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25.9.09

Patrick Swayze

Es cierto. Es posible que no fuera el mejor actor del mundo, ni que sus películas hayan entrado en los anales de la historia del cine como obras maestras incuestionables. Pero también es cierto —y no menos importante— que quien más, quien menos, ha visto alguna vez Dirty Dancing, Ghost o Rebeldes. Y aún más: que al verlas, muchos sentimos algo. Quizá ternura, nostalgia, romanticismo o simplemente el placer de una historia bien contada.

Patrick Swayze no fue Laurence Olivier ni Robert De Niro, ni falta que le hizo. Supo construir su lugar en la memoria colectiva no desde la perfección, sino desde la autenticidad. Porque hay intérpretes que, sin haber alcanzado el Olimpo de los premios o la crítica, se cuelan con naturalidad en nuestras emociones, y se quedan ahí. No sólo por lo que hicieron, sino por cómo lo hicieron. Y Swayze lo hizo con una mezcla de carisma, talento y entrega que lo convirtió en un icono.

Su carrera, más variada de lo que a menudo se recuerda, incluyó momentos brillantes en cine (A Wong Foo: ¡Gracias por todo, Julie Newmar!), en televisión (la inolvidable Norte y Sur, donde interpretó al confederado Orry Main) y en musicales como Grease, en sus inicios, donde dejó clara su habilidad para el baile mucho antes de que Baby se negara a quedarse en una esquina.

Desde que le fue diagnosticado un cáncer de páncreas, siguió trabajando. Lo hizo con una dignidad poco habitual en el despiadado universo del show business. En esta última etapa, mientras la prensa amarilla se cebaba con él —como acostumbra a hacer con quienes sufren—, Patrick salió al paso de los rumores más crueles. Incluso cuando una falsa noticia de su muerte corrió como la pólvora por los medios, tuvo el coraje de posar junto a su esposa en una fotografía tomada en su rancho. Una imagen serena, llena de verdad, donde mostraba que seguía vivo y que seguiría luchando hasta el final.

Creo que ya lo he dicho alguna vez en este espacio, pero no me resisto a repetirlo: el breve vídeo que cada año emite la Academia durante la ceremonia de los Oscar, aquel que rinde homenaje a quienes se han ido, se vuelve con el tiempo cada vez más familiar. Cada vez más cercano. Porque cada vez son más los que, de algún modo, formaron parte de nuestras vidas. Patrick Swayze falleció el pasado 14 de septiembre en Los Ángeles. En la misma ciudad en la que, apenas unos meses antes, el 25 de junio, nos dejó otra leyenda: la estrella de la canción más grande de todos los tiempos.

Hasta siempre, Orry Main.
Hasta siempre, Patrick.


 
Videoclip del tema "She´s like the wind" que el mismo interpretó y compuso incluido en la banda sonora de "Dirty Dancing" (1987), que tuvo un enorme éxito llegando al número 1 en varios paises.

24.9.09

Going back

Efectivamente, de regreso a casa… aunque ya en la recta final de la última semana de vacaciones. Esa semana fugaz, casi esquiva, que se desliza entre los dedos como arena, veloz como una estrella fugaz. Y es justo ahora cuando, como tantos otros, uno se entrega sin querer a un pequeño flashback, una retrospectiva emocional de los días de descanso vividos, como si estuviéramos ya a punto de firmar el certificado de defunción de un verano que empieza a desvanecerse. Un verano que, sin embargo, en ocasiones aún se resiste a marcharse, tanto en lo climático como en lo mental.

Yo, como mucha gente más, tengo la sensación de que el año no comienza realmente en enero, sino al término de ese paréntesis llamado vacaciones. Un nuevo ciclo que arranca para unos en julio, para muchos en agosto, y para los más rezagados, en septiembre. Una especie de enero sin uvas ni brindis, pero con idéntico deseo de empezar algo con el pie derecho.

Proponerse que el año será bueno es casi un acto de fe. A veces no depende únicamente de nuestra voluntad, sino también de las circunstancias que se alineen —o no— a nuestro favor. Por eso, en lugar de escribir listas de propósitos inasumibles, opto por andar con paso breve, pero firme. Sin prisa, pero sin pausa. Dejar que la vida venga, que me encuentre en la ribera, mirando el horizonte con más claros que nubarrones. Y si vienen nubes, que no sean negras y cerradas, sino grises pasajeras, capaces de descargar una lluvia suave, una de esas que refrescan y no arrasan. Y si la tormenta es inevitable, que al menos sirva para limpiar lo estancado y hacer reverdecer lo que aún late.

Aquí me quedo. En Cambiarán los vientos, ese pequeño refugio desde el que desordenar pensamientos, inquietudes, enfados, comeduras de coco, nostalgias y recuerdos. También músicas, lecturas, imágenes y alguno de esos eventos consuetudinarios que ocurren en las calles, en las tuyas y en las mías, en las de aquí y en las de allá. En las de todos.

Ah, y por supuesto… cine. Siempre cine.

Fotografía: Atardecer en El Portil (Huelva). Julio de 2009.


31.8.09

Continuará...

En un arrebato de originalidad, pensé en colgar el típico cartelito de “Cerrado por vacaciones”, pero está más visto que el Telediario de las 15:00. Así que, en un nuevo y audaz alarde de ingenio —y también influido, no lo niego, por mi incorregible afición a las secuelas cinematográficas eternas e imperecederas (esa saga de la vida llamada agosto)— repito por tercer año consecutivo, y sencillamente porque me da la gana, el socorrido pero esperanzador “Continuará…” (siempre y cuando las circunstancias se muestren benévolas, claro está).

No es que pretenda resultar reiterativo ni caer en la autocompasión bloguera, pero cada vez ronda con mayor frecuencia en mi cabeza la tentación de bajar definitivamente la persiana de este blog, echarle un candado con cierre de los de antaño —de los que chirrían— y arrojar la llave a un riachuelo perdido y remoto donde sólo yo sepa buscarla, si es que alguna vez decido volver.

Ahora bien, que nadie se alarme: si Cambiarán los vientos llegara a su final, eso no significaría mi despedida definitiva de la blogosfera. Qué va. Quizá abriría otro blog, tal vez uno consagrado exclusivamente al cine —como buen mitómano que soy—, o sobre la liga de fútbol en Birmania, o de corte y confección postapocalíptico, o incluso sobre la apasionante cría del berberecho en aguas dulces de Andalucía. O puede que no abra nada, y me limite a merodear sigilosamente por vuestros blogs como un Big Brother sin cámaras pero con vocación orwelliana, vigilante, silente, omnipresente.

Pero no adelantemos acontecimientos. Ha llegado el momento del descanso, del paréntesis necesario, de la evasión sin mapas. De esos días donde los relojes se desactivan y los calendarios pierden su tiranía. Tiempo de lecturas infinitas y noches que huelen a jazmín y a tinta vieja. De volver a Luis Rosales, de por fin encarar ese libro que se resiste como un toro bravo en la plaza de nuestra pereza. De recordar, como decía el poeta, que hoy es siempre todavía. De comprender —a golpe de ola, de brisa, de silencio— que nada nos pertenece. Que ni esto, ni tú, ni yo somos de nadie. Que el tiempo tiene sus propias leyes: feroces, mudas, implacables. Que hoy estamos y somos, y que mañana… ¿quién se acordará de nosotros?

A todos los que ya habéis regresado: os deseo un feliz comienzo de temporada. A quienes, como yo, estamos a punto de partir: que sepáis exprimir hasta el último segundo con la entrega de quien sabe que no hay prórroga. Y a los que, por distintas razones, no habéis podido descansar este año, todo lo mejor que pueda traeros septiembre y los que vendrán después.

Hasta entonces, amigos.
Nos vemos a la vuelta.

27.8.09

Ágora de Alejandro Amenábar.Trailer final en español.

Creo que fue en el mes de marzo cuando publiqué el primer tráiler de la nueva película de Alejandro Amenábar, Ágora. Ahora, a poco más de un mes para su estreno previsto en octubre, tenemos entre manos un teaser-tráiler un poco más completo que el primero, que nos permite asomarnos con mayor detalle a esta ambiciosa producción.

La cinta, como ya adelanté en su momento, está ambientada en el Egipto del siglo IV, y narra la historia de la brillante astrónoma Hipatia, interpretada por Rachel Weisz. Hipatia lucha por salvar la sabiduría del mundo antiguo en un tiempo convulso, mientras que su joven esclavo, Davo —personaje interpretado por Max Minghella—, se debate entre el amor secreto que le profesa y la posibilidad de alcanzar la libertad uniéndose al imparable ascenso de los cristianos.

Como suele ocurrir con películas de este calibre, en cuanto a producción y potencial promocional, los avances que se van publicando nos dejan con las miel en los labios, esperando ansiosos el estreno. Y más cuando hablamos de Amenábar, un director que rara vez deja indiferente a su público.

Esperemos que Ágora cumpla con las expectativas y nos ofrezca una historia apasionante, en un marco histórico fascinante y con interpretaciones que la conviertan en un referente del cine histórico contemporáneo.

25.8.09

Luis Rosales y Jerez de los Caballeros


Hace unos días, mencionaba la figura de Luis Rosales, ese excelente poeta granadino que, además, fue amigo personal de Federico García Lorca. La amistad que les unía era profunda y sincera; tal es así que fue en la casa de la familia Rosales donde Federico se ocultó durante aquellos días aciagos, tratando de eludir un destino que, lamentablemente, nadie pudo evitar: su detención y posterior asesinato.

Hace poco, en Semana Santa, mientras paseaba por Jerez de los Caballeros, me encontré con una inscripción en azulejos decorando la fachada de una casa. Era un breve poema de Luis Rosales, que no puedo evitar pensar que debe ser motivo de orgullo para todos los habitantes de esta bella localidad de la provincia de Badajoz.

Ignoro la vinculación exacta que tuvo Luis Rosales con Jerez de los Caballeros, pero ese pequeño homenaje poético evoca la universalidad de su obra, que trasciende lugares y épocas, y se arraiga con fuerza en los corazones de quienes lo leen. Me pareció un instante detenido en el tiempo, un susurro del pasado que aún resuena en las calles de esta ciudad.

Esos momentos en que la poesía se encuentra con el recuerdo, y el recuerdo con la historia, nos invitan a reflexionar sobre la fragilidad de la vida y la importancia de preservar la memoria de quienes nos legaron tanto con sus palabras y sus silencios.

21.8.09

Puesta de sol Extremeña


 Viniendo de El Portil (Huelva) hace unas semanas, decidí hacer el trayecto por la carretera nacional Huelva-Badajoz en lugar de la autovía. Aunque esta última acorta el tiempo de viaje, le roba, a mi parecer, ese encanto de antaño: el de cruzar pueblos, frenar en los pasos de cebra, mirar fachadas encaladas, y acumular esos pequeños retazos de memoria que solo deja el paso por la calzada que atraviesa las localidades, como un hilo de historia que las une.

Al llegar a Fregenal de la Sierra, donde las encinas ya asoman con fuerza y el aire empieza a cambiar de carácter, el trazado obliga a desviarse a la derecha en dirección a Zafra. Desde allí, bordeando la localidad de Los Santos de Maimona'', se puede enlazar de nuevo con la autovía hacia Mérida.

Pero esa tarde no tenía prisa.

Con el sol ya acariciando el horizonte, decidí hacer una pequeña parada en un camino solitario, de esos que apenas figuran en los mapas y que se abren como cicatrices suaves en la piel de la dehesa. Quería estirar las piernas, tomar un poco de agua, aunque a esas alturas del viaje ya casi no conservaba frescura, y simplemente quedarme quieto, que es un lujo cada vez más raro.

Llevaba conmigo la cámara, como últimamente hago en todos mis desplazamientos. No por afán de fotógrafo , que no lo soy, sino por esa necesidad de atrapar lo efímero, de conservar el instante que se va. Y allí, entre la calma del campo y el canto lejano de algún ave que no supe identificar, comenzó la despedida del sol.

Las nubes eran pocas, el cielo estaba limpio y la luz teñía el paisaje de tonos anaranjados y cobrizos. Las encinas, las siluetas de los cercados, incluso el perfil suave de las colinas, todo parecía cobrar una textura distinta, más profunda. Capté unas cuarenta imágenes, aunque sé que ninguna puede reproducir del todo lo que sentí en ese momento: esa mezcla de belleza serena, gratitud callada y un leve, casi imperceptible, atisbo de nostalgia.

Sé que para muchos estas escenas pueden parecer manidas, reiterativas, vistas mil veces. Pero para mí, contemplar una puesta de sol en el instante mismo en que ocurre , cuando el tiempo parece suspenderse y el mundo respira despacio, sigue teniendo algo sagrado.

No comparto todas las fotos, por supuesto. Algunas prefiero guardarlas solo para mí, como quien guarda un secreto leve pero valioso. Aquí muestro unas pocas, las que creo que mejor captan el espíritu de aquel alto en el camino: una pausa humilde, pero necesaria, en mitad del viaje.

20.8.09

Lo dijo Juan Antonio Canta


“Pasarán los guitarrazos y el caos y quedará la belleza. Yo, que me paso el día rezando al dios de las canciones con desigual resultado, anoche encontré la sangre del sur en un teatro que parecía un avión e iba tan lejos que me confundí tratando de saber si era la posguerra o el futuro”

Juan Antonio Canta (1966 - 1996) nombre artístico de Juan Antonio Castillo, cantautor español.

19.8.09

Luis Rosales y Federico


Es curioso cómo a veces las piezas de la memoria y el tiempo encajan de forma inesperada. Hoy he recibido un libro que tenía encargado desde hace tiempo: El náufrago metódico, una antología poética de Luis Rosales, ese gran amigo de Federico García Lorca y, sin duda, un poeta extraordinario por derecho propio.

Esta misma noche, mientras veía en La 2 un documental sobre las pesquisas e investigaciones que realizó Agustín Penón en los años cincuenta acerca de la captura y asesinato de Federico, me ha sorprendido de nuevo la aparición de la imagen y la voz de Luis Rosales en la célebre entrevista que concedió a Soler Serrano para TVE en 1977. Parte de esa entrevista se puede encontrar en YouTube, aunque el fragmento que os dejo a continuación está extraído del documental Lorca, el mar deja de moverse, del cual ya he hablado en alguna ocasión.

Esas coincidencias, que parecen pequeños guiños del destino, me hacen pensar en la fuerza de la memoria, en cómo la historia, la poesía y el testimonio se entrelazan para mantener viva la llama de quienes marcaron para siempre nuestra cultura y nuestra conciencia.

Luis Rosales no solo fue testigo de aquellos trágicos momentos, sino también un portador de la voz de Lorca, un puente imprescindible entre el pasado y el presente. Hoy, entre el libro recién llegado y las imágenes de aquella entrevista, siento ese vínculo más cercano que nunca.Todo esto sucede en el día en que conmemoramos, o más bien recordamos, el vil y cobarde asesinato de Federico García Lorca. Un asesinato perpetrado por un grupo de descerebrados al mando de un gobernador civil que, consumido por el odio, ordenó la ejecución de nuestro gran poeta. Un hombre que, en palabras de Luis Rosales, solo se dejaba llevar por su ambición política, pero que jamás representó, ni representa ni representará absolutamente nada.

Junto a Lorca, siguen enterrados en algún lugar del barranco de Víznar cientos de inocentes ciudadanos cuyo único “delito” fue pensar de manera muy diferente a los fascistas que usurparon la democracia y la libertad de la sociedad española en 1936. Esos hombres y mujeres valientes, como Federico y tantos otros, pagaron con su vida por defender un ideal de justicia y convivencia.

Luis Rosales y Federico García Lorca, dos amigos, dos poetas que la historia quiso separar por la violencia y la barbarie, siguen vivos en la memoria de muchos de nosotros. Su obra, su compromiso y su legado permanecen como un faro que ilumina la lucha contra el olvido y la injusticia.

Hoy, más que nunca, recordarlos es un acto de resistencia y de amor a la verdad..

17.8.09

El video falso de Nijinsky

Hace unas semanas, los amantes de la danza creyeron ver hecho realidad un sueño largamente esperado. En YouTube comenzaron a circular unas secuencias en blanco y negro, supuestamente fragmentos de una película de 1912, donde se podía observar al gran Vaslav Nijinsky, considerado por muchos el mejor bailarín del siglo XX, interpretando, entre otras piezas, la emblemática obra La siesta del fauno.

La noticia generó un revuelo enorme. La posibilidad de contemplar en movimiento la legendaria técnica y expresión de Nijinsky, captadas con los primeros rudimentarios aparatos cinematográficos, parecía un hallazgo histórico sin precedentes. Sin embargo, no todos los expertos creyeron en la autenticidad de las imágenes. Se sabía que los bailarines y coreógrafos de la época eran bastante reacios a ser filmados. Los cinematógrafos de entonces ralentizaban la velocidad real del movimiento al proyectar las imágenes, lo que distorsionaba la esencia y el ritmo del baile, algo que para ellos no resultaba digno de mostrar.

Poco después se descubrió la verdad: lo que se había presentado en YouTube no era más que un montaje digital. Mediante sofisticados procesos informáticos, se habían creado breves secuencias de baile a partir de viejas fotografías de Nijinsky y su época. Un trabajo de gran calidad técnica que logró engañar incluso a muchos expertos y aficionados, deseosos de creer que, por fin, habían hallado las filmaciones perdidas del bailarín ruso en París.

Finalmente, una estudiosa, coreógrafa y exbailarina, experta en la obra y vida de Nijinsky, puso al descubierto el engaño. Su profundo conocimiento de las fotografías y movimientos del artista le hizo sospechar de la verosimilitud de las imágenes. Ella fue quien señaló las incongruencias y diferencias con la técnica original, desmontando la ilusión que había capturado a tantos.

Así, aunque la tecnología permita hoy recrear maravillas imposibles, este episodio nos recuerda la importancia del rigor y la honestidad en la preservación y divulgación del legado cultural. Y, a pesar de la decepción, la leyenda de Nijinsky continúa intacta, viva en la memoria y el corazón de quienes aman la danza.


La historia y la leyenda de Nijinsky otorgaban a estas supuestas imágenes una dosis extra de expectación y valor histórico. La carrera del bailarín ruso fue, en efecto, bastante breve: tuvo que retirarse con tan solo 28 años debido a graves problemas mentales que, en aquella época, la medicina no supo diagnosticar ni tratar adecuadamente. Nijinsky falleció años después, a los 60, tras pasar el resto de su vida internado en numerosos hospitales psiquiátricos y asilos, lejos de los escenarios que tanto amó.

El autor de esta farsa digital se defendió alegando que nunca tuvo la intención de presentar los videos como auténticos, y que el error estuvo en fecharlos erróneamente en 1912. Comparó su obra con la licencia creativa que Steven Spielberg se tomó al dar vida a dinosaurios que, por supuesto, nunca existieron en la realidad actual.

En fin, aquí tenéis uno de los videos que desataron la polémica. Personalmente, aunque no soy un experto en danza, no puedo evitar notar que, por muy primitivas y rudimentarias que fuesen las máquinas cinematográficas de 1912, la figura del célebre bailarín se ve demasiado artificial en la secuencia.

Este episodio pone sobre la mesa un debate importante sobre los límites entre la recreación artística, la tecnología y la responsabilidad en la difusión cultural. Porque, más allá de la técnica, está el respeto hacia la memoria y la autenticidad de figuras tan emblemáticas como Nijinsky.

15.8.09

Más sobre "The Expendables"


Una de las películas que más expectación está creando antes de su estreno es The Expendables, el nuevo film de Sylvester Stallone, quien además de protagonizarla se ha atrevido a ponerse detrás de las cámaras como director. Más allá de la trama, lo que realmente ha capturado la atención del público es el impresionante elenco de estrellas que Stallone ha logrado reunir, devolviendo un aire fresco y nostálgico a aquellas viejas producciones de los años sesenta y setenta.

En esa época dorada del cine de acción, era común que sin ningún tipo de complejos ni rivalidades, multitud de estrellas compartieran cartel en un mismo filme, ya fuera en papeles principales o con breves apariciones memorables. The Expendables parece recuperar ese espíritu, ofreciendo un festín para los fans del género y para quienes disfrutan de ver a grandes nombres de Hollywood juntos en pantalla.

En esta ocasión, además del propio Stallone, podremos ver a Curtis Jackson (más conocido como 50 Cent), Eric Roberts, Jason Statham, Jet Li, Randy Couture, Dolph Lundgren, Mickey Rourke, Steve Austin, Charisma Carpenter, Brittany Murphy, Bruce Willis y una pequeña pero muy esperada colaboración de Arnold Schwarzenegger.

Con semejante reparto, la película promete ser una celebración de la acción pura, cargada de adrenalina y con momentos que harán vibrar a los aficionados. La expectación está más que justificada y solo queda esperar para disfrutar de este homenaje al cine de acción clásico con un toque moderno.A pocas fechas de que se publique el primer tráiler oficial, os dejo aquí unas imágenes tomadas en el set de rodaje, junto con un par de fotografías que, sin duda, aumentarán aún más las ganas de ver The Expendables. Para quienes disfrutamos de un rato desenfadado y ameno con estas películas cargadas de acción y estrellas de renombre, este adelanto es un auténtico regalo.

Porque, aunque me encantan autores como Almodóvar, Lars von Trier o Peter Greenaway —auténticos maestros del cine de autor—, no todo en la pantalla tiene que ser siempre profundo o experimental. A veces apetece volver a ese cine de pura diversión, de explosiones, puñetazos y bromas entre tipos duros que, en conjunto, nos ofrecen entretenimiento sin complicaciones.

Así que estad atentos, que pronto podremos disfrutar del primer tráiler y comprobar si The Expendables cumple con las expectativas y nos regala un buen rato de acción clásica, con el sabor de esas películas que hicieron época.

12.8.09

Desde mi cielo. Trailer y página oficial.

"Desde mi cielo" es la nueva película del célebre y exitoso director de la trilogía de "El señor de los anillos" Peter Jackson, y sinceramente, no me desagrada el trailer y la trama. Nos cuenta la historia de Susie Salmon, una niña salvajemente violada y asesinada a los 14 años en los años setenta, y como desde el cielo observa como continúa la vida de el resto de su familia y de su asesino, que ha borrado todas las pistas que podían llevar a resolver su asesinato y como se está preparando para asesinar de nuevo a otra víctima. La cinta, como no podía ser menos, cuenta con un plantel de lujo integrado entre otros por Mark Wahlberg, Rachel Weisz, la veterana Susan Sarandon y Stanley Tucci.
El título original en inglés es The Lovely Bones, que haciendo una traducción más o menos coherente significaría algo así como "huesos hermosos" o ajustando un poquitín más y dándole cierto sentido,"bonito cadaver".
El estreno está previsto para enero del próximo año, con lo cual y como siempre es posible que salga otro trailer. Espero que os guste y os produzca la misma espectación que a mí.
Para acceder a la página oficial de la película pinchar AQUÍ.

9.8.09

La campana de Nagasaki


Todos los años un nueve de agosto en la ciudad Japonesa de Nagasaki suena una campana. Tal día como hoy, hace ya sesenta y cuatro años, un bombardero Norteamericano, el "Bockscar", arrojaba la segunda bomba atómica de la segunda guerra mundial tras la de Hiroshima. En un principio el objetivo era la localidad de Niigata, pero las condiciones atmosféricas de ese día hicieron que a última hora se optase por esta otra localidad de más de 240.000 habitantes.
Da igual que fuera Niigata, Kokura, otra de las opciones o como finalmente fué, Nagasaki. Nadie de los que decidieron arrojar la bomba se pararon a pensar en las más de 140.000 víctimas que produjo la explosión y sus consecuencias a través de las décadas. Había que finiquitar una guerra ya ganada y urgía hacerlo, demostrando una supremacía y un dominio aplastante sobre cualquiera que osase oponerse a ellos.
Fué una guerra inmisericorde, una guerra desencadenada por la megalomanía de un loco, pero su locura arrastró tanto a un bando como a otro a las más terribles de las acciones que el ser humano pueda cometer.
Hoy en día vemos como la irracionalidad, el fanatismo, las ansias de poder, el interés económico y los extremismos más radicales siguen estando ahí, y aunque la campana de Nagasaki suene todos los nueve de agosto para recordarnos los errores del pasado, lo que no debemos volver a cometer, el temor y el miedo siguen acechando a todos los ciudadanos inocentes como los de Nagasaki de una mañana de 1945, que sin ningun tipo de culpa ni responsabilidad fueron borrados sistematicamente de la faz de la tierra, sin una mañana nueva, sin otra puesta de sol, en un pais donde el sol al amanecer tiene un significado de vida y esperanza.
Hoy la campana de Nagasaki volvió a sonar para ellos, para nosotros y para los que en un futuro deben seguir recordando.

4.8.09

The Shorting, trailer de mi nuevo corto.

Sí, la espera ha sido larga… pero por fin, tras bastante tiempo desde La fábrica de pollos y La cena de los marqueses, puedo compartir con vosotros el tráiler de mi nuevo cortometraje: The Shorting.

No seáis demasiado severos , que el corto es el fruto de las ganas de pasarlo bien y crear algo juntos de un grupo de amigos con más ilusión que medios, pero con muchas ganas de contar una historia.

Aquí tenéis un pequeño adelanto de lo que se viene.
Dadle al play, compartidlo, comentad... ¡y ojalá os saque una sonrisa!

Para verlo en mejor calidad y a pantalla completa, solo tenéis que hacer clic un par de veces sobre el vídeo y os llevará directamente a YouTube.

30.7.09

Asesinos de mierda

No sois más que un puñado de cobardes. Asesinos, psicópatas, escoria humana sin ideas propias, marionetas al servicio de unos cuantos que os manejan a su antojo como muñecos de trapo. Tenéis el cerebro lavado, vacío de pensamiento, incapaces de comprender el poder de la palabra. No sabéis convencer, solo imponer. No sabéis construir, solo destruir.

Reclamáis unos supuestos derechos sin tener la dignidad de defenderlos con argumentos. Queréis imponeros por la fuerza donde la razón os da la espalda. Aterrorizáis a una sociedad cansada, harta de mirar por encima del hombro, de andar con miedo por las calles. Buscáis adeptos entre los más vulnerables, entre los jóvenes sin rumbo, entre quienes no tienen sueños ni esperanzas, solo un agujero negro por futuro.

Dais asco. Pero, sobre todo, dais pena.

Fanáticos de mierda, exaltados sin causa, ladrones de vidas ajenas, mafiosos de cloaca. Hijos de puta —con todos los respetos para una profesión que muchas mujeres ejercen con una dignidad infinitamente superior a la vuestra—. Vosotros, y también los que os apoyan, directa o indirectamente. Los que callan, los que no se atreven a poner los puntos sobre las íes. Cómplices todos.

Ojalá pudierais sentir una mínima parte del dolor que sembráis. El vacío de esas familias a las que les habéis arrebatado a sus seres queridos. Pero esa es, precisamente, la diferencia entre vosotros y nosotros: que jamás os pagaríamos con vuestra propia moneda. Porque valoramos la vida. Porque entendemos lo que significa una persona para quienes la aman, para quienes aún sienten algo en las entrañas.

También vosotros tenéis madres, padres, hermanos, incluso hijos. Y no os gustaría ver sus cuerpos despedazados por una bomba cobarde. Pero esa empatía, ese mínimo sentido de humanidad, os queda demasiado lejos.

No sé si existe Dios. No sé si hay justicia más allá de la que fabricamos los hombres. Pero sí sé lo que deseo con todas mis fuerzas: que no volváis a saber lo que es una mañana luminosa, una salida de sol, una risa al aire libre, una tarde de paseo, un café con los amigos.

Todas esas cosas sencillas y maravillosas que ya no podrán disfrutar esos dos jóvenes asesinados. Ni sus familias. Nunca más.


28.7.09

Una reflexión cualquiera


En muchas ocasiones la vida se asemeja un viaje en tren, repleto de embarques y desembarques, salpicado de contratiempos, de algún accidente, sorpresas agradables y profundas tristezas.

Fotografía tomada entre Almendralejo y Villafranca de los Barros (Badajoz)

23.7.09

Smile

No es este, ni mucho menos, el último post que escribiré sobre Michael Jackson en este blog. Pero sí creo que, coincidiendo con que este fin de semana se cumple el primer mes de su triste desaparición, ha llegado el momento de cerrar —al menos por ahora— este humilde tributo, homenaje, o como cada uno quiera llamarlo, que he querido dedicarle.

Durante la ceremonia en su memoria, emitida en televisión hace un par de semanas, fuimos testigos de uno de los momentos más emotivos: su hermano Jermaine interpretando, de forma desgarradoramente conmovedora, la canción "Smile", la favorita de Michael. Una canción que, curiosamente, no fue compuesta por él, sino por otro genio inmortal: Charles Chaplin.

Tal vez sea casualidad, pero en la mayoría de las imágenes en las que Michael no estaba sobre un escenario, siempre aparecía con una sonrisa en los labios. Sonreía. Incluso en los momentos más difíciles, incluso cuando el mundo parecía pesarle encima.

"Smile", decía la canción. Sonríe, aunque duela. Aunque cueste. Aunque a veces todo parezca oscuro.

Ese es, quizás, el mejor legado que nos deja: la capacidad de seguir sonriendo a pesar de todo. Y de hacer sonreír a los demás, como él lo hizo tantas veces.


Smile, though your heart is aching
Smile, even though it's breaking
When there are clouds in the sky
You'll get by...

If you smile
With your fear and sorrow
Smile and maybe tomorrow
You'll find that life is still worthwhile
If you just...

22.7.09

Cosas que salen del alma

Esta mañana hablaba con alguien acerca de los posts que, en las últimas semanas, he ido publicando en este pequeño espacio mío, esta especie de refugio digital donde me doy el gusto de evadirme, reflexionar o, simplemente, soltar lo que llevo dentro. Salió de nuevo el tema Michael Jackson, aunque esta vez hablábamos única y exclusivamente de música. Nada más. Su voz, su ritmo, su legado.

En medio de la conversación, aparece otro tipo. De esos que no tienen más inquietudes que leer la portada del MARCA, escuchar música de discoteca con autotune y letras de encefalograma plano, y que probablemente no ha leído un libro en su vida. El clásico que confunde opinión con prejuicio y conversación con interrupción.

Al oír el nombre de Michael Jackson, torció el cuello y soltó, con una mezcla de suficiencia y desinformación:
—¿Quién, el pederasta ese?

Y ahí... me saltó el resorte.
Le respondí con una frase que me salió sin filtros, del estómago, como un latigazo:
—¿Pederasta? ¡¡Tu puta madre!!

Lo sé, no es lo más elegante que he dicho en mi vida. Pero qué quieres que te diga, me salió del alma. Eso sí: acto seguido me disculpé. No por mí, sino por su madre, que seguramente no tiene culpa de haber criado a un individuo que lleva la ignorancia como bandera, con la soberbia de quien no sabe, pero tampoco quiere saber.

Porque sí, a veces la ignorancia no es solo una falta de información: es una actitud. Una elección. Una especie de escudo de plástico barato con el que algunos se protegen del más mínimo esfuerzo intelectual. Y lo grave no es ya que no lean, no escuchen, no se cuestionen nada. Lo grave es que encima opinen con desprecio sobre lo que no entienden. Que reduzcan a una caricatura de taberna lo que fue una carrera artística inmensa, compleja, contradictoria, sí, pero también profundamente influyente.

¿Me pasé? Tal vez. ¿Me arrepiento? No. Porque hay cosas que no pueden dejarse pasar. Y porque, para qué negarlo, me quedé agustito. Qué queréis que os diga.


21.7.09

We are the world

En 1985 todos nos estremecimos con aquellas terribles imágenes de niños muriendo de hambre en Etiopía. La crudeza de aquella hambruna, retransmitida por televisiones de todo el mundo, sacudió conciencias y despertó un clamor de solidaridad global. Fue entonces cuando Michael Jackson y Lionel Richie decidieron poner música a esa necesidad urgente de ayudar: juntos compusieron We Are the World, una canción que, más allá de su melodía, se convirtió en un símbolo de unidad y compromiso.

El productor Quincy Jones fue el encargado de coordinar una grabación sin precedentes. Para ello, aprovechando la celebración de los American Music Awards, envió invitaciones a muchos de los artistas más exitosos del momento. En la tarjeta podía leerse, en letras bien visibles: "Dejen el ego en la puerta". Ese mensaje, simple y directo, resumía la esencia del proyecto.

La respuesta fue masiva. Aquella madrugada de enero de 1985, un total de 45 voces se unieron en un estudio de Los Ángeles: Bruce Springsteen, Ray Charles, Tina Turner, Diana Ross, Paul Simon, Stevie Wonder, Bob Dylan, Cyndi Lauper, Billy Joel, Willie Nelson, y, por supuesto, Michael y Lionel, entre muchos otros. En el coro, rostros también conocidos: Dan Aykroyd, Bette Midler, Harry Belafonte, todos los hermanos Jackson salvo Jermaine, Smokey Robinson... Una constelación de talento reunida por una causa mayor.

El impacto fue inmediato: se vendieron casi ocho millones de copias del sencillo y otros cuatro millones del álbum en el que se incluyó. We Are the World ganó el Grammy a la Canción del Año y, lo que es más importante, recaudó más de 50 millones de dólares, donados íntegramente a la campaña humanitaria para Etiopía.

Después de aquello vinieron otras iniciativas parecidas: Live Aid, Band Aid, Songs for Japan. Pero ninguna ha logrado alcanzar la dimensión emocional y simbólica de la original.

Cuarenta años después, We Are the World sigue siendo mucho más que una canción: es un recuerdo imborrable de que cuando el arte se une con el corazón, el mundo puede ser un lugar un poco mejor.


15.7.09

Can You Feel It

En 1980, Michael Jackson, a pesar de haber cosechado un éxito arrollador con su álbum en solitario Off the Wall, seguía vinculado artísticamente a sus hermanos en el grupo The Jacksons. Ese año publicaron el disco titulado Triumph, un trabajo que consolidaba al grupo no solo como una banda heredera del sonido Motown, sino como un referente absoluto del soul, el funk y la innovación visual.

De entre todas las canciones que incluye el álbum, probablemente “Can You Feel It” sea la más recordada, versionada y reutilizada. Su energía desbordante, su mensaje de unión y su producción impecable la convirtieron en un himno de aquella época. Pero más allá de la canción —con Michael y Randy como voces principales— lo que realmente marcó un hito fue su videoclip.

Y es que estamos hablando de 1980, una época en la que los efectos especiales digitales aún eran una quimera, y en la que los videoclips empezaban apenas a despuntar como un lenguaje artístico por derecho propio. El video de “Can You Feel It” sorprendió por su ambición visual y simbólica. Dirigido por Bruce Gowers con una narración épica escrita por Michael y Jackie Jackson, y locutada por el legendario Ken Nordine, era una mezcla de fantasía cósmica, alegoría espiritual y estética futurista. Ángeles de luz, planetas, galaxias, rayos, niños de todas las razas… todo al servicio de un mensaje de hermandad y esperanza.

Aunque hoy pueda parecer algo ingenuo o kitsch en lo visual, hay que verlo con los ojos de la época: fue un prodigio técnico y conceptual, una obra pionera que la MTV incluyó entre los 100 mejores videoclips de todos los tiempos, y que en cierto modo anticipó la dimensión cinematográfica que años después alcanzaría Michael en su carrera como solista, con joyas como Thriller o Smooth Criminal.

“Can You Feel It” es, más que una canción, un manifiesto audiovisual de su tiempo. Una pieza que condensaba la esencia de los Jacksons: ritmo, elegancia, mensaje y espectáculo. Y también, para muchos, un pedacito de esa nostalgia lejana que cada vez parece más inalcanzable, pero que revive con fuerza cada vez que suena su poderoso estribillo.


13.7.09

Say, say, say

Aunque con el tiempo la amistad entre Paul McCartney y Michael Jackson se resquebrajaría —sobre todo tras la adquisición, por parte del Rey del Pop, del codiciado catálogo editorial de canciones de The Beatles—, lo cierto es que antes de aquel desencuentro existió una colaboración sincera, creativa y muy fructífera entre ambos artistas.

Una de las piezas más emblemáticas surgidas de esa conexión fue “Say, Say, Say”, incluida en el álbum de Paul McCartney Pipes of Peace, lanzado en 1983. En pleno apogeo de Thriller, todo lo que tocaba Michael se convertía automáticamente en oro, y esta canción no fue la excepción: alcanzó el número uno en las listas estadounidenses, manteniéndose en la cima durante seis semanas consecutivas.

El videoclip, otro de esos pequeños tesoros de los años 80, es una joya por derecho propio. Con estética de película de época, nos presenta a Paul y Michael como una peculiar pareja de buscavidas que recorren pueblos ofreciendo un misterioso brebaje curativo y deleitando a las multitudes con espectáculos de variedades en ferias y garitos de dudosa reputación. Su química es palpable, fresca y lúdica. Junto a ellos, aparece Linda McCartney, esposa de Paul, en uno de sus cameos más entrañables, y también LaToya Jackson, entonces una joven natural y encantadora, antes de los efectos de la cirugía mediática.

Una curiosidad que pocos conocen: gran parte del video fue rodado en los terrenos de una finca californiana que, años después, Michael Jackson convertiría en su famoso rancho Neverland. Como si el destino ya hubiese marcado ese lugar con una estrella brillante en el mapa del pop.

“Say, Say, Say” sigue siendo una de esas colaboraciones icónicas que resumen lo mejor de una época: creatividad, música sin complejos, estética teatral y el lujo de ver juntos a dos titanes de la cultura popular mundial. Más allá del desencuentro que vendría, esta canción quedó como prueba de que cuando la música une, el resultado puede ser simplemente inolvidable.


9.7.09

Whatzupwitu

Michael Jackson, además de un artista irrepetible, fue siempre una persona generosa y agradecida con quienes se cruzaban en su camino. En 1992, el actor Eddie Murphy colaboró con él en el videoclip de “Remember the Time”, donde daba vida a un faraón egipcio en una corte negra, lujosa y repleta de estrellas como Iman y Magic Johnson. El videoclip, dirigido por John Singleton, fue todo un despliegue visual que todavía hoy sigue sorprendiendo por su producción y su imaginación.

Un año más tarde, en 1993, Eddie Murphy —que también intentaba hacerse un hueco en el mundo de la música— lanzó el álbum Love’s Alright. Siendo amigo de Michael y habiendo compartido pantalla recientemente, es muy probable que le pidiera una colaboración para darle un pequeño empujón a su proyecto musical. Y Michael, fiel a su estilo generoso, aceptó encantado.

El resultado fue la canción “Whatzupwitu”, una pieza simpática, alegre, con un mensaje de unidad y optimismo, muy en la línea de los valores que ambos solían defender. Aunque musicalmente no pasará a la historia, el videoclip es tan peculiar como entrañable: lleno de efectos digitales que hoy parecen sacados de un CD-ROM de los 90, con nubes, corazones flotantes y querubines animados al estilo de Microsoft Paint, todo envuelto en una atmósfera de buen rollo y camaradería entre ambos.

Lo cierto es que la carrera musical de Eddie Murphy no alcanzó ni de lejos el nivel de su faceta actoral, y ni siquiera una colaboración con el Rey del Pop pudo cambiar eso. Aun así, “Whatzupwitu” queda como una rareza curiosa y divertida, que muchos o no han visto nunca o simplemente no recuerdan. Y es una pequeña muestra de cómo Michael Jackson no solo colaboraba con superestrellas, sino también con amigos, por puro afecto.

Una cápsula del tiempo en forma de videoclip, que hoy se mira con una sonrisa entre la nostalgia y la ternura.

7.7.09

Comienza la leyenda


Dicen que una leyenda es una narración, oral o escrita, con mayor o menor proporción de elementos imaginativos, que generalmente pretende hacerse pasar por verdadera o, al menos, estar ligada a algún aspecto de la realidad. Se transmite de generación en generación, casi siempre por vía oral, y con el tiempo va experimentando añadidos, omisiones y distorsiones que acaban moldeando su esencia original.

Supongo que eso mismo ocurrirá con la figura de Michael Jackson. El paso del tiempo, implacable y distorsionador, irá añadiendo fábulas, invenciones, medias verdades y falsedades completas. Se publicarán biografías dudosas, películas vagamente inspiradas en hechos reales, testimonios oportunistas y objetos "personales" que jamás pasaron por sus manos. Todo formará parte del mito, de esa nebulosa en la que lo verdadero y lo inventado se funden hasta ser indistinguibles.

Es el precio que pagan los mitos. Aquellos que alcanzan una dimensión universal, como Michael Jackson, dejan de ser simples seres humanos para convertirse en espejos donde millones de personas proyectan deseos, frustraciones, idolatrías y hasta rencores.

Lo de hoy —el homenaje multitudinario televisado en todo el mundo— más que un funeral ha sido una celebración. La celebración de una vida artística descomunal, irrepetible, de un fenómeno cultural que traspasó barreras de raza, edad, idioma y geografía. Un evento seguido por miles de millones de personas, convertido en el acto televisado con más audiencia de la historia. La última actuación de un hombre que ya es inmortal.

Y aunque ha habido momentos muy emotivos, lo cierto es que no deja de sobrevolar cierta sensación de injusticia. Porque Michael lo dio todo —literalmente todo— a su público y a su arte, y a cambio recibió un trato cruel, desmedido, por parte de esa misma sociedad que, con la misma facilidad con la que encumbra, destruye. La misma sociedad que convierte a los genios en sospechosos, a los distintos en monstruos y a los vulnerables en chivos expiatorios.

Pero el tiempo, a su modo, también restituye. Con el paso de los años, cuando el ruido se disipe, lo que quedará será la música. El arte. La voz. El baile. La emoción que despertaba su figura.

Lo demás, como ocurre con todas las leyendas, será materia de discusión. Pero el legado, ese, ya nadie lo podrá destruir.



No ha sido un adiós. Es el comienzo de una nueva era, un tiempo en el que aún quedan muchas cosas por descubrir. Cosas que Michael dejó guardadas, tal vez con la esperanza de que algún día fueran entendidas, especialmente por aquellos que lo seguimos no solo en sus días de gloria, sino también en sus momentos más oscuros y difíciles.

Porque ahora, de repente, todo el mundo lo recuerda con respeto. Ahora todos rinden pleitesía, como si nada hubiese pasado. Como si durante años no se hubiese hecho leña del árbol herido. Como si no se hubiese juzgado, señalado, ridiculizado. Es triste ver cómo, una vez desaparecido, el silencio sustituye a la crítica, y los mismos que ayer lo enterraban en vida hoy lo veneran como mito.

Gracias, Michael. Gracias por estos últimos 25 años de mi vida en los que siempre estuviste ahí, en forma de canción, de videoclip, de recuerdo. Por los momentos inolvidables que acompañaste sin saberlo. Por hacer más llevadero un mal día con solo pulsar el play. Por tu música, por tu entrega, por darlo todo —literalmente todo— y quedarte sin nada.

Gracias por dejarte la vida en el intento de hacérsela un poco más fácil a los demás. Hoy más que nunca, tu luz brilla más allá del escenario. Y aunque ya no estés, sigues aquí, en cada nota, en cada paso, en cada alma que aprendió a soñar contigo.

No es un final. Es un nuevo comienzo.

In our darkest hour
In my deepest despair
Will you still care
Will you be there
In my trials
And my tribulations

Through our doubts
And frustrations
In my violence
In my turbulence
Through my fear
And my confessions
In my anguish and my pain
Through my joy and my sorrow
In the promise
Of another tomorrow
I'll never let you part
For you're always in my heart

5.7.09

Un excelente actor

En 1987 se lanzó al mundo Bad, el esperadísimo nuevo álbum de Michael Jackson tras el éxito descomunal —e irrepetible— de Thriller. La expectativa era gigantesca, y Jackson lo sabía. Por eso, lejos de repetir la fórmula, apostó por algo distinto: seguir explorando el videoclip no solo como herramienta promocional, sino como auténtica obra cinematográfica.

Y para ello no escatimó. Decidió rodearse del mejor talento posible y convenció nada menos que a Martin Scorsese —sí, el mismísimo director de Taxi Driver y Toro Salvaje— para que dirigiera el primer videoclip promocional del disco: la pieza que acompañaría al tema Bad.

El resultado fue un corto de más de 16 minutos rodado en Nueva York, con ambientación urbana, estética realista y un claro trasfondo social. La historia, inspirada en un caso real, se centra en Darryl (interpretado por el propio Michael Jackson), un joven estudiante de una escuela de élite que regresa a su barrio humilde durante las vacaciones y se enfrenta al dilema de su identidad y pertenencia: ¿seguir el camino que ha comenzado o volver a las calles con su antiguo grupo?

La parte añadida al videoclip —es decir, la secuencia dramática previa a la interpretación musical en el metro— funciona como un auténtico cortometraje. Está rodada con el pulso narrativo característico de Scorsese, e incluso cuenta con la presencia de un jovencísimo Wesley Snipes en uno de los primeros papeles de su carrera.

Aunque está en inglés y sin subtítulos, no resulta difícil seguir el argumento gracias a las expresiones, la atmósfera y la tensión dramática.

Bad no fue simplemente un videoclip. Fue una declaración de intenciones. Una muestra de que Michael Jackson no solo era un genio musical, sino también un visionario que comprendía el poder del audiovisual para contar historias, remover conciencias y traspasar las barreras del entretenimiento.

Una obra que, más de 35 años después, sigue siendo ejemplo de cómo el pop puede alcanzar dimensiones cinematográficas.



…cuando llega el momento, Daryl se detiene. Tiene la oportunidad justo delante, el anciano camina solo, distraído, una víctima fácil. Sus amigos observan desde la distancia, expectantes, casi desafiantes. Wesley Snipes —intenso, provocador— le lanza una mirada que pesa como una losa: “Hazlo, si aún eres uno de nosotros”.

Pero Daryl no puede. Algo dentro de él se rebela. No ha vuelto al barrio para demostrar que sigue siendo el mismo, sino para recordar quién fue, y decidir en qué quiere convertirse. El gesto de Daryl lo dice todo: no lo hará. No va a seguir el camino fácil, ni va a dejarse arrastrar por la presión del grupo. La decepción de sus amigos es inmediata, el ambiente se enrarece, la tensión estalla… y en ese instante irrumpe la música.

El andén del metro se transforma en un escenario urbano donde el lenguaje ya no es el de las palabras o los reproches, sino el de la danza. Bad, el tema, explota con fuerza, con energía desafiante y precisa. Michael Jackson, como Daryl, lidera una coreografía que es tanto un acto de afirmación como una declaración de independencia: no necesita robar, no necesita violencia, no necesita renunciar a sus principios para demostrar quién es.

La escena funciona como catarsis. La danza sustituye a la confrontación física, y el ritmo toma el lugar del conflicto. La dirección de Scorsese eleva el videoclip al rango de cortometraje narrativo, donde lo estético y lo simbólico van de la mano. Jackson baila como si su identidad estuviera en juego, y en cierto modo lo está.

Daryl no reniega de su pasado, pero tampoco se deja encerrar en él. Les demuestra a sus amigos que hay otra forma de ser “auténtico”, y que la fuerza no reside en los puños, sino en la convicción de ser uno mismo. El videoclip termina con esa sensación de triunfo silencioso, de ruptura con lo establecido. Es, en esencia, un alegato por la libertad individual, por el cambio, por el derecho a evolucionar.

Y Michael Jackson lo hace, como siempre, sin discursos, sin sermones, solo con música, cuerpo y mirada. Bad no es solo un videoclip: es un relato corto, un manifiesto, una danza contra el conformismo.


En 1988, durante la promoción de su película La última tentación de Cristo, Martin Scorsese fue preguntado sobre su experiencia rodando el videoclip de Michael Jackson Bad. Scorsese respondió que fue una experiencia muy agradable, destacando no solo la profesionalidad y amabilidad de Michael, sino, lo que más sorprendió a los periodistas, su faceta como actor. Con cierto enfado tuvo que reiterar varias veces que Michael Jackson era un excelente actor, y que debería dedicarse con más frecuencia a la actuación.

Una de las anécdotas más interesantes que contó fue que la famosa escena del metro, donde el joven interpretado por Jackson intenta atracar a un anciano, fue completamente improvisada por Michael y que no fue necesario modificar ni una sola toma. Esa escena, cargada de tensión y emoción contenida, fue fruto del talento natural de Jackson para la interpretación, algo que muchas veces se pasa por alto debido a su estatus como ícono musical.

Curiosamente, esta parte no musical del videoclip Bad fue poco emitida en televisión y suele pasar desapercibida para muchos espectadores, que solo recuerdan la espectacular coreografía y el tema musical. Sin embargo, merece la pena verla y valorarla como un pequeño cortometraje que añade profundidad y contexto a la canción, mostrando el lado más dramático y humano del artista.

4.7.09

Lo dijo Michael


A veces, cuando te tratan injustamente, te creces, te haces más fuerte y decidido. La esclavitud fué algo terrible, pero cuando los negros de América por fin se liberaron de la opresión, eran más fuertes. Sabían lo que era que otras personas te controlaran la vida y te doblegaran el espíritu. Nunca consentirían que eso volviera a ocurrir. Yo admiro esa fuerza. Las personas que la posee adoptan una postura firme y ponen el corazón y el alma en lo que creen.

Moonwalk, autobiografía de Michael Jackson, editado por PLAZA&JANES (1988)

3.7.09

Imágenes de los últimos ensayos de Michael

 

Tanto la fotografía de la parte inferior como las imágenes incluidas corresponden al pasado 24 de junio, dos días antes del trágico suceso. En estos días, muchas personas afirmaron que Michael Jackson se encontraba pletórico, en plena forma y muy ilusionado con su inminente regreso al escenario. Sin embargo, al ver las imágenes, lo único que se me ocurre es que o bien alguien se excedió con la administración de medicamentos, o simplemente sufrió un paro cardíaco, como desgraciadamente les ocurre a muchas otras personas sin previo aviso, y caen fulminadas. Recordemos los casos de futbolistas como Miklós Fehér, Marc-Vivien Foé y, más recientemente, Antonio Puerta aquí en España; jóvenes mucho más jóvenes que Michael y en aparente excelente estado físico.

La duda persistirá hasta que no se haga público un informe oficial de la autopsia, si es que éste logra esclarecer los hechos. Una verdadera pena, pues se pudo haber disfrutado de un espectáculo visual y musical magnífico y, como vemos, Michael Jackson tenía hambre de escenario y muchas ganas de ofrecernos lo mejor que tenía.