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30.9.06

José María García

Hace muchos años, la radio fue compañera inseparable de mis interminables noches de insomnio, con las sintonías y voces de programas como los de José María García o Carlos Pumares. Eran tiempos dorados de Antena 3 Radio, para mí, quizás la mejor emisora a nivel nacional que he tenido la oportunidad de escuchar.

Tras un largo periodo alejado de los medios de comunicación, marcado por diversos problemas personales y, sobre todo, por una grave enfermedad, José María García reapareció recientemente en el programa de Buenafuente, donde concedió su primera entrevista tras ese tiempo de ausencia.

Y como suele decirse, quien tuvo, retuvo. Tal vez no coincida con todas las afirmaciones y opiniones que García expuso, ya sea en aquella entrevista o durante sus épocas de liderazgo en audiencias radiofónicas, pero lo que tengo muy claro es que siempre ha sido un tipo sin pelos en la lengua, objetivo, riguroso y, sobre todo, sincero. Creo que no me equivoco al decir que García siempre ha dicho lo que realmente piensa.

Se podrá estar o no de acuerdo, se podrá discrepar en muchas ocasiones, pero la sinceridad ha sido siempre su bandera. La otra noche escuchamos declaraciones contundentes, como estas:

“Hay cuatro o seis locos de la derecha más retrógrada que dicen que Losantos es un fenómeno. Le falta pluralidad. Un profesional que no es plural, no es nada. La calaña de determinados políticos la tendrían que ver Losantitos y compañía…”

“Si el objetivo de la tele es ganar dinero, hay que decirles a los dos italianos que chapó y bien. En Tele 5, desde la mañana a la noche: basura. Hay un programa como Aquí hay tomate…”

Mención especial merece cuando recordó la extraña y repentina muerte de Antonio Herrero, ocurrida durante un accidente de submarinismo, una pérdida que aún duele en el mundo de la radio.

José María García está dispuesto a regresar en un futuro cercano, según indicó, si se dan las circunstancias adecuadas. Sin duda, volverá en plan campeón. Hacen falta profesionales como él, auténticos referentes de la radio que se echan mucho de menos.

27.9.06

Paquirri y Yiyo

Un año más, y ya van 22, vuelven a repetirse en televisión las mismas imágenes que conmocionaron a toda España. Se conmemora otro aniversario de aquella fatídica tarde en Pozoblanco (Córdoba), el 26 de septiembre de 1984, un día que marcó para siempre la historia de la tauromaquia y la memoria colectiva del país. Año tras año, los reportajes en distintas cadenas recuerdan con cruel parsimonia la trágica cogida y posterior muerte del diestro Francisco Rivera “Paquirri”.

Aquellas imágenes desgarradoras, en las que Paquirri veía cómo se le escapaba la vida y señalaba a los médicos con una mezcla de dolor y valentía, siguen clavadas en la retina de todos. Su vida se apagó en el trayecto de Pozoblanco a Córdoba, y esa tarde de tormento y tragedia se ha convertido en un símbolo imborrable del peligro y la dureza que rodean la profesión taurina. Testimonios conmovedores, imágenes inéditas, fotografías de aquel día y entrevistas retrospectivas vuelven a inundar las pantallas y las revistas, cuyos tonos amarillentos parecen querer reflejar el paso inexorable del tiempo.

Pero la fatalidad no quedó allí. Apenas un año después, en la madrileña plaza de Colmenar Viejo, otro integrante del cartel de Pozoblanco fallecía también a causa de una mortal cornada, esta vez a manos de un toro llamado “Burlero”. Se trataba de José Cubero “Yiyo”, un joven con apenas 21 años que prometía un brillante futuro. El tercer integrante del cartel, Vicente Ruiz “El Soro”, arrastra hoy las secuelas de aquella trágica época: camina con muletas tras no haber podido recuperarse completamente de varias lesiones de rodilla y numerosas operaciones.

A estas desgracias se sumó el asesinato del ganadero encargado de aquella tarde en Pozoblanco y otros episodios dolorosos que ensombrecieron aún más la historia de ese día.

Han pasado ya más de dos décadas, y quizás sea momento de dejar descansar en paz a estas dos figuras emblemáticas de la fiesta nacional más representativa de España. Que el recuerdo sea honor y homenaje, pero que la tragedia deje paso al respeto y la reflexión sobre la vida y la muerte en el arte y el peligro del toreo.


26.9.06

Triste pero cierta reflexión de la política actual

¿Papá qué es la política?
-Hijo, imagínate nuestra casa. Yo represento al capitalismo porque soy el que trae las pelas a casa.
Tu madre es el gobierno porque las administra. La criada es la clase obrera porque se ocupa de las tareas más pesadas. Tú eres el pueblo porque gozas de los beneficios del sistema. Y tu hermanito pequeño es el futuro del país. ¿lo entiendes?
-No papá, no lo entiendo.
- Bueno no te preocupes, ya lo entenderás cuando seas mayor.
Esa noche el niño es despertado por el llanto persistente de su hermanito. Va a verlo a la cuna y encuentra que está cagado hasta las trancas y que alguien debería cambiarle los pañales. Va a la habitación de sus padres a pedir ayuda y ve que su padre no está, su madre duerme profundamente roncando panza arriba y no logra despertarla. Entonces decide acudir a la criada, entra en su cuarto y encuentra a su padre haciendo el amor con ella. Al día siguiente, el niño le dice al padre:
-Papá, anoche entendí lo que es la política.
-Ah, ¡que bien! Bueno, ¿qué es?
-Mientras el capitalismo jode a la clase obrera, el gobierno duerme panza arriba sin importarle nada, al pueblo nadie le hace caso y el futuro está de mierda hasta las orejas.

25.9.06

Momentos entrañables.

Guinda que ponen los secretos al final de los conciertos de su última gira.Para los que han disfrutado de ellos en vivo y en directo.

24.9.06

El Otoño


Como si un de un fantasma se tratase
hizo su aparición el bucólico otoño.
Y todo pasó del azul al ocre en un segundo,
de los colores al sepia fotográfico.

Por las esquinas suena con el viento
el llanto de los deprimidos árboles,
y sus lágrimas son hojas secas
que caen al suelo como un manantial.

Los ríos suenan de una manera extraña,
nuestras caras se reflejan tristes.
En el cielo, bandadas de golondrinas
vuelven a la mugrienta y gris ciudad.

El ruido del mar se vuelve penetrante
hal algo en él tenebroso,malévolo.
Las olas rompen sin piedad contra las rocas
y las gaviotas parecen ahora estatuas de sal.

(Miguel Ángel Rincón)

Calvario

A ver cómo denominamos esta etapa del cine de terror actual: ¿surrealista?, ¿paranoide?, ¿cruda? Creo que, sinceramente, el género de terror —o horror, o como se le quiera llamar hoy en día— necesita un descanso urgente. Siempre he pensado en ellas como “pelis de miedo”, pero las últimas semanas he tenido la oportunidad de ver varias de estas nuevas creaciones, como Silent Hill, Maleficio, Las colinas tienen ojos, Aullidos, Drácula 3000 —a la que prometo dedicarle un post aparte—, Hostel y algunas más que ahora mismo no recuerdo. Y la conclusión a la que he llegado es que el mercado está sobresaturado. Se están produciendo películas que se parecen demasiado entre sí y que se hacen casi como churros, sin la dedicación ni el mimo que merecen.

Esta saturación ha convertido el género en una especie de fábrica de sustos fáciles y sangre abundante, pero pocas veces con historias profundas o atmósferas que realmente transmitan miedo o suspense. Por eso creo que el terror contemporáneo necesita oxígeno, un soplo de aire fresco que revitalice las ideas, que recupere el misterio y la tensión en lugar del simple impacto visual.

La película que pude ver esta noche —o más bien madrugada— me ha dejado sensaciones encontradas. Por un lado, los guiños a otros clásicos del cine de terror son evidentes, lo que puede ser un recurso efectivo para los amantes del género; pero, por otro lado, la ambientación y la atmósfera, por lo menos, están bastante logradas. Me recordó bastante a Misery, aquella joya donde James Caan interpretaba a un escritor atrapado, rescatado por una fanática obsesionada (papel que valió un Oscar a Kathy Bates). Ese tipo de tensión psicológica, esa claustrofobia emocional, es justo lo que el terror actual debería tratar de recuperar.

En definitiva, si eres fan del cine gore y te apetece pasar un rato desagradable pero entretenido, esta película puede cumplir. Eso sí, lo mejor de la función para mí fue una escena inesperada: un “bailecito” que se marcan los tarados del pueblo en la tasca. Ese toque de humor macabro le dio un respiro a la tensión y fue un momento memorable dentro de tanto susto y sangre.

Ojalá pronto veamos una renovación en el género, con historias más originales, con miedo de verdad y menos trucos baratos. El terror es mucho más que gritos y sangre, y merece recuperar su capacidad para inquietar y hacer pensar.


22.9.06

Operación Vampiro

Rusia, 1941. El poderoso ejército alemán avanza implacable entre las ruinas y la nieve, desintegrando las ya maltrechas defensas soviéticas. En medio de ese caos, un joven idealista, el soldado Hans Vollmer, llega al frente justo antes de la invasión, sin sospechar que más allá del fuego enemigo, acechan horrores inimaginables.

Cuando una compañía rumana, comandada por el enigmático lord Constanta, irrumpe para salvarlo de un ataque ruso, la esperanza de Hans dura apenas un instante. ¿Por qué esos soldados rumanos solo parecen moverse bajo la sombra de la noche? ¿Por qué los cadáveres rusos muestran una expresión petrificada de terror absoluto? ¿Dónde se esconde la sangre que debería manar de sus cuerpos? ¿Qué oscuros pactos ha sellado el Führer para torcer el curso de esta guerra?

Esta es la premisa de una novela firmada por David Bishop, que toma el tan explotado género vampírico y lo inserta en el despiadado y gélido escenario de la campaña rusa, un escenario donde el frío, la muerte y la desesperación marcaron el principio del declive nazi.

Aunque la idea tiene un potencial enorme para el terror y la ciencia ficción —mezclando horror sobrenatural con una de las batallas más duras de la historia—, la novela lamentablemente no alcanza la intensidad esperada y se queda algo débil en su desarrollo.

Sin embargo, esta historia tendría todo para dar lugar a un film oscuro y atmosférico, donde la brutalidad de la guerra se combine con el misterio y el miedo a lo desconocido. Con un guion sólido y un buen equipo creativo, podría convertirse en un thriller de terror bélico tan entretenido como inquietante.

21.9.06

Notas de cocina del Rick's café

A estas alturas, Casablanca ha trascendido con creces el estatus de simple mito o leyenda para erigirse en un auténtico emblema del cine clásico. Dirigida en 1943 por Michael Curtiz y protagonizada por la inolvidable pareja formada por Ingrid Bergman y Humphrey Bogart, esta obra maestra no solo conquistó al público, sino que fue merecedora del Oscar a la Mejor Película en su año.

Durante mi habitual estancia veraniega en La Antilla, tuve la fortuna de toparme con una pequeña joya: un libro-recetario titulado Casablanca: Notas de cocina del Rick’s Café, firmado por tres apasionadas admiradoras de la película —Sarah Key, Jennifer Newman Brazil y Vicky Wells—. Este recetario, más que un simple compendio gastronómico, se presenta como un homenaje a aquel mítico establecimiento regentado por "Boggie", ofreciéndonos la oportunidad de recrear, en nuestros propios hogares, los sabores que bien podrían haber formado parte de su carta original.

El libro se completa con curiosidades, anécdotas y preguntas en formato trivial, un añadido perfecto para deleitar a los miles de seguidores de esta historia atemporal. Aunque muchas de las recetas tienen un aire sofisticado y cosmopolita, no faltan propuestas más accesibles para preparar aperitivos, brochetas, ensaladas y cócteles, ideales para compartir con amigos mientras evocamos el ambiente del café.

Esta lectura me ha servido como excusa para revisitar una vez más la película, esa historia de amor, sacrificio y destino que, en cada visionado, renace con la misma intensidad, haciéndome soñar que quizá, solo quizá, ella se quede con Bogart en Casablanca.

20.9.06

Septiembre

Fui lluvia en verano
mojadas tus manos quedaron
fui mi propia trampa
tormenta que escampa.
Asignatura que te queda
para septiembre,
la que siempre se suspende
por andar creyendo
que el amor alguna vez
podía despertar
en playas poco iluminadas
donde no te quema el sol,
donde no te moja el agua
Fui sol en invierno,
cortados tus labios con hielo,
me ciegan mis luces
un claro entre mil nubes.
Fui navidad sin Reyes Magos
ni un solo regalo,
dos kilos de carbón por malo.
Por andar creyendo que
el amor alguna vez podía
despertar en
discotecas poco iluminadas,
donde no te quema el sol...
(J.A.Ipiña "Tontxu")

4.9.06

Freddie tendría 60 años.

De no haber sido arrebatado por aquella devastadora lacra mundial llamada SIDA hace casi quince años, Freddie Mercury, una de las voces más icónicas e inconfundibles que la música ha visto nacer, habría cumplido mañana 60 años. Pensar en qué habría sido de su carrera hoy es un ejercicio vano, pues su talento y legado son tan inmensos que trascienden el tiempo y las circunstancias.

Lo que sí queda es esa huella imborrable: su voz poderosa y única, su presencia escénica electrizante, esa capacidad para fusionar teatralidad y autenticidad que aún hoy, décadas después, sigue inspirando y desafiando a artistas y fans por igual.

Su música y su imagen son monumentos que se mantienen intactos, casi intocables, y en un mundo donde lo efímero suele reinar, eso es ya en sí mismo un triunfo colosal.

Felicidades, Freddie. Tu estrella sigue brillando con una intensidad que ni el tiempo puede apagar.

Campeones del mundo.

Sin duda, España hizo historia ayer al proclamarse campeona del mundo de baloncesto, un título que parecía una quimera hace no mucho, pero que ahora brilla con toda la intensidad del mérito y la justicia deportiva. Derrotar a Grecia en la final, sin la presencia del gigante Pau Gasol por lesión, es una proeza que supera la legendaria hazaña de Los Ángeles 84, cuando la selección española alcanzó la final tras eliminar a la poderosa Yugoslavia de un joven Drazen Petrović, para enfrentarse nada menos que a un Michael Jordan todavía por convertirse en la leyenda que sería.

Este título se inscribe con letras doradas en los anales del deporte español, un país acostumbrado a despedirse demasiado pronto de competiciones internacionales, pero que ayer se coronó como la mejor selección del campeonato, superando con claridad a potencias como Serbia, Lituania, Argentina, Grecia e incluso Estados Unidos, cuya hegemonía europea ha quedado ahora claramente puesta en entredicho.

El éxito tiene rostro propio: Pau Gasol fue el faro, pero no podemos olvidar la entrega y talento de Garbajosa, Calderón, Reyes, Marc Gasol, Navarro, Jiménez, Rodríguez, Fernández, Mumbrú y, por supuesto, el maestro Pepu Hernández, cuyo nombre quedará para siempre asociado a esta gesta. A todos ellos hay que rendir homenaje, pero también a quienes construyeron los cimientos de nuestro baloncesto: Epi, Sibilio, Solozábal, Corbalán, De la Cruz, Romay, Martín, Arcega o Llorente, que formaron la historia que ayer se renovó con una victoria inolvidable.

Campeones del mundo, no fue un sueño, sino la realidad de un equipo y una nación que hoy celebran un triunfo para la eternidad.

31.8.06

Glenn Ford, el último de una generación

Glenn Ford, uno de los últimos mitos vivientes de la época dorada de Hollywood, ha fallecido a los 90 años. Su legado en la pantalla grande es vasto y admirable, con una filmografía que incluye títulos icónicos como Semillas de maldad, Los cuatro jinetes del apocalipsis, La casa de té de la luna de agosto, El desertor del Álamo, Cimarrón, Un gánster para un milagro, La batalla de Midway y Supermán.

Sin embargo, si hay un papel por el que Glenn Ford será recordado por encima de muchos otros, es su inolvidable interpretación en Gilda (1946), junto a la legendaria Rita Hayworth, un film que se ha convertido en clásico imprescindible y que marcó un antes y un después en el cine noir y en la construcción del mito hollywoodiense.

Su presencia en pantalla, esa mezcla de carisma discreto y fuerza interior, convirtió a Ford en uno de los actores más emblemáticos de su generación, capaz de transitar desde el drama al western, la acción o el romance con una naturalidad que pocos han sabido igualar.

Descanse en paz Glenn Ford, cuyo nombre permanecerá para siempre grabado en la historia del cine.

30.8.06

Naguib Mahfuz


Ha fallecido Naguib Mahfuz, el único egipcio galardonado con el Premio Nobel de Literatura, un título que obtuvo en 1988 y que coronó una carrera literaria llena de matices y profundidad. Mahfuz, quien vivió hasta los 95 años, fue un gigante de las letras árabes y un testigo ineludible de la compleja historia moderna de Egipto.

Confieso que aún no he tenido el placer de adentrarme en sus páginas, pero la noticia me ha devuelto a aquellos días inolvidables de 2002 durante nuestra visita a Egipto. En el país, Mahfuz no era solo un escritor: era un símbolo, un héroe nacional cuya imagen y legado se exhibían con orgullo, pese a las amenazas extremistas que en 1994 atentaron contra su vida, dejándole heridas físicas de las que nunca se recuperó del todo.

Recuerdo con nitidez el viaje desde Asuán hasta la imponente presa que, bajo la visión de Nasser, transformó el paisaje y el destino del Nilo. Fue entonces cuando el guía nos habló de Mahfuz frente a un gran cartel con una de sus frases más emblemáticas y su retrato serio, como un faro que ilumina el alma cultural de Egipto.

Que su partida, en definitiva, sea un llamado para quienes aún no lo conocen a explorar la riqueza de su obra, a sumergirse en esa narrativa que entreteje tradición y modernidad, historia y crítica social, y a entender mejor no solo a Egipto, sino a la humanidad a través de la voz de uno de sus grandes escritores.

29.8.06

United 93

El vuelo United 93 despegó de Newark esa mañana del 11 de septiembre de 2001, como cualquier otro, cargado de pasajeros con destinos, planes y vidas por delante. Destino San Francisco. Pero en cuestión de minutos, aquel avión se transformó en el escenario de una tragedia que cambiaría el mundo para siempre.

Lo que sucedió en ese espacio confinado, a 10.000 metros de altura, solo se conoce a través de fragmentos: las conversaciones interceptadas entre la tripulación y los controladores aéreos, las llamadas desesperadas de pasajeros a sus seres queridos, los informes recopilados tras el desastre. Un puzle incompleto que, sin embargo, revela la valentía y la determinación de aquellos hombres y mujeres que, enfrentados al horror, decidieron resistir.

Con una valentía inusitada, se cree que pasajeros y tripulación se organizaron, alzaron la voz y lucharon contra los secuestradores en un intento desesperado por recuperar el control de la aeronave. El desenlace: un impacto en un campo abierto de Pensilvania, lejos de su objetivo fatal —la Casa Blanca— y de las miles de vidas que habría podido costar.

El relato, reconstruido casi en tiempo real, no solo muestra la crudeza de aquel vuelo fatídico, sino también el poder del espíritu humano frente a la locura y el fanatismo irracional que aquel día se desató con tal brutalidad. Una historia que nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de la vida y la fuerza del coraje cuando todo parece perdido.

27.8.06

Comenzó la liga

Este año, la verdad, el fútbol me suscita poco interés. Una indiferencia serena, casi estoica. Aunque —y esto conviene no olvidarlo nunca— con el fútbol nunca se sabe. Porque uno empieza con desgana, con la promesa solemne de no engancharse, y acaba debatiendo con vehemencia si un córner en la jornada tres fue o no fue mal sacado. Así de traicionero es el asunto.

Lo cierto es que durante los ocho o nueve meses que dura el campeonato, la liga sirve, más que como espectáculo deportivo, como excusa social. Un auténtico salvavidas para las tertulias de barra y las reuniones cervezeras de última hora, esas que tienen lugar cuando ya no se puede hablar más del jefe ni del precio del aceite. Entonces entra el fútbol, ese dios laico de pasiones encendidas, con sus jugadas polémicas, sus fueras de juego milimétricos y, cómo no, su inagotable catálogo de entrenadores culpables de todo lo malo que sucede en la Tierra: desde la derrota de tu equipo hasta el esguince del portero suplente.

El entrenador, ese chivo expiatorio con sueldo astronómico, que siempre debió haber hecho otra cosa, aunque nadie sepa muy bien el qué. Y el árbitro… Ah, el árbitro: ese mártir del silbato, merecedor de todo tipo de insultos a pulmón abierto y de diagnósticos oculares en remoto.

El fútbol, al final, es una bendita tortura que no deja indiferente a nadie: ni a quienes lo viven con pasión de secta, ni a los que reniegan de él con condescendencia intelectual pero se saben de memoria las alineaciones.

En fin, que ya estamos en marcha otra vez. A los creyentes, que les sea leve la fe. A los ateos, que resistan con dignidad la homilía de cada lunes. Y a todos, hinchas o no, que no se les olvide una cosa importante:
¡Aúpa Athletic!

26.8.06

La casa del lago


Será una romanticada. Será cursi. Será lenta. Será lacrimógena. Será todo lo que cualquier crítico con cinismo a flor de piel pueda tachar de “melosa” o “facilona”. Pero qué queréis que os diga: me ha gustado mucho. Así, sin excusas ni justificaciones.

La casa del lago no engaña a nadie. Es una historia de amor imposible, fantástica en el sentido más literal del término. El tiempo, ese implacable enemigo de casi todo lo que vale la pena, aquí se convierte en cómplice del deseo. El pasado y el futuro cruzan cartas, el buzón se vuelve oráculo, y la muerte acecha en un rincón del calendario. Todo está servido para que los escépticos pongan los ojos en blanco. Y, sin embargo, funciona.

Keanu Reeves y Sandra Bullock están... correctos. Limitaditos, sí, como suelen. Pero quizá por eso la historia no chirría: porque no intenta deslumbrar con interpretaciones monumentales, sino sostener una emoción sutil, una esperanza frágil, casi infantil, como la de quien espera una carta en papel cuando ya nadie escribe.

El guion tiene algo de cuento sin moraleja, algo de susurro a destiempo, algo de “¿y si…?”. Y a mí eso, últimamente, me seduce más que muchas películas con pretensiones de grandeza.

¿Será la edad? Quizá. O quizá sea que uno empieza a agradecer las historias que no tienen prisa, que se detienen en una carta, en un árbol, en una mirada que tarda dos años en encontrar respuesta.

Llámalo romanticismo. Llámalo debilidad. Llámalo necesidad de creer que a veces, solo a veces, el amor también puede escribir en los márgenes del tiempo.

25.8.06

Una menos.

Retiran por fin la estatua ecuestre del dictador Francisco Franco que aún presidía, con su bronce altivo, la entrada a la Academia General Militar de Zaragoza. Setenta y tantos años después, no está mal. Nunca es tarde si la memoria es buena, aunque a veces parezca que está de baja por depresión.

Y, cómo no, el Partido Popular ha reaccionado con su ya clásica mezcla de comedia de situación y monólogo sin guion. Según ellos, este gesto del Gobierno no es más que una maniobra para "contentar a los electores radicales de izquierda". Tal cual. Casi se echa uno en falta que añadiesen que el caballo también era rojo y peligrosamente subversivo.

Que se retire una estatua de un dictador que encabezó un golpe de Estado, una guerra civil y casi cuarenta años de represión debería ser un acto tan lógico como quitarle el nombre de una calle a Jack el Destripador. Pero en este país, aún hay quien lo ve como una agresión ideológica. O como una pérdida patrimonial, qué sé yo.

La memoria histórica, para algunos, sigue siendo eso que hay que dejar "en paz", como si la historia se curase sola con el paso del tiempo. Pero los símbolos importan. Y que un dictador no vigile a caballo la entrada de una institución pública en una democracia, debería ser, más que un gesto, una evidencia.

Ahora, la estatua al desguace, al almacén o al museo, donde las dictaduras van a dormir el sueño del olvido. Y los nostálgicos, como siempre, a rasgarse las vestiduras en prime time. Qué país este, en el que hasta desmontar una estatua requiere casco, grúa y chaleco antibalas mediático.



24.8.06

Bob Dylan...¿exagera?

El cantante estadounidense Bob Dylan ha vuelto a arremeter, con su ya habitual tono profético, contra el panorama musical actual. En declaraciones recogidas por la edición de septiembre de la revista Rolling Stone, Dylan califica de “atroz” la calidad de las grabaciones musicales de los últimos años. "No conozco a nadie que en los últimos veinte años haya grabado un disco que realmente suene de forma decente", afirma sin despeinarse.

Y, bueno... a lo primero, sin necesidad de detenerse mucho a analizar, hay que reconocer que no le falta cierta razón. Basta con encender la radio o darse un paseo por las listas de éxitos para notar que el estándar de calidad, tanto sonora como artística, ha bajado unos cuantos peldaños. Vaya tela lo que suena por ahí. Entre el “autotune” indiscriminado, las bases prefabricadas y la obsesión por lo viral, cuesta encontrar algo que suene con alma, con verdad, con cuerpo.

Ahora bien, sobre lo de los veinte años... Hombre, Bob, ahí te has venido un poco arriba. Dos décadas dan para mucho, incluso en tiempos revueltos. Durante ese lapso han aparecido discos y artistas que han sabido sortear la mediocridad general con propuestas sinceras, arriesgadas, incluso brillantes. Gente que ha grabado trabajos con mimo y criterio, alejándose del ruido comercial. No serán legión, de acuerdo, pero haberlos, haylos.

Lo que sí es cierto, y ahí Dylan vuelve a dar en el clavo, es que hoy en día es muy raro encontrarse con un disco que merezca ser escuchado de principio a fin. La cultura del “single”, del “clip”, del “tema pegadizo de quince segundos”, ha sustituido a la experiencia de sumergirse en una obra completa. Y eso, para quienes crecimos con vinilos, casetes o CDs, es una pérdida que se nota. Y se duele.

Así que sí, maestro Dylan, no todo es desierto, pero los oasis escasean. Y cuando uno encuentra agua, la bebe como si fuera la última.



20.8.06

El pulga

Nada tan sencillo y a la vez tan poderoso como la nostalgia: esta noche, mientras zapeaba sin rumbo fijo por Digital+, me detuve en el canal "TVE 50 años". Emitían un programa del mítico concurso Un, dos, tres... responda otra vez, de la época gloriosa en que lo presentaba Mayra Gómez Kemp, con su voz inconfundible y ese brillo de espectáculo familiar que marcó una generación.

Y entonces, como una ráfaga de recuerdos, aparecieron en pantalla ellos: el Dúo Sacapuntas. Sí, los inolvidables humoristas que nos hicieron reír a carcajadas con su famoso e inagotable “¡22, 22, 22, 22, 22...!”. No pude evitar sonreír, como quien saluda a dos viejos amigos que no veía desde hace mucho.

Minutos después, en un ejercicio inevitable de memoria, intenté recordar qué había sido de ellos tras su paso por aquel espacio dirigido por el inigualable Narciso Ibáñez Serrador. Y me vino a la cabeza lo que ya sabía, aunque preferiría no recordar: que uno de los miembros del dúo, Juan Rosa, conocido popularmente como “El Pulga” por su menuda estatura, falleció hace ya algunos años, repentinamente, en su casa de Málaga.

No eran académicos del humor ni falta que les hacía. Su grandeza residía en su cercanía, en esa capacidad de conectar con el público desde la sencillez, desde lo popular, desde lo cotidiano. El Dúo Sacapuntas formó parte del paisaje sentimental de muchos hogares españoles, en una época en la que las risas venían sin filtros ni algoritmos.

Este pequeño post quiere ser eso: un modesto pero sincero homenaje a Juan Rosa, “El Pulga”, por todos los buenos ratos que nos regaló. Y a la memoria de un tiempo en el que bastaba una frase repetida y un par de trajes imposibles para hacernos reír como niños.

Descanse en paz, maestro del humor de las cosas simples.
Siempre habrá un "22" esperando en alguna esquina del recuerdo.



Rocky Balboa...is coming.

El trailer oficial de la sexta aventura de el potro italiano,subtitulado en castellano.Disfruten.

18.8.06

Rain.

Llueve en Agosto,algo no muy usual para estas fechas sin que sean las típicas y más frecuentes tormentas veraniegas.Aunque "más raro fué aquel verano que no paró de nevar".

García Lorca 70 años después.


Por desgracia, en los próximos tres años se cumplirá el 70 aniversario de muchas de las atrocidades más terribles cometidas en este país. Crímenes que no fueron obra del azar ni consecuencia de los combates, sino parte de un plan meticuloso de exterminio. La represión que llevaron a cabo las fuerzas nacionales no fue una reacción, sino una condición misma del golpe de Estado, como señala Anthony Beevor en su monumental historia de la Guerra Civil: “La represión no fue tanto la consecuencia de los enfrentamientos como uno de los requisitos del golpe”.

La madrugada del 18 de agosto de 1936 fue una de esas noches que nunca terminan. Federico García Lorca fue sacado del Gobierno Civil de Granada, donde llevaba retenido dos días eternos. Lo acompañaban tres hombres: el maestro de escuela de Pulianas, Dióscoro Galindo González, y los banderilleros anarquistas Joaquín Arcollas Cabezas y Francisco Galadí Melgar. Iban “de paseo”, ese eufemismo helador que el franquismo utilizó para disfrazar el asesinato.

El vehículo –un coche, un camión, da igual: el verdugo no siempre viaja en forma concreta– se dirigió hacia las afueras, rumbo a Víznar, apenas a unos kilómetros de la ciudad. Allí permanecieron encerrados en un edificio que antes había sido residencia de verano para los niños granadinos. Una casa alegre, ahora convertida en antesala de la muerte. Las horas que pasaron allí no se pueden contar, pero debieron de ser lentas. Muy lentas. Como el silencio que antecede a lo irreversible.

A los cuatro les dijeron que, al día siguiente, serían destinados a trabajos en la carretera. Se lo creyeron. Hasta pocos minutos antes de la saca. Solo entonces comprendieron. Uno de los custodios relató años después que ofreció a Lorca la posibilidad de rezar. El poeta, que no recordaba oración alguna, fue ayudado con un "Yo pecador", y, según aquel hombre, sintió alivio en la plegaria.

“¡Que subáis al camión!”, les ordenaron. Y los condenados subieron. ¿Qué otra cosa podían hacer? El vehículo arrancó. Tomó un camino angosto, probablemente lleno de baches. En las noches de agosto, el mundo es casi mudo. Frena. Acelera. Frena. Finalmente se detiene junto a unos olivos.

“¡Que bajéis!”, gritan. Y los condenados bajan. Porque la obediencia del que va a morir es el último acto humano que le permiten.

No sabemos si era noche cerrada o si ya clareaba. Si la oscuridad obligó a encender los faros o si la luz bastaba para distinguir los bultos. Lo cierto es que allí, junto a aquellos árboles mudos, terminó la vida de Federico. Según testigos indirectos, lo remataron de un tiro en la nuca. Se resistía. El muy cabrón se resistía a morir. Porque hay quien se aferra a la vida incluso cuando le han quitado todo, menos el miedo.

Los verdugos regresaron a Granada. ¿Con prisa? ¿Sin ella? Dejaron tras de sí cuatro cuerpos y un charco de sangre sobre la tierra caliente. Luego vinieron los enterradores. No hubo ceremonia. Ni respeto. Un agujero en la tierra, lo justo para contener cuatro cadáveres, uno sobre otro. Y encima, la vergüenza tapada apenas con la tierra mínima.

No. No fue el azar. No fue un error. La muerte de Lorca –como la de tantos– fue la ejecución de una consigna: borrar a quienes representaban otra España, moderna, libre, sensible, igualitaria. Matar su voz, su belleza, su risa. El poeta, el maestro, los obreros anarquistas. No eran enemigos, eran símbolos. Y por eso los mataron.

La España eterna, decían. Pero era la España del miedo, la que prefirió la sombra al canto.

Hoy, cuando se cumplen casi 70 años de aquella madrugada, el eco del disparo aún resuena. No como un trueno, sino como un susurro que no se deja enterrar.


Si muero,
dejad el balcón abierto .

El niño come naranjas.
(Desde mi balcón lo veo.)

El segador siega el trigo.
(Desde mi balcón lo siento.)

¡Si muero,
dejad el balcón abierto

17.8.06

Ha "cascado" Stroessner.

Ha fallecido a los 94 años Alfredo Stroessner, ex dictador paraguayo, célebre por una larga lista de "méritos" que, en cualquier universo paralelo decente, lo habrían inhabilitado para vivir siquiera en comunidad. Entre sus más sonadas aportaciones al mundo figura el haber dado cobijo durante años al carnicero de Auschwitz, el doctor Joseph Mengele, símbolo máximo del sadismo con bata blanca. Ya hablé de sus tropelías hace un tiempo, al leer una biografía que, por momentos, parecía más una novela de terror que un documento histórico.

Y yo me pregunto, en este mundo donde todo parece tener una lógica perversa: ¿ser un asesino, represor y corrupto garantiza una longevidad envidiable? Stroessner no ha sido el único. También tenemos a Pinochet, que logró sortear los tribunales de medio planeta gracias a su "delicado estado de salud", mientras seguía contando billetes y dando paseos con sombrero.

Y vuelvo a preguntarme, con un punto de sarcasmo casi teológico: si están tan malitos, si tan frágiles y moribundos se declaran en cada juicio... ¿por qué no se los lleva de una vez su santo señor para evitarles tanto sufrimiento? ¿Dónde está ese rayo vengador que prometían los púlpitos para los malvados?

En fin. Que descanse. O mejor dicho, que cada cual descanse donde y como le corresponda, según su biografía. Porque hay vidas que pesan más que mil cadenas.

16.8.06

Poseidón.

Acabo de ver Poseidón, y lo cierto es que, apenas finalizados los créditos, aún no he terminado de digerirla del todo. Me ha dejado una sensación un tanto ambigua, como esas películas que entretienen sin entusiasmar, que cumplen sin brillar.

No es una mala película, ni mucho menos. De hecho, se agradece su metraje contenido, alejado del abuso narrativo que suele aquejar a muchas producciones actuales del género. Poseidón no busca grandes alardes ni construcciones épicas a lo El día de mañana, ni pretende aleccionar sobre catástrofes de escala global. Su apuesta es más íntima, si se puede decir eso de un trasatlántico volcado por una ola monstruosa. La historia se centra en un grupo reducido de supervivientes y en las ingeniosas (y a veces forzadas) peripecias que emprenden para escapar del naufragio.

Lo que quizás más se le pueda reprochar es su falta de alma, esa chispa que convierte una película de acción en una experiencia memorable. No hay tensión emocional sostenida, ni personajes cuya suerte realmente conmueva. La típica relación entre padre e hija, por ejemplo, aporta el inevitable toque sensiblero, pero sin calar demasiado hondo.

En cuanto al reparto, se puede decir que es lo más solvente del film. Josh Lucas cumple y resulta carismático; Kurt Russell, como siempre, se interpreta a sí mismo, pero en el papel de exalcalde neoyorquino encuentra un equilibrio interesante entre heroicidad y vulnerabilidad. Y, personalmente, me ha resultado entrañable volver a ver a Richard Dreyfuss en pantalla, aunque sea en un rol secundario, más funcional que esencial.

Conviene aclarar que Poseidón no es un remake en el sentido estricto de La aventura del Poseidón (1972), sino más bien una reinterpretación moderna del mismo concepto: un buque de lujo que es víctima de una ola gigantesca y del caos posterior. Más que un homenaje, es una puesta al día con efectos visuales actualizados y un enfoque menos coral y más dinámico.

En resumen, una película correcta para pasar el rato. No desentona, no aburre, no molesta. Pero tampoco emociona ni deja poso. Una de esas producciones hechas con solvencia técnica, pero con el piloto automático narrativo bien ajustado. Entretenida, sí, pero olvidable.



15.8.06

Una reflexión.


En este mundo tan matraca de cagar nadie se escapa, caga el buey, caga la vaca, caga tambien el papa,y hasta la mujer mas guapa se echa su kilo de caca.