 2007
Carlos Sastre. Vencedor tour de Francia 2008

26.7.08

El milagro de Patrick Swayze

La fotografía es de hace apenas un par de días. Patrick Swayze, a quien todos recordamos por películas como Ghost, Dirty Dancing, Rebeldes, Le llaman Bodhi, La ciudad de la alegría y la excelente serie Norte y Sur, se presentó ante los medios con una sonrisa y levantando el pulgar en señal de buen ánimo a su llegada al aeropuerto de Los Ángeles. Patrick, que ya cuenta con 55 años, quiso mostrar a los allí presentes que el tratamiento que sigue para combatir el cáncer de páncreas, diagnosticado a principios de este año, está dando resultados esperanzadores.

Al preguntarle cómo se encontraba, Swayze sólo dijo: "Soy un milagro, tío. No sé por qué". El mes pasado, según diversas fuentes, el actor ya había dado señales de que el tratamiento contra el cáncer, que combina quimioterapia con un innovador sistema de radioterapia llamado CyberKnife, en California, estaba funcionando. Tanto es así que Swayze tiene previsto continuar con una serie que comenzó a rodar en enero, justo cuando recibió el diagnóstico de esta grave enfermedad, uno de los más agresivos y difíciles de tratar.

Por suerte, en este caso parece que la vida, el destino o quien quiera que esté más allá le ha dado la oportunidad de seguir adelante, algo que sin duda alegra a todos sus fans y a quienes admiramos su trabajo. Ojalá que estos tratamientos innovadores y efectivos estén cada vez más al alcance de cualquier persona que desgraciadamente los necesite, porque la esperanza y la ciencia deben ir siempre de la mano.

24.7.08

Carlos Sastre


En el mes de julio, las siestas están prohibidas, al menos para mí. Y no es por capricho, sino por la apasionante retransmisión del Tour de Francia, ese maravilloso evento deportivo que sigo con fervor desde 1983. Aquella inolvidable edición en la que Ángel Arroyo nos hizo soñar con la victoria española, aunque finalmente fue el francés Laurent Fignon —poco querido entonces por muchos aficionados al ciclismo— quien se llevó el maillot amarillo.

Ayer volvimos a soñar, otra vez. Después de dos años de gloria con las victorias de Óscar Pereiro y Alberto Contador —quien, por cierto, aunque ganó el Giro de Italia este año, no pudo competir en el Tour—, Carlos Sastre, ese guerrero de la bicicleta forjado en mil y una batallas, nos regaló una jornada para el recuerdo. Con sus 33 años, y la experiencia acumulada, se impuso en la etapa reina de esta edición, una de esas etapas míticas que el tiempo no olvida, y logró enfundarse por primera vez en su carrera el tan ansiado maillot amarillo.

Quedan aún cuatro etapas, incluida la contrarreloj de mañana. Tal vez Carlos no llegue vestido de amarillo a París, tal vez el himno español no suene en los Campos Elíseos este domingo, pero lo cierto es que hemos disfrutado del ciclismo en su estado más puro. Este Tour 2008 quedará grabado en la memoria, al igual que aquel de 1983, en el que otro abulense nos robó la siesta y nos regaló horas de pasión y emoción para los aficionados a este deporte. ¡Bravo, Carlos!