
Un día cualquiera después de comer.
Hora: 16:30, más o menos.
Suena el teléfono.
Gli-gli-gli, gli-gli-gli.
(Los teléfonos ya ni siquiera hacen riing-riing, como antes).
—¿Sí, dígame?
—Hola, buenas tardes, ¿podría hablar con el señor don Alberto López?
—Bueno, muchas gracias por lo de señor y don, pero no me interesa ninguna oferta de telefonía, ni de internet, ni del club Chatrefour, ni la tarjeta de compra de El Corte Thailandés. Además, me acaba usted de fastidiar mi siestecita en el sofá mientras veo, entre tinieblas, Sé lo que hicisteis...
—Perdone, pero no le llamaba por nada de eso.
—¿Ah no? ¿Y con quién tengo el gusto de hablar?
—Pues verá... soy Dios.
—¿Perdón? ¿Cómo dice?
—Que soy Dios.
—¿Dios... Juan de Dios?
—No, no. Dios, Dios. A secas.
—¿Está de cachondeo? Mire que hoy no tengo el día para cantar bajo la lluvia como Gene Kelly.
—No bromeo. Soy Dios. El único y verdadero.
—¿Dios, Dios? ¿El de “me cago en…”?
—Ese mismo, por desgracia.
—¡Coño! Pues me pilla usted medio adormilado.
—Ya, ya te veo. Perdón por interrumpirte la siesta.
—¿Cómo que me ve?
—Soy Dios. Lo veo todo.
—¡Ostras, y yo en gallumbos!
—Tranquilo. Créeme, he visto cosas peores.
—Hombre, yo en gallumbos gano mucho, pero no sé si es el atuendo más adecuado para hablar con... ¿cómo le trato? ¿Su Santidad? ¿Su Altura? ¿Majestad?
—Llámame como quieras, hijo mío. Michael Landon me llamaba el Jefe en Autopista hacia el cielo.
—Pues nada, le hablo de usted, que me sale más natural. Pero dígame... ¿cómo es que llama por teléfono y no se aparece en forma de lengua de fuego o zarza ardiente o algo más bíblico?
—Marketing celestial. Si me aparezco en plan antiguo, la gente cree que es una cámara oculta o un especial de Iker Jiménez. Esto es serio, así que optamos por lo moderno: llamada telefónica post-sobremesa. Pillas a mucha gente en casa.
—¿Y no han probado con e-mails o SMS?
—Sí, pero la gente cree que es spam celestial. Ni lo abren. San Pablo propuso hacer una web con milagros en directo y subir vídeos a YouTube, pero no nos toman en serio. Mucho influencer y poca fe.
—Normal. El personal está muy quemado. La fe se desmorona. Falsedad, hipocresía, puñaladas traperas, decepciones... dan ganas de exiliarse a otro planeta.
—Por eso te llamo. Para hablar de fe. De tu fe, más bien de tu falta de fe.
—Hombre, no lo tome como algo personal. Es que el mundo no ayuda. Mire cómo están las cosas. Como dice Ismael Serrano, las hostias siempre caen sobre los que hablan de más. Y ahora con la dichosa “crisis”, todo afecta a los de abajo, mientras el de arriba se compra otro yate.
—Ya lo sé. Llevo observándote… unos 36 años.
—¡Joder, un rato dice!
—Para mí, eso no es nada. Soy intemporal.
—Cierto, cierto. Olvidaba ese detalle.
—Y he visto tu evolución... o más bien, tu involución religiosa. Has perdido la fe. Ya no crees ni en la suerte.
—Es que este mundo está mal repartido. Y cuando uno ve que los mismos se lo llevan calentito y los de siempre siguen en la cuneta... pues la fe se evapora. Hay demasiado predicador de escaparate, demasiada moralina en oferta y muy poco gesto real.
—Pasa de ellos. Son los de siempre: tiran la piedra y esconden la mano.
—Sí, pero cuando me tocan lo personal, salto.
—Eso lo sé. Pero no justifica que, en momentos de ofuscación, menciones a miembros del Santoral como si fueran compañeros de oficina.
—¿También me ve en el curro?
—Estoy en todas partes, ya te lo dije.
—Pues ya podría echarme una mano alguna mañana. Que voy hasta las cejas.
—No puedo hacer eso. Si te ayudo a ti, tendría que ayudar a todos. Sería un caos. Además, sin fe, poco puedo hacer.
—¡Ah, claro! Sin fe no actúa. Pero... ¿y si se manifestase un poco más? Algo tangible. Por ejemplo, si me tocase la Primitiva este jueves, le juro por su barba que me reconvierto. Incluso hago una donación a la Iglesia.
—No funciona así. No se compra la fe con euros.
—Bueno, si no es por no donar. Pero uno ya no se fía ni de las ONG. Que si UNICEJA, que si Matasanos sin Fronteras, que si Cruz Colarada... de cuatro partes, trincan tres y mandan una. Y gracias.
—Alguna hay, pero no todas. En fin... veo que no estás receptivo. Tendré que enviarte una señal divina.
—Pues si puede ser que el Athletic gane la Liga, eso sí que sería un milagro en condiciones.
—Tú piensa en lo de la fe. Ya hablaremos.
—Fíjese si tengo poca fe que hasta dudo que sea usted. Podría ser un Dios falso. De esos que se descargan por eMule.
—No digas chorradas.
—Perdone, es la costumbre. Bueno, vaya con usted mismo. Y piénsese lo de la Primitiva, que eso sí que me devolvería la fe.
—Jesús, Jesús…
—Dale recuerdos de mi parte. A él y al Rey del Pop.
📷 Fotografía: Atardecer en La Antilla (Huelva). Septiembre de 2008.